Soñar y volar

in Cervantes3 years ago

Gente de Hive: Un breve texto entre la ficción y la realidad. Espero que les guste.
Saludos.

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Cuando era niño, casi adolescente, con frecuencia soñaba no solo que volaba, sino que además flotaba, elevándome suavemente del suelo, con un movimiento poco controlado, algo ridículo, si lo vemos con calma. A veces ocurría sin que mi voluntad interviniera para nada. Daba un paso en suelo firme, y el siguiente solo encontraba aire; el tercero me hacía oscilar como un globo relleno de helio y me levantaba veinte o treinta centímetros del suelo. Esos sueños solían desarrollarse en un pasillo estrecho de la casa, así que extendía los brazos en cruz y me apoyaba en las paredes con las palmas de las manos para mantener el equilibrio.

En otros sueños la ingravidez era voluntaria y mucho más satisfactoria. Yo sabía, más allá de toda duda, que podía levitar elegantemente, dar grandes y suaves saltos en el aire, elevarme hasta las copas de los árboles, desplazarme vertical u horizontalmente a voluntad, descender cuando lo consideraba necesario. Lo más curioso de estos últimos sueños es que cada vez pensaba: “Ah, yo sabía que podía volar. Antes era un sueño, pero ahora es real”.

Finalmente, había una ensoñación más violenta. Era cuando imaginaba que volaba, cuando vivía la fantasía del vuelo destructor. En esos momentos estaba despierto por completo. Echado boca arriba en mi cama, me veía atravesar el techo que saltaba convertido en añicos; luego surcaba el aire bajo el cielo de un azul perfecto y volvía a entrar a la casa rompiendo las paredes, una y otra vez, hasta demolerla por completo. Lo hacía con verdadera furia, y si alguien me hubiera visto, el cuerpo recto en la cama, las manos cruzadas bajo la cabeza, los ojos semicerrados, hubiera dicho que seguía siendo el niño tranquilo que había sido toda mi vida y no la furia vengadora en la que me había convertido.

¿De qué agravios quería vengarme? No lo sé con exactitud. Nunca había sido castigado con severidad ni sufría privaciones. La peor desdicha que había sufrido era el aburrimiento y sin embargo puedo decir que en ocasiones mi corazón rebosaba de odio contra todo lo que me rodeaba. Padres, hermanos, amigos, mis pocos libros, la casa y la ciudad. A veces todo terminaba en una explosión nuclear. Por fortuna, esos episodios no eran demasiado frecuentes. La mayor parte del tiempo me limitaba a rumiar mi imprecisa insatisfacción y a poner una cara amable.

También ignoro si mis sueños de levitación, esencialmente felices, y mis vuelos imaginarios destructivos y feroces, tenían alguna relación. ¿Eran las dos caras del mismo fenómeno, como la naturaleza ambivalente de muchos dioses antiguos?

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GRACIAS POR SU LECTURA. VUELVAN CUANDO QUIERAN

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Cuando era niño me había jurado pasar, por lo menos una noche, sin dormir; quería tener los ojos abiertos solo para mirar la oscuridad, no sé exactamente qué deseaba obtener, pero me daba curiosidad explorar en la oscuridad, tal vez anhelaba descifrar las mentiras de los monstruos o comprobar su verdad. Lo intenté varias veces, pero nunca logré el objetivo y a veces siento que tengo esa deuda conmigo mismo. Saludos, maestro.

Estimado @jesuspsoto, lo que me cuentas resume bastante bien ciertas experiencias de la infancia que cuando nos hacemos adultos más o menos olvidamos. Explorar la oscuridad, como dices, es una idea magnífica, que podría dar origen a muchos cuentos y novelas si nos atreviéramos a seguir mirando.
Saludos.