El cielo se estaba viniendo abajo, el estruendo de las gotas sobre el techo de latón, del toldo del panadería, parecía un rugido; afuera una cortina de agua. Las calles habían dejado de ser calles para convertirse en ríos y fuera de lo que pudieras creer, no lleva horas lloviendo, apenas unos treinta minutos. A mi alrededor se apretujan más de media docena de personas y el agua a punto de subir la acera empieza a preocuparme. Debí seguir mi camino mientras aún podía verse el suelo. Ese pensamiento, me atormenta al ver lo tarde que se hace y lo sola que está quedando la calle. Ya no pasan buses, ni autos, todos evitan aquella calle inundada.
El chico de mi izquierda saca una bolsa plástica de su morral, mete dentro la cartera el celular y luego procede a quitarse los zapatos y meterlos adentro también. Puedo ver la cara de asombro de la señora junto a él justo en el momento en que guarda todo en el morral y sale del refugio para caminar descalzo a casa. El agua le sobre pasa los tobillos.
Lo veo alejarse, su silueta difuminarse en la distancia tras la cortina de agua; unos segundos después ya no lo veo, pero la gente aún habla. Lo tildan de loco, dicen que podría cortarse un pie. Yo miro mis zapatos, sé que no sobrevivirán a esa marea; peor incluso aunque parase ya mismo de llover el agua no bajará enseguida; además es un hecho que toca caminar a casa.
Las voces me regresan a la realidad, un chico a salido corriendo a plena calle sin importarle que la lluvia siga; tardo unos segundo en darme cuenta que es porque viene un bus y él le hace señas. Es de esos grandes, de esos que trajo el gobierno y no sé que ruta cubre, pero al ver que se detiene todos corremos hacía él; lo importante es salir de aquel lugar. No puedo evitar mojarme, encharcarme los zapatos, los ruedos; pero es mejor que nada. Aquel día estoy de suerte y es la ruta que pasa cerca de mi casa. No puedo evitar pensar en aquel chico, ¿Habrá llegado ya a su casa? ¿Estará bien? Voy todo el rato mirando por la venta pero no lo veo. Me toca mojarme de nuevo desde la parada a mi casa, está oscuro y me da temor así que hago el trayecto casi corriendo; miro la pinta que tengo y aunque mis zapatos dan asco, creo que vivirán un poco más. Pienso una última vez en el chico que eligió salvar sus zapatos.
Imágenes de mi autoría tomadas con teléfono redmi 9a y editadas en Snapseed.
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