Saludos, estimados amigos de Hive.
Dejo en sus manos, este cuento que dedico a las muchas Micaela del mundo. Espero les agrade.
Fuente: en Pikist, modificado en Paint
Hoy es la primera vez que me llamo Ana María
Abro los ojos y hoy es la primera vez que me llamo Ana María. Creo que conozco a alguien que se llama así, es un bonito nombre para una niña. Es como me han llamado ellos. Entran y salen de la habitación sin tomarme en cuenta. Tengo la sensación de que se burlan de mí porque me miran raro. "Ana María, entiende, por favor, haz caso", "Solo tienes que portarte bien, Ana María". Y yo respondo: "¡Bluf, qué fastidio!" Pero no les haré caso. A mí qué me importa cómo quieren mirarme si nunca eso me ha importado. Solo quiero que me dejen tranquila, que me dejen hacer mi vida. Quiero salir de aquí para encontrarme con mis amigos y escuchar nuestros discos de rock. ¿Dónde estará Michel? ¡No me toquen, bestias infernales, si no quieren que les caiga a mordiscos y patadas! ¡Odio esta habitación! Es triste, fría, fea…
¿Por qué los colores de las paredes se mueven y se mezclan lentamente? Estoy mareada... No me toquen…
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Abro los ojos, salgo del agua y veo mis manitas de Alejandra llevándomelas a la cara para quitarme el exceso de agua y echarme hacia atrás el cabello que se me vino hacia adelante. Estuve nadando mucho tiempo en la piscina plástica que papi me compró por mi cumpleaños. Hoy es un día genial pues vinieron mis primitas Lucía y Samanta. Hemos jugados varias veces el mismo juego y ya nos cansamos. Iremos a mi habitación a cambiarnos y yo a ponerme mi vestido de flores nuevo y las sandalias que mi abuela me regaló. Mami me hizo un pastel que se ve muy sabroso. Lo comeremos en un instante. Tal vez no quede para el desayuno de mañana. Tiene muuuuchos colores: verde, azul, amarillo, rojo, rosado, blanco…
Los colores de mi pastel se mueven y se entremezclan lentamente y me marean…
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Abro los ojos y a mi lado está la joven bonita que me llama mamá y me trae sudokus y crucigramas. Creo que se llama Ana María. También están las muchachas que han venido a cambiar las sábanas. Quieren que me levante para bañarme. “Con cuidado, señora Micaela” dice la más joven. No saben que hoy me desperté cansada. Me duelen los brazos y los nudillos de los dedos como si me hubiera peleado con alguien o hubiera golpeado algo pero jamás le he dado un puñetazo a otra persona. Jamás, ni siquiera le he dado un leve empujón a nadie. No entiendo por qué me duele todo el cuerpo. Solo sé que esta madrugada sentí la respiración extraña, muy acelerada, pero no me asusté, porque cuando abrí los ojos algo en esta habitación me sonó familiar…
¿Por qué los colores de las paredes se mueven y se mezclan lentamente? Estoy mareada...
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¡Qué bello y conmovedor relato, mi querida @alidamaria! Te confieso que mientras lo leía algo en mí se hacía dolor, pena, y, luego, esperanza. Los colores pueden ser expresión de esa visión que la vida nos ofrece. Un abrazo.
Mi querido @josemalavem, siempre haciendo comentarios tan preciosos que atesoro en mi corazón. Te entiendo perfectamente. Confieso que este texto me costó definirlo porque empecé con una idea (la mujer o las mujeres que habitan en un ser bipolar) y como que terminé con otra (me dejé ganar por el alemán que ahora habita a la señora Micaela). Al final me gustó la mezcla y así quedó.
Gracias por leerme, querido amigo.