En la tarde se fue la electricidad; entonces aprovecho la luz tenue que se va a descansar, esa que dibuja siluetas, permite otros encuentros y experiencias.
Sin alterar la poca luz, empecé a darme cuenta lo que modifica, exalta incluso el silencio. Jugar un poco con la iluminación natural te produce otras sensaciones, motiva la imaginación y otras perspectivas; volúmenes, texturas, color, que son miradas para hacer “resonar” lo creativo que hay en ti.
Hay luz en todo lo que veo, destella en lo profundo de tu interior.
Impreciso e imaginario el arte aviva su vastedad. Un camino interno despierta en cada uno de nosotros, se abraza junto a los demás y libra una batalla contra el vértigo enmarañado.
Las sombras y la oscuridad son de índole creativa porque también en el teatro la iluminación para la escena es de vital importancia para crear ambientes, suspensos, atmósferas, incluso, psicológicas. Crea un lenguaje que da desarrollo y coherencia a la historia, como también impulsa sensaciones para fortalecer la estética del espectáculo.
Los grandes artistas plásticos tenían y siguen hoy en día la técnica del “Claroscuro” que “consiste en el uso de contrastes fuertes entre volúmenes, unos iluminados y otros ensombrecidos, para destacar más efectivamente algunos elementos”.
La técnica alcanzaría su madurez en el Barroco, en especial con Caravaggio, dando lugar al estilo llamado tenebrismo.
Yo hice teatro de sombras, para mí fue una experiencia única trabajar con velas, linternas y crear personajes en miniatura que tomaban dimensiones cada vez que se reflejaban, así como el uso de botella de colores que cuando le colocaba la luz de la linterna daban contra el telón texturas y colores.
También en el “teatro de los sentidos”, una representación por espacio donde entra un participante a la vez y hace un recorrido; yo desarrollé la “cámara oscura”, entraban con vendas en los ojos, luego se las quitaban y se sorprendían de la oscuridad, yo interactuaba con ellos en silencio, con olores y sensaciones sutiles, solo duraba tres minutos. Ellos no me veían, me sentían, sin sustos ni nada de eso, claro; lo increíble es que yo los podía ver, luego hacia que confiaran en mí al darles la mano y recorrer solo unos metros que se dimensionaban en su imaginación.
Hay que conocer el efecto que produce la luz, como la luz interior que produce otras luces, como cocuyos que solo nosotros sabemos producir.
Desde el punto de vista personal Las sombras y las luces, son nuestras y nos dan un camino para avanzar seguros, por ahora, juego en esa impresión que trasmite el arte infinito.