Karina debe escribir. El dinero no alcanza y la despensa está cada vez más vacía, los pocos o muchos votos que saca en sus publicaciones de Hive, son centavitos que suman para el mercado, las medicinas o los servicios. Pero sufre de un bloqueo creativo que no la deja trabajar. Hoy decidió publicar algo si o sí, así que se concentra, sirve su taza de té y empieza a editar, en su teléfono, las fotos que tomo hace varios días para ilustrar su publicación.
Las selecciona, de forma que sean coherentes, busca las que tienen mejor luz y mejor enfoque. Le gusta empezar por las fotos porque la relajan y hacen que se conecte con la creatividad. La interrumpe un ruido, es el sonido de agua desbordándose y mojando las hornillas de la cocina; las ollas que puso a hervir ya burbujean, así que corre para allá. Las apaga. Mira el suelo de la cocina y se da cuenta que el gato ha tirado el tobo de la basura, debe tener hambre porque hoy no tuvo para darle comida en la mañana, el pobre tendrá que esperar hasta la hora del almuerzo. Recoge el desastre y lo reprende. Se dispone a volver sobre sus fotos cuando su mamá le grita que ponga a exprimir la ropa de la lavadora.
Unos minutos después llama la vecina en la puerta, cuando va hacia allí su mamá sale a atenderla. Aprovecha para escapar y volver al trabajo. Suspira, ha perdido al menos 45 minutos entre una cosa y otra. Se sienta en el patio porque el calor de su cuarto la enloquece, pero continua con su trabajo.
No han pasado 15 minutos cuando su mamá le grita para que cuelgue la ropa lavada en las cuerdas del patio. Termina y se sienta nuevamente a redactar en su teléfono. Tiene el comienzo de un cuento, apenas unas líneas que introducen la historia de un delincuente que busca redención; está atorada en el giro de la historia. Suena su teléfono, un mensaje, ha decidido ignorarlos hasta que termine, entonces empieza a sonar. Tiene la tentación de colgar, pero es su abuela. La saluda y pasa el teléfono a su mamá, mientras se pone a cuidar la comida que está sobre la estufa para que su mamá pueda hablat, pero siente que está perdiendo tiempo. Atiende otra carga en la lavadora y aún continua la llamada.
Los minutos pasan mientras su mamá continúa al teléfono, muchos minutos, minutos suficientes para que esté lista la ropa para ser tendida en las cuerdas y suficientes para apagar la comida. Para cuándo le devuelven el teléfono ya ha perdido cerca de otra hora, le duele la cabeza por el calor y el hambre, así que se baña y se dispone a comer.
Después de comer, lavar los platos y ayudar a limpiar la cocina, llega el momento de retomar la historia. La lee y relee, pero ha perdido el hilo. Escribe unas líneas que luego desecha y cuando empiezan a llegar más mensajes pone el teléfono en modo avión. Las horas se pasan hasta que su mamá la llama para cenar. Decide que tiene ya una historia más o menos con forma, así que cena, quita el modo avión y responde los mensajes; es su forma de dejar reposar la historia para luego darle una segunda corrección.
Sobre las 9 de la noche se va la luz, justo cuando termina de hacer las últimas correcciones por lo que suspira de frustración, y no vuelve hasta las 11, pero el internet no vuelve con ella. Quizá pueda usar los datos móviles para subir su publicación, pero lamentablemente no hay señal. Finalmente se queda dormida a las 12 y algo, con una alarma para las 2:00am pues a esa hora suelen funcionar los datos móviles. Se siente frustrada porque aunque logró la meta de escribir no logró publicar ese dia.
Suenan unos mensajes que la despiertan. El internet ha vuelto y son las 4 de la mañana. Se pregunta que pasó con la alarma, pero lo bueno es que el internet ha vuelto. Sube las fotos, la historia; arregla el formato, relee y vuelve a cambiar algunas líneas. Al fin le da a publicar y se siente animada. Se vuelve a dormir un rato más, después de todo aún no sale el sol, cuando se despierte podrá empezar de nuevo a construir una nueva historia.
Imágenes de mi autoría, tomadas con teléfono Redmi 9a.
A veces es una lucha para escribir, pero lo importante es hacerlo, no dejar que los obstáculos, y sobre todo, nuestra propia mente y los problemas cotidianos, ahoguen nuestra creatividad. Es un relato tan real que puede pasarnos a cualquiera.
Así es, hay que sobreponerse y continuar. Quizá la presión económica, tener que escribir para ganarse el pan, ahoga a la creatividad. Muchas gracias por tu comentario
No escapamos a esos avatares en casa que siempre entorpecen la creación, pero, nos van sirviendo en ocasiones como matices en las historias. Vas bien, muchacha, el empeño es clave del éxito. Saludos desde Cuba!!
Trabajar desde casa tiene sus pros y sus contras, la comodidad del hogar tiene sus propios distractores jajaja... Muchas gracias por sus palabras alentadoras, @limaescritora, de verdad las valoro mucho. Un abrazo!
Gracias por el apoyo ❤️
Buen relato sobre la vida común de un hiver redactando un post. Sigue adelante
Gracias por tu comentario 😊👍