LA VILLA DEL INGENIO/THE VILLA OF INGENIO

Como lo mencioné en la presentación, en mi pueblo existieron y existen personajes que se han paseado por diferentes profesiones u oficios y lo han hecho de manera destacada, claro siempre esta le excepción dentro de la regla, pero en términos generales ha sido un gentilicio que se ha destacado por su trabajo, dedicación, responsabilidad, sapiencia y sobre todo le ponen un plus de amor a lo que hacen.

De acá de Zaraza han salido poetas como Ernesto Luis Rodríguez, Cantantes de música llanera como Reynaldo Armas, Periodistas como Pedro Berroeta, científicos abnegados como el Dr. José Francisco Torrealba, éste último, participó en el descubrimiento del tratamiento contra una enfermedad llamada el mal de chagas, padecimiento que azotó de forma endémica parte de Sur y Centro América, así como de México en el norte de este continente, a principios del siglo XX, además de tener más de 40 estudios publicados acerca de ésta y otras enfermedades tropicales.

Dr. José Francisco Torrealba
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Al igual, destaca la familia Moleiro Sánchez, quien desde su seno, brotaron grandes juristas, poetas, pianistas, músicos, pintores, que se distinguieron a nivel nacional, y de los cuales ahondaremos más detalladamente en otros contenidos, así como También hubo distintos individuos que contribuyeron a la cultura, las letras, la ciencia y el arte en general poniendo muy en alto nuestra tierra zaraceña.

De este lugar atípico, surgieron personas que desempeñaron oficios y lo hacían de una manera especial; había un peluquero que mientras realizaba los cortes de cabello, sobre todo a los niños, les contaba cuentos hermosos y llenos de fantasía e imaginación. Por cierto, la silla donde montaba al niño para ejecutar su servicio, estaba con vista al patio de la casa del peluquero, donde habían unos chivos amarrados a la sombra de una mata de mango, así como un caballo que estaba a su cuidado, pero igual él lo usaba para tranquilizar al pequeño al cual le estaba haciendo el trabajo. El barbero casi siempre ubicaba el ambiente del cuento en base a los animales en cuestión, quizá para distraerlo y que no ocurriera un accidente con su enorme navaja, que cortaba hasta en la empuñadura.

Asimismo, en ese gran patio además de la mata de mango, habían otros árboles frutales como cereza, limón, cambur, mamón, mandarina, y al concluir el corte, el peluquero, algunas veces, le obsequiaba alguna de esas frutas al niño, eso sí, debías dejarte poner la cabeza en la posición que el barbero decía, tipo contorsionista, como que si te fueran a introducir en una caja de zapatos, y mantenerla así durante el tiempo que fuera necesario. La máquina de afeitar era manual, usaba peine, tijera y navaja, estas dos últimas muy afiladas, por eso debías estar quietico. Este peluquero le decía Don Julián, por cierto fue el último de esta profesión que afeitó a bolívar, porque luego subió el precio del corte a un bolívar con cincuenta centavos.

Había otro peluquero que lo hacía a domicilio, él se trasladaba en su bicicleta que tenía un maletincito amarrado en la parte trasera, donde llevaba todos los materiales para ejecutar su oficio. Tú escogías el lugar de tu casa donde lo iban a hacer, un mobiliario adecuado y con la suficiente altura para la comodidad del peluquero, ya que era un señor bastante alto de mirada apacible, respetuosa y muy cordial. Se puede decir que fue nuestro primer delivery en este ramo. Este señor le decíamos Don Pachano.

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También en mi pueblo habían tejedoras de chinchorro, pero una en particular lo hacía fumándose un cigarro, pero lo peculiar era que la parte encendida estaba dentro de la boca y el filtro fuera de la misma; el cigarro al revés. Mientras ejecutaba su trabajo tenia puesta la emisora Radio Rumbos con un volumen bastante alto, escuchando un noticiero llamado notirrumbos. Esta era doña Julia.

Había otra persona que podía silbar mientras se cepillaba, maniobra bastante difícil, si solo se cuenta y no se explica. Él acostumbraba a sacarse la prótesis para hacerle el aseo respectivo con su cepillo de dientes en la batea de su casa, mientras él se deleitaba silbando su canción favorita, el protagonista de este acto era el señor Bartolo, le decían el mago Houdini, por esa acción casi mágica.

Así como también el ramo del comercio, habían bodegueros que tenían como costumbre que les pedias un producto y te ofrecían otro totalmente distinto, como por ejemplo, el cliente preguntaba, hay queso y el bodeguero respondía, no jabón, hay leche, no kerosene. Por cierto este último producto era vendido en las bodegas de mi pueblo, porque se usaba mucho en el fogón y en las cocinas que utilizaban ese producto como combustible para el encendido, donde luego se preparaban los alimentos. Este señor era el dueño de la bodega el progreso, le decíamos Don José.

En mi pueblo también existió la costurera distraída. Esta era la que entregaba las prendas de vestir que arreglaba o las elaboraba, con tallas distintas a las exigidas por el cliente. Nunca le servían y si te la entregaba en una bolsa mientras hablaban, corrías el riesgo de traerte una diferente, por ejemplo si le diste un pantalón para su arreglo o confección, te podías regresar con una falda en la bolsa, si no revisabas bien antes de venirte. Esta señora le decíamos Doña Carmen.

Igualmente, había otro sujeto que tenía como oficio sacar a las personas que se ahogaban en el rio Unare, el cual bordea mi pueblo, específicamente en un sitio llamado la compuerta, éste tenía fama de ser un lugar muy profundo, pero a la vez muy concurrido por las personas ya que era muy agradable como lugar de esparcimiento, además de tener unas orillas arenosas y limpias, sus riberas llenas de una flora muy frondosa y regalaba mucha sombra a sus visitantes, donde apaciguaban el calor sofocante y proporcionaba un apacible descanso.

Ahí era donde este personaje se lucia cada vez que lamentablemente, alguien perdía la vida por meterse a lo profundo de este rio, porque ahí perdieron la vida los que no sabían nadar y los que si conocían esta destreza y además se consideraban avezados en el nado. Este lugar era nuestro triangulito de las Bermudas, pero solo desaparecía personas. Cuando un hecho de esta naturaleza ocurría, ésta persona era contactado rápidamente por transmisión oral, al rato ese mítico personaje se presentaba al sitio en silencio, impertérrito, vestido con ropa casual, alpargatas sin calzar y observaba horizontalmente el rio de un lado a otro, le hacia un barrido visual, luego se iba quitando la ropa lentamente delante de todos, sin dejar de observar este inmenso raudal. Las personas a su alrededor lo miraban con asombro y admiración, e iban detallando cada paso que daba.

Debajo de su vestimenta tenía un short de color rojo ladrillo, creo que era el único que tenia, y sin usar nada mas, que su valentía, animo y experiencia, se lanzaba a la corriente y se sumergía en sus profundidades durante largo tiempo, creo que comparada a la de nuestro apneísta Carlos Coste, poseedor de doce records mundiales en esta especialidad. Luego de emerger, se limpiaba el agua de la cara con una de sus manos y señalaba con su dedo índice, donde estaba el ahogado dirigiendo la vista a la muchedumbre que estaba en la orilla expectante.

Posteriormente, salía del agua, se echaba en la orilla, sorbía un poco de licor de caña clara que traía en una carterita que estaba oculta en el bolsillo trasero de su pantalón, el cual había dejado al margen del agua, descansaba, respiraba profundo y después se deponía él mismo sacar al finado, con la ayuda de un vieja atarraya que había tejido con nylon y con plomo fundido artesanalmente. Este personaje fue conocido como José Bernardo Gómez, alias Totoma. Como estos personajes hubo y hay muchos en mi terruño, pero para este contenido solo me voy a quedar, hasta ahora con los descritos.

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La mayoría de las fotos fueron tomadas con mi teléfono Redmi 8 del álbun familiar y de lugares de mi pueblo aludidos en el contenido. También la publicación refleja imágenes de:
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As I mentioned in the presentation, in my town there were and there are characters who have walked through different professions or trades and have done so in an outstanding way, of course this is always the exception within the rule, but in general terms it has been a gentilicio that He has stood out for his work, dedication, responsibility, wisdom and above all they put an extra love to what they do.

From here in Zaraza, poets such as Ernesto Luis Rodríguez, singers of llanera music such as Reynaldo Armas, journalists such as Pedro Berroeta, scientists such as Dr. Francisco Torrealba, the latter, participated in the discovery of the treatment against a disease called the disease. Chagas disease, a disease that endemically affected part of South and Central America, as well as Mexico in the north of this continent, at the beginning of the 20th century, in addition to having more than 40 published studies about this and other tropical diseases.

Dr. José Francisco Torrealba
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Likewise, the Moleiro Sánchez family stands out, who from its bosom, sprouted great jurists, poets, pianists, musicians, painters, who distinguished themselves at the national level, and of which we will delve in more detail in other contents, as well as there were also different individuals who They contributed to culture, letters, science and art in general, putting our land in Zaraceña very high.

From this atypical place, people arose who carried out trades and did it in a special way; There was a hairdresser who, while doing haircuts, especially to children, told them beautiful stories full of fantasy and imagination. By the way, the chair where he rode the boy to perform his service, was overlooking the patio of the barber's house, where there were some goats tied in the shade of a mango tree, as well as a horse that was in his care, but Likewise, he used it to reassure the little one for whom he was doing the work. The barber almost always located the atmosphere of the story based on the animals in question, perhaps to distract him and avoid an accident with his huge razor, which cut down to the hilt.

Also in that large patio, in addition to the mango tree, there were other fruit trees such as cherries, lemon, bananas, suckers, tangerines, and at the end of the cut, the hairdresser sometimes gave some of those fruits to the child. yes, you should let yourself put your head in the position that the barber said, contortionist type, as if they were going to put you in a shoe box, and keep it that way for as long as necessary. The razor was manual, it used a comb, scissors and a razor, the latter two very sharp, so you had to be quiet. This hairdresser called him Don Julián, by the way he was the last of this profession who shaved a bolivar, because then he raised the price of the cut to one bolivar with fifty cents.

There was another hairdresser who did it at home, he traveled on his bicycle that had a small suitcase tied to the back, where he carried all the materials to carry out his trade. You chose the place in your house where they were going to do it, suitable furniture and high enough for the comfort of the hairdresser, since he was a fairly tall man with a gentle, respectful and very cordial look. It can be said that it was our first delivery in this field. We called this man Don Pachano.

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Also in my town there were chinchorro weavers, but one in particular did it by smoking a cigarette, but the peculiar thing was that the lit part was inside the mouth and the filter outside it; the cigar upside down. While he was carrying out his work, he had the Radio Rumbos station on at a fairly high volume, listening to a news program called notirrumbos. This was Dona Julia.

There was another who could whistle while brushing, a rather difficult maneuver, if only told and not explained. He used to take off the prosthesis to do the respective cleaning with his toothbrush in the pan of his house, while he delighted in whistling his favorite song, the protagonist of this act was Mr. Bartolo, the magician Houdini called him, for that almost magical action.

Also in the field of commerce, there were winemakers who had a habit of asking them for a product and offering a totally different one, such as, for example, the customer asked, there is cheese and the winemaker replied, no soap, no milk, no kerosene. By the way, this last product was sold in the warehouses of my town, because it was used a lot in the stove and in the kitchens that used this product as fuel for lighting, where food was then prepared. This man was the owner of the winery progress, we called him Don José.

In my town there was also the absent-minded seamstress. This was the one that delivered the garments that they fixed or made, with sizes different from those required by the client. They never served him and if he gave it to you in a bag while they were talking, you ran the risk of bringing you a different one, for example if you gave him a pair of pants to fix or make, you could return with a skirt in the bag, if you did not check well before to come. We called this lady Doña Carmen.

There was also another subject whose job was to remove people who were drowning in the Unare river, which borders my town, specifically in a place called the gate, this was reputed to be a very deep place, but at the same time very crowded by the people since it was very pleasant as a place of recreation, in addition to having sandy and clean shores, its banks full of a very lush flora and it gave a lot of shade to its visitors, where they soothed the suffocating heat and provided a peaceful rest.

That was where this character shone every time that, unfortunately, someone lost their life by going deep into this river, because there those who did not know how to swim and those who did know this skill and also considered themselves seasoned in swimming lost their lives. . This place was our Bermuda triangle, but it only disappeared people. When an event of this nature occurred, this person was quickly contacted by oral transmission, after a while that mythical character appeared at the site in silence, undaunted, dressed in casual clothes, espadrilles without shoes and horizontally observed the river from one side to the other, He made a visual sweep of him, then he slowly took off his clothes in front of everyone, while still observing this immense stream. The people around him looked at him in amazement and admiration, detailing every step he took.

Under his clothes he had a brick red shorts, I think it was the only one he had, and without wearing anything else, than his courage, courage and experience, he jumped into the current and plunged into its depths for a long time, I think than compared to that of our freediver Carlos Coste, holder of twelve world records in this specialty. After emerging, he wiped the water from his face with one of his hands and pointed with his index finger, where the drowned man was, directing his eyes to the crowd that was on the waiting shore.

Later, he came out of the water, lay on the shore, sipped some clear cane liquor that he brought in a small bag that was hidden in the back pocket of his pants, which he had left out of the water, rested, breathed deeply and later he would deposition himself to remove the deceased, with the help of an old cast net that he had woven with nylon and cast lead by hand. This character was known as José Bernardo Gómez, alias Totoma. As these characters there were and are many in my homeland, but for this content I am only going to stay, so far with those described.

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Most of the photos were taken with my Redmi 8 phone from the family album and from places in my town mentioned in the content. Also the publication reflects images of:

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Por aquí pasó El Comentador : @josemalavem

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