La sombra y el paraguas - Microrrelato

in Cervantes4 years ago


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La sombra y el paraguas

Una figura espectral permanece en la sombra, inmóvil, al acecho, en compañía de un paraguas imponente que reposa contra el suelo con firmeza. Un objeto que ha presenciado cómo la vida se esfuma de los ojos en numerosas ocasiones, que se ha mojado de gotas rojas, enjugado y vuelto a manchar, como si el líquido vital fuera impensable y le otorgara fuerza para poder continuar con la faena.

Un paraguas que conserva en su filo los estertores de todas las personas que ha asesinado. La única cosa en el mundo a la que la figura se siente ligada, su amigo y confidente.

La elegida para el festín de carne y sangre permanece inmóvil, absorta en sus pensamientos, sin notar que es observada desde un segundo piso. Cuando descubre la mirada posada en ella, no puede ver con claridad de quién se trata, las sombras se lo impiden. Le resta importancia al extraño y se empeña en un nuevo quehacer: limpiar el local. Ha llegado la hora de cerrar. Cuando culmina, que se dispone a marcharse, el ángel negro desciende con su sonrisa lobuna y provoca un pequeño accidente.

—Te perdono que me hayas tirado el paraguas si aceptas una invitación a tomar café —le dice, mirándola con sus ojos de tonalidades verdes y amarillas.

La chica se revuelve incómoda sin poder ocultar su sonrojo, por un lado se siente avergonzada por su torpeza, por otro lado halagada porque alguien atractivo la haya invitado a salir. No obstante, una pequeña inquietud revolotea en su pecho: el hombre no deja de ser un extraño.

Él la envuelve con sus palabras y sus gestos, carismático y alegre. Le asegura que el café al que irán es el que queda en la esquina de la otra calle, por lo cual las cosas pintan mejor. Aún sigue sin saber qué decidir, pero de cualquier modo está perdida.

—Está bien —dice, cediendo. ¿Qué es lo peor que podría pasar? El café queda cerca.

Salen a la calle y el frío de la noche inmensa los recibe, una noche dispuesta a ser espectadora y guardar silencio durante el tiempo que dure la función.

—Por cierto, ¿Por qué traes un paraguas contigo? El día de hoy ha sido espléndido.

El hombre suelta una carcajada que le enciende el rostro.

—Nunca se sabe cuándo puede llover.

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Hola.

Un final abierto, puede ser la que el sujeto del mal se enamore y no sea otra victima o quien sabe lo que podría pasar. Me gusto el relato.

Saludos.

Disculpa la tardanza en responder, en cuanto al relato, el final está claro, solo no quise ser explícita. Gracias por leerme. 😊✌️