La guerra es una cosa de adultos
Una tarde, cuando el crepúsculo se asomaba detrás de las montañas, llegaron los hombres con sus uniformes descoloridos, rotos y sucios. Callados, en fila, vendados y heridos arrastrando los pies empolvados como si la vida les pesara mil kilos, se dirigieron a sus casas, como hacen los animales cuando están vencidos.
=ox:0:xo=
En esa época éramos muchos niños y nos asombramos al ver a nuestros padres, hermanos, abuelos y tíos, regresar frustrados, desolados, afligidos. Nuestras madres nos pidieron permanecer lejos de casa y no acercarnos a ellos por un tiempo indefinido. Y aunque nosotros pasábamos el tiempo jugando en la calle, de vez en cuando, nos acercábamos a ellos por cualquier motivo.=ox:0:xo=
Por ejemplo, mi padre permanecía mucho tiempo dormido, pero también tenía muchas pesadillas y a veces se despertaba dando gritos. A veces se asomaba a la ventana y allí permanecía tranquilo, mirando el horizonte como si en él estuviera algo escrito. Lloraba a veces mi padre, con sentimiento y bajito, como si la pena fuera tan grande y él fuera un niño chiquito.=ox:0:xo=
Con los años, yo me fui de la casa y regresé cuando me enteré que mi padre había muerto. Callado, mientras mi madre lloraba, me acerqué a su féretro. Allí estaba mi padre, como lo recordaba, tal vez un poco más viejo. Pero en su rostro vi una calma, como si hubiese dejado el sufrimiento. Entonces entendí que mi padre nunca regresó de la guerra, por lo menos no completo.
En esa época éramos muchos niños y nos asombramos al ver a nuestros padres, hermanos, abuelos y tíos, regresar frustrados, desolados, afligidos. Nuestras madres nos pidieron permanecer lejos de casa y no acercarnos a ellos por un tiempo indefinido. Y aunque nosotros pasábamos el tiempo jugando en la calle, de vez en cuando, nos acercábamos a ellos por cualquier motivo.
Por ejemplo, mi padre permanecía mucho tiempo dormido, pero también tenía muchas pesadillas y a veces se despertaba dando gritos. A veces se asomaba a la ventana y allí permanecía tranquilo, mirando el horizonte como si en él estuviera algo escrito. Lloraba a veces mi padre, con sentimiento y bajito, como si la pena fuera tan grande y él fuera un niño chiquito.
Con los años, yo me fui de la casa y regresé cuando me enteré que mi padre había muerto. Callado, mientras mi madre lloraba, me acerqué a su féretro. Allí estaba mi padre, como lo recordaba, tal vez un poco más viejo. Pero en su rostro vi una calma, como si hubiese dejado el sufrimiento. Entonces entendí que mi padre nunca regresó de la guerra, por lo menos no completo.
Hermoso y conmovedor relato. Que sea desde la perspectiva del niño lo hace mucho más penetrante en la emoción y en la reflexión. Creo que nadie vuelve completo ni totalmente sano de una guerra, así como de la tortura, la violación o la prisión. Un abrazo, @nancybriti.
La guerra es una de las atrocidades que el hombre ha hecho para autodestruirse, aunque no lo crean. Abrazos para ti, @josemalavem.