Si uno lo piensa, la casi totalidad de las conversaciones que mantenemos suceden en torno a tres temas: cosas, personas, ideas.
Una conversación sobre cosas podría ser sobre multitud de asuntos. Por ejemplo, sobre un teléfono móvil, o un coche, o cualquier máquina o dispositivo. También pueden ser sobre muebles, o ropa, etcétera. O sobre una guitarra o un reloj... Son conversaciones que todos tenemos a diario, más o menos breves, más o menos extensas.
Sobre personas conversamos muy frecuentemente también. Puede ser en el ámbito privado, sobre familiares, amigos, o en el ámbito público, como políticos, celebridades, o personas relevantes en un momento determinado. Habitualmente, la persona sobre la que se habla no suele salir bien parada. Y cuando hablamos de personas de nuestro ámbito privado es curioso resaltar que lo más frecuente es hablar de personas que no están presentes.
Sobre ideas las conversaciones escasean más. No suele ser el tema principal. Incluso hay personas que muy pocas veces (casi nunca) conversan sobre ideas. Suelen ser conversaciones más elaboradas, aunque es fácil que puedan verse degradadas cuando se entra en el ámbito de la política y el dogmatismo. Generalmente, es mucho más agradable filosofar libremente que pelear por defender una ideología política. Es más enriquecedor contrastar puntos de vista sin más que enredarse en una pugna por defender posiciones inamovibles.
En la conversación de ideas más "elevadas", por así decirlo, nos encontramos charlando sobre los temas que giran en torno al arte (música, literatura, cine...) o al conocimiento (filosofía, ciencia...). Son conversaciones muy agradables y de las que, de un modo u otro, todos salen notablemente beneficiados.
Es un auténtico placer tener la ocasión de formar parte de una charla de esta índole con personas que conocen el arte de conversar.
[PS. Hay un tema que suele ser el centro de muchas conversaciones, la comida (alimentación, cocina, etcétera), pero constituye una categoría propia y singular. Es un caso curioso...]