Aún me recuerdo a mi misma diciéndo, para poder sentirme agusto necesito tener todo en orden, todo el polvo limpio, pasar la escoba, la fregona, fumarme un cigarrillo fuera mientras se seca el suelo, encender un incienso y disfrutar del orden, del equilibrio.
No digo que ya no me guste esa sensación, pero ya no la siento necesaria, si esta todo patas arriba no pasa nada, porque observando la naturaleza un día aprendí que a veces el desorden, lo que parece estar más enmarañado, es el equilibrio perfecto.