Oficio: madre
Desde que la maestra asignó aquella redacción, todos comenzaron a hablar de ella. Llegaba mayo y la maestra veía propicio no solo hablar de las madres sino también de sus trabajos, a qué se dedicaban, cuál era su profesión. Todos los niños del 2 grado B comenzaron a hablar con orgullo y sin piedad de lo que hacían sus mamacitas. Solo Juanito permanecía callado, con la cabeza metida, escuchando a sus amiguitos con cierta envidia, ya que su madre no había estudiado y no trabajaba.
Cuando llegó a su casa y su madre lo vio medio triste, le preguntó qué tenía. Él le contó y la madre sorprendida le preguntó: Cómo que no trabajo? Observa lo que hago cada día y escribe tu redacción, dijo sonriente. Así fue como Juanito hizo su redacción, la cual estaba a punto de leer frente a sus compañeritos que tenían madres abogadas, chefs, enfermeras y pare de contar.
Al fin le tocó a Juanito, quien nervioso comenzó su lectura: mi mamá jamás estudió, por eso quiere que yo estudie; mi mamá no es abogada, pero siempre me defiende; mi mamá tampoco es enfermera, pero cuando estoy enfermo me cuida; mi mamá no es chefs, pero cocina sabroso y hace mi comida preferida; mi mamá no trabaja en la calle, trabaja en mi casa. Ella dice que no tiene un título, pero yo creo que tiene el de mejor madre del mundo, dijo Juanito y se sentó con cierto aire de orgullo.
Hermoso homenaje a las madres humildes, las que son el 90% de la población del mundo, seguramente. En tu relato, recoges muy bien esa condición, de la que ojalá hijos y padres de nuestro suelo hicieran consciencia. Juanito puede ser alguno de nosotros (incluso hembra) que pudiera ayudar a esa revalorización indispensable. Gracias y saludos, @nancybriti.
Gracias por tu comentario, @josemalavem. Creo que estos días son propicios para darle a la madre el sitial que tanto merece. Saludos