Nube de recuerdos

in Cervantes4 years ago (edited)

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Hay días en los que la soledad arropa, en los que los recuerdos estrujan tan duro el alma, que el dolor se agolpa en los ojos y se desliza como un torrente de lágrimas que brotan de mis ojos, empapando mis mejillas.

Recuerdos que llegan, mientras los pretendo alejar como si de un mosquito ruidoso se tratase; pero siguen allí, dolorosamente presentes, causando el inevitable nudo que se hace en la garganta.

Dicen que se aprende de los errores y es verdad. Lo malo es no poder deshacer esos errores, no haberlos cometido nunca, porque pesan demasiado, es como cargar sobre mis hombros, un saco lleno de bolas de boliche. Estos días han sido asfixiantes, tristes. He atravesado por el mal humor, la ira, la tristeza y el inminente llanto. Esas son las consecuencias de la soledad.

Trato desesperadamente de refugiarme en mis recuerdos de la infancia; vuelvo a esa etapa donde fui inmensamente feliz y veo a mi papá, cuando regresaba del trabajo en su flamante Pontiac (ya un coche viejo para la época, pero él lo amaba y se sentía muy orgulloso de él). Mi hermano y yo, solíamos esperarlo en la puerta y él corría a abrazarnos, con algunas chucherías en sus bolsillos. A veces llegaba con las manos vacías y en ese momento no comprendía que era porque no le alcanzaba el dinero.

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Recuerdo un día de lluvia, en la que por la calle bajaban ríos de agua y papá no llegaba. La angustia de mi mamá fue contagiosa y yo me quedé pegada a la ventana, mientras seguía lloviendo, esperando verle llegar. Se fue acercando la noche y no había señales de papá. De pronto, en la esquina, vi la trompa del carro. La alegría y el alivio que sentí, no se puede comparar con nada en el mundo. Ese día entendí que ni todas las chucherías del mundo, podían compararse con la felicidad de ver llegar a mi papito con bien.

Mamá lo esperaba en la puerta con una toalla tibia y él llegó empapado porque no teníamos garaje techado, aceptando la toalla que mamá le ofrecía. Ella tenía los ojos llenos de lágrimas y ahora entiendo que eran de felicidad. Papá le sonrió y le dio un breve pero cariñoso beso en los labios. Lo teníamos todo.

No teníamos lujos, no éramos personas adineradas y a veces sé que la situación económica era precaria, sobre todo cuando papá enfermó y mamá se convirtió en sostén del hogar. Pero estábamos juntos, reinaba la armonía y el amor en cada rincón de nuestro hogar.

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Una vez mamá se fue de viaje con mis hermanos y yo me quedé con papá. Él desenredó mi cabello y me hizo un par de coletas; me vestí con un pantaloncito rosado y una blusita de volantes que mamá me había hecho. Papá me llevó al zoológico, me compró un globo azul y algodón de azúcar. Fue uno de los días más felices de mi vida.

Hoy, ni papá ni mamá están más conmigo. Se fueron a continuar siendo felices en otro plano. Doy las gracias a Dios desde lo más profundo de mi corazón, por haberme dado los padres y la familia que me dio. No todo el mundo tiene tanta suerte. Ojalá todo siguiera igual que en ese entonces, ojalá el tiempo se hubiese detenido y seguir teniendo el amor de los dos, el refugio de los fuertes brazos de mi papá y la dulce voz de mamá.

Ahora la soledad se apoderó de mi. Me he convertido en una persona triste, reservada y huraña. ¿Consecuencias de la pandemia? ¿Todos nos hemos sentido así en algún momento durante la cuarentena? Es posible.

Era tan fácil ser niña, tan bonito. Cada momento era especial. Los días transcurrían sin prisa, envueltos en esa armonía que teníamos en casa; hasta el olor de las arepitas en el fogón cuando llegaba del colegio, acude a mi mente y el sonido de la televisión, transmitiendo "Los Picapiedra", me llenan de nostalgia, eran tardes llenas de paz.

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En estos momentos en los que no sé cómo continuar, me pongo a pensar en mi vida, en mis amados padres y me doy cuenta que sí puedo con esto y con lo que venga. Siempre me han dicho que soy una mujer fuerte y yo he pensado que no, pero al echar hacia atrás mi casete mental, comprendo que he salido a flote en todo momento. Soy como los gatos, que siempre caen de pie.

Así que seguiré viendo hacia atrás con agradecimiento porque ese pasado lleno de amor, me alimenta el alma, me motiva y me impulsa a seguir. Por mis padres, por esa niña que fui y que en el fondo, continúo siéndolo y por mi hijo, que no merece menos de lo que yo tuve.

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Cosas que escribo

Tu siempre amiga,

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Imagen cortesía de Pixabay, editada con PhotoScape, ambos libres de derechos de autor.

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Vaya! He tenido ese mismo sentido y lo tuve muchas veces de niña, incluso ahora que soy adulta durante el tiempo que papá vivía conmigo. Me angustiaba esperarlo y esperarlo y no verle llegar y sí, es un tremendo alivio verlo asomarse en la esquina y entrar a casa. Debemos darle valor a lo que realmente importante. Un abrazo 🤗

Así es. Esas pequeñas cosas, son las que valen la pena. Gracias mi Eli 💖

Así es. Esas pequeñas cosas, son las que valen la pena. Gracias mi Eli 💖