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Fuente: La santa biblia
Hoy quiero compartir con ustedes un pensamiento de San Vicente de Paul, que me parece muy interesante:
“La oración es para el alma, lo que el alimento es para el cuerpo.”
Cuando leo esta frase, me resulta inevitable pensar en la gran importancia que se le da a nuestro cuerpo, llegando incluso a escuchar afirmaciones tales como: “Eres lo que comes”. Es decir, en la mayoría de las sociedades nuestra alimentación es tan importante, que determina quienes somos para los demás.
Si bien consumir alimentos sanos nos permiten tener una mejor salud y quizás una apariencia más agradable, ¿Es esto realmente lo que nos define como personas? ¿Será que somos una cáscara vacía, nos hemos olvidado de lo que reposa en nuestro cuerpo que va mucho más allá de nuestro físico?
Recordemos hermanos que cada uno posee un alma. Dicha alma necesita también cuidado y sino le prestamos atención, nos los hará sentir. Sólo hace falta observar, cuántas personas hermosas por fuera, se sienten vacías por dentro. Cuanto sufren a pesar de su apariencia y excelente calidad de vida. Claro, darse cuenta de esto implica ver más allá de lo evidente, ya que lo que se proyecta no siempre es la realidad.
Ojalá le prestáramos la misma atención que le damos a nuestro cuerpo, al estado de nuestra alma. Es imperativo recordar que somos humanos y no máquinas, en consecuencia tenemos necesidades que no son mecánicas sino espirituales.
Quien no alimenta su alma siente un vacío, que cada vez se vuelve más y más grande hasta que se torna insoportable. Ese vacío no se llena ni con alcohol ni con sexo ni con drogas. Es doloroso ver personas perderse en esos vicios, ya no por placer o por voluntad, sino por no poder soportar el hambre espiritual que tienen. Con tal de callar su voz interior, se entregan a los excesos hasta el punto de ser destruidos por los mismos. No entienden que en el estado famélico de sus almas sólo pueden ser alimentados por Dios.
Olvídense de la meditación, la inteligencia emocional o los ejercicios de respiración, pues son para el alma tan sólo como un caramelo en un cuerpo anémico. Por otro lado, quien se alimenta de Dios jamás volverá a sentir hambre ni sed, pues Él es verdadera comida y verdadera bebida.
Lo maravilloso de este pensamiento que sabiamente nos resume en una frase San Vicente de Paul, es que una cosa no excluye la otra. Es decir, es admirable que cuidemos de nuestro cuerpo y nuestra alimentación física, sin embargo, debemos incluir también la atención a nuestra salud espiritual para poder alcanzar un bienestar integral.
Cabe señalar, que cuando San Vicente de Paul se refiere a la oración, esta no se limita simplemente a las palabras. Por más que éstas sean sinceras y humildes, sino van acompañadas de obras, no tienen sentido. Recordemos que Dios dijo: ”Por sus obras los conoceréis”, es decir, debemos ser congruentes, con lo que predicamos, con lo que Dios quiere de nosotros, para poder vivir y sentir su amor, así como su misericordia a plenitud.
Espero que esta reflexión le llegue a todo aquel que la necesite, me despido deseándoles una feliz noche.
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Source: The Holy Bible
Hello dear friends of HIVE.
Today I would like to share with you a thought of St. Vincent de Paul, which I find very interesting:
"Prayer is to the soul, what food is to the body."
When I read this phrase, it is inevitable for me to think of the great importance given to our body, even going so far as to hear statements such as, "You are what you eat." In other words, in most societies our diet is so important that it determines who we are to others.
While eating healthy food allows us to have better health and perhaps a more pleasing appearance, is this really what defines us as people? Could it be that we are an empty shell, that we have forgotten what lies in our body that goes far beyond our physique?
Let us remember, brothers and sisters, that each of us has a soul. This soul also needs care and if we do not pay attention to it, it will make us feel it. It is only necessary to observe how many people, beautiful on the outside, feel empty on the inside. How much they suffer in spite of their appearance and excellent quality of life. Of course, realizing this implies seeing beyond the obvious, since what is projected is not always the reality.
If only we paid as much attention to the state of our soul as we do to our body... It is imperative to remember that we are humans and not machines, therefore we have needs that are not mechanical but spiritual.
Whoever does not nourish his soul feels an emptiness, which gets bigger and bigger until it becomes unbearable. This emptiness cannot be filled with alcohol, sex or drugs. It is painful to see people lose themselves in these vices, no longer for pleasure or by will, but because they cannot bear the spiritual hunger they have. In order to silence their inner voice, they indulge in excesses to the point of being destroyed by them. They do not understand that in the famished state of their souls they can only be fed by God.
Forget meditation, emotional intelligence or breathing exercises, for they are for the soul only like candy in an anemic body. On the other hand, he who feeds on God will never again feel hungry or thirsty, for He is true food and true drink.
The marvelous thing about this thought, which St. Vincent de Paul wisely summarizes in one sentence, is that one thing does not exclude the other. That is to say, it is admirable that we take care of our body and our physical nourishment, however, we must also include attention to our spiritual health in order to achieve an integral wellbeing.
It should be noted that when St. Vincent de Paul refers to prayer, it is not limited simply to words. No matter how sincere and humble they may be, if they are not accompanied by deeds, they are meaningless. Let us remember that God said: "By their deeds you will know them", that is to say, we must be congruent with what we preach, with what God wants from us, in order to live and feel his love, as well as his mercy to the full.
I hope this reflection reaches everyone who needs it, I say goodbye wishing you a happy evening.