Amigos secretos - Relato corto

in Cervantes4 years ago

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Amigos secretos

Uno escucha las historias de los demás y pareciera que todo es un cuento ficticio., algo que nos dicen para impresionarnos. Pero no es así. Lo que le sucede a uno nos puede suceder a todos. Así me pasó a mí. Un compañero de clases, Raúl, llegó un lunes contado lo que le había pasado con su primo el fin de semana. Estábamos en la edad del descubrimiento, esa donde una experimenta hasta no poder más. Que cosa tan absurda, como si la vida fuese un experimento. Había una cierta competencia entre nosotros a ver quien conseguía las experiencias más locas. Raúl había salido a beber con su primo y unos amigos. Era una fiesta cualquiera, solo era una reunión para beber, realmente. Nadie cumplía año ni nada. Había un montón de mujeres, dijo él. No tenía forma de demostrarlo. Esos tiempos no son como ahora, que sacas el celular, tomas una foto y tiene tu evidencia de lo sucedido. Para eso se tenía que cargar con una cámara, eran costosas, aun las compactas que se comenzaban a hacer famosas en esos momentos y que casi todos teníamos una. Pero aun así era un riesgo cargar una encima porque nuestros padres no nos dejaban. Raúl nunca antes había bebido, él era el cerebrito del salón, de los que uno se burla porque solo se la pasan leyendo y estudiando. Ese fue su primera vez en la bebida. Andrea, la chama más famosa y codiciada por nosotros los hombres del liceo, que está en el último año, le convidó un trago de ron. Alardeó y se inventó un par de cosas con ella, de que estuvieron bebiendo toda la noche y bailaron y que la manoseó. Que todo fue una maravilla, hasta que les tocó volver a casa y el amigo de su primo que iba manejando, el carro robado de su papá, chocó. Se metió contra un poste y atropelló a una persona que luego murió. Ahora está preso el amigo de su primo. Y eso si es verdad, lo de Andrea no.

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Andrea y yo hemos sido amigo desde hace un año, en secreto. Nos conocimos por casualidad en una reunión de representantes. Mi mamá no tenía con quien dejarme esa tarde, así que fui con ella; Andrea tenía que salir con su mamá esa tarde a comprar unas cosas. Estaba terminantemente prohibido que los padres llevaran a los hijos, porque no había quien los vigilara, y podía pasar lo que pasó con Carlos Urdaneta hace tres años. Nuestras mamás nos tuvieron que dejar juntos en la biblioteca pública que está todavía cruzando la calle de la escuela. Nos hicimos compañía sin decir mucho, solo nuestros nombres y poca cosa más. Ella era hermosa y muy amable, educada y refinada, delicada. Parecía que se iba a caer en cualquier y romper en cualquier momento, que no podía evitar tener esa sensación de preocupación, quería extender mis manos y sostenerla con delicadeza. Me sonrojaba cada vez que me veía y sonreía. Esa fue nuestro primer encuentro. Luego, unos días después, una tarde cuando salía de mi hora con la terapeuta escolar noes encontramos en el pasillo, y estaba solo para nosotros. Así permaneció largo rato. Esa vez si pudimos hablar. Nos sentamos en el pasillo por un buen rato. Yo era de los pocos estudiantes que asistía con regularidad a la terapia escolar y todos lo sabías, y se burlaban de mí por eso. Me pusieron muchos apodos despectivos, y nadie se quería juntar conmigo. Esa fue la escusa para que fuéramos amigos en secreto, no quería someterla a esas burlas. Pero con el tiempo ella fue mostrando nuestra amistad a los demás.

Las cosas empezaban a cambiar. Sus amigos me comenzaron a hablar y a invitar a jugar pelotica de goma con ellos, al futbol. Pero yo tenía problemas para socializar, siempre los he tenido. Me costaba mucho, ella me animaba. Algunas personas me seguían viendo raro y seguían burlándose de mí, eso nunca cambió ni ha cambiado hasta el sol de hoy. No todas las cosas pueden cambiar, es imposible. Eso no evitó que me comenzaran a invitar a sus fiestas. Eso no evitó que yo intentara pertenecer a su grupo. No hay peor cosa que imitar a los demás, complaciéndolos, con solo de sentirse aceptado o querido. Yo quería sentirme que podía ser como ellos, así que comencé a beber, luego a drogarme. Así perdí a Andrea, ella decidió dejar de ser mi amiga, por la persona que me había convertido. Por el mundo que ella me había presentado, pensando que eso me haría ser mejor persona. Como si el mundo construyera héroes. Los héroes se construyen en el silencio, no en el alboroto del mundo.

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En una de esas tantas fiestas, uno de los chamos me dijo que tomara el carro de su papá y fuera por más droga en casa de un amigo. A la vuelta un policía me pidió que me detuviera. No encontraron la droga y tuve que pagarle para que se hiciera de la vista gorda que un chamo de 15 años, tomado iba manejando. Me bajé durísimo de la muja, me dejó limpio el policía, pero no importaba, porque no estaba preso. La emoción de la libertad en ese estado y esa condición me maldijo. Al dar la vuelta y tomar la avenida tuve un accidente, y Jesús, el primo de Raúl, salió disparado por el parabrisas. Gracias a Dios, él sigue vivo, pero, yo, estoy muerto.


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Es un relato muy interesante, lleno de elementos vivenciales propios de los jóvenes (tú lo eres) que sabes recoger bastante bien e incorporar a una historia que nos sorprende en su final. Creo que hay unos detalles a resolver en la narración (en su estructura y referentes internos) para que la historia logre la coherencia debida. Y también mejorar unos aspectos de escritura (supongo que mecanográficos). Pero, sin duda, es un relato de mucho valor. Saludos, @spavan697.

Muchas gracias por tu apreciación y evaluación, @josemalavem. Las tomaré en cuenta. Es un cuento que aun tengo en revisión. Me sentí un poco seguro de él y lo publiqué. Rivisaré y volveré a corrregir.

Saludos.

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