Ahí estaba sentado en la banca del parque donde ejercía funciones de cuidador. Ya eran las nueve de la noche y la lobreguez se apoderó de cada espacio. Desde el día que cortó esos tres árboles ha decaído paulatinamente, ya ni fuerzas tenía para barrer las hojas y menos para marcharse a casa. Una brisa fría le cubría el cuerpo, tiritaba. Él no creía en la magia negra, pero empezó a sucumbir ante el miedo.
Afligido en sus pensamientos, se arrepentía al recordar cómo su esposa le aconsejaba que no talara esos viejos robles porque tenían un maleficio. Varias personas habían perecido bajo sus ramas. Con mucho esfuerzo logró moverse y cayó en la tierra húmeda. Entonces se fue entumeciendo, su mirada quedó fija en aquel símbolo extraño debajo del asiento. Alucinaba, pronunció palabras en otro idioma y los latidos de su corazón se consumieron en la oscuridad absoluta.
Muy buen relato, @ramisey. La historia calza perfectamente con la imagen fotográfica, y es una historia motivada por esas creencias que permanecen en nuestra gente más común y humilde. Narras y describes los elementos esenciales para lograr este notable microrrelato. ¡Suerte! Un abrazo.
Gracias por tus valiosas palabras. Siempre es un gusto saludarte, nos seguimos leyendo. Un abrazo.
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Excelente contenido!
Gracias por tu comentario.Un gusto saludarte.
El relato se asemeja bastante a la foto, buen trabajo. Saludos.
Agradecida por tu valoración. Saludos.
Buen relato, buena suerte en el concurso. ¡Saludos!
Gracias por tu comentario. Saludos.