Manuscritos perdidos de Jonas Vergel - Día 6

in Cervantes4 years ago

Ilustración


«Nuestra memoria es un mundo más perfecto que el universo: le devuelve la vida a los que ya no la tienen.»

—Guy De Maupassant


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Día 6

El silencio es muy tranquilizador, te hace olvidar cualquier pena lacerante en tus entrañas. El ambiente es agradable y fresco, esencial para una madrugada plagada de reposo. La habitación se ha vuelto clara ahora, ¿será que ya es de día? ¿O simplemente esto es una simulación del tiempo de mi planeta para no descontrolar mi reloj biológico? Sea como sea, me siento descansado y radiante de paz.

La alcoba donde me encuentro es tan luminosa como las nubes que son bañadas por los rayos del sol. Posee una anchura de nueve metros de distancia hacia cualquiera de sus lados, con una simetría geométrica perfecta; y una altura que desde lo alto se puede apreciar que se trata de una habitación rectangular.

Desde que estoy aquí, no he perdido el tiempo de estudiar cada cosa y detalle que encuentro aquí, al principio, me sentía desorientado y falto de memoria de como resulté en este lugar, sin embargo, gradualmente empecé a asimilar este lugar y mis temores se fueron disipando; era como si una influencia consoladora e invisible me tuviera entre sus brazos susurrándome palabras de alivio y serenidad.

Por supuesto que al principio, mi actitud no era del todo dócil, puesto que al encontrarme encerrado aquí, quería buscar una salida a como dé lugar. Vislumbré la puerta a la que he intentado abrir en numerosas veces y de distintas formas: golpeándola, embistiéndola, arrojándole objetos, pero sin ningún resultado. Me quedé varado por un instante pensado que hacer nuevamente y mientras lo hacía, miraba la habitación y todo lo que contenía.

El suelo es de mármol blanco al igual que las paredes y el techo, la luz que iluminaba todo como si fuese un cuarto diurno, provenía de una ventana que se encontraba a la altura de la cama, la cual, estaba pegada a la pared del fondo; era una cama no muy ancha pero muy cómoda, cada vez que me recostaba en ella sentía un profundo alivio.

Hacia los lados, hay estanterías con libros, hay muchos de ellos y al ojearlos, me di cuenta que tratan de diferentes temas como ciencia, filosofía, biología y estructuras diversas de la cosmovisión, me parece muy extraño tratándose de seres alienígenas que no manipulan muy bien mi lenguaje, pero deduzco que este ambiente está diseñado así para mi conformidad.

En el medio de toda la estancia, hay una mesa de madera con una lámpara de noche en su lado derecho, con hojas blancas en su otro extremo puestas ordenadamente y lápices de carbón con sacapuntas en sus cajones, era un escritorio bastante completo con todos los elementos necesarios para una buena escritura. Aquí me encuentro sentado escribiendo esta larga carta, con esperanza de que sea leída por otras personas en la Tierra, especialmente por mi esposa y mi hija.

Enfrente de mí hay una repisa que sobresale de la pared, junto a la entrada de salida, allí se encuentran mis cosas, cada una de ellas. Las revisé por completo y no falta ninguna, incluso llevo puesto uno de mis uniformes del trabajo pero limpio y con aroma agradable. Parece que estos seres se esmeraron en que tuviera una estadía confortable, puesto que me dieron de comer los manjares más ricos de mi planeta. Siendo sincero me siento feliz y satisfecho de no tener que comer esa asquerosidad gelatinosa del planeta en el que me encontraba.

Había un baño hacia el lado izquierdo de la habitación, era un pequeño cuarto con inodoro, regadera, jabones, un lavamanos al pie de un espejo, crema dental, un cepillo de dientes y lo más importante, ¡agua potable que sale de sus tuberías! Comencé a sentirme más calmado. Al cabo de unas horas mis niveles de ansiedad comenzaban a desaparecer, no sé si es por la comida que ingerir que tenía alguna especie de sustancia paliativa, o quizás el encontrarme en este sitio confortable con tiempo suficiente para pensar me producía un considerable efecto de sosiego.

Nunca supe en realidad que es lo que pasa conmigo, pero actualmente me siento muy apegado a este lugar. Mis ganas de huir de aquí desaparecieron, mi necesidad por saber lo que hay afuera de estas cuatro hermosas paredes se disiparon. Al principio me apretaba las manos como manifestación de la ira que me producía estar encerrado, ahora me siento sereno, posado en un ambiente de quietud con condiciones que alimentan mis esperanzas.

Ellos me prometieron que al revelarme el motivo por el que me trajeron, podré ser libre y volver con mi familia. Hoy desperté con muchas ganas de terminar de escribir mi carta, siento que debo dejar algo plasmado, algo que muchas personas deben leer. Necesito que mucha gente conozca mi historia especialmente mi familia, sea lo que sea que vaya hacer, espero que pueda cambiar el curso de muchos corazones. Ya no veo a esos seres como mis enemigos, al contrario siento que están en la cumbre de mi intimidad.

Esta mañana desperté y noté irrisoriamente que la puerta de la habitación se encontraba abierta, de hecho, ya no está, como si la hubiesen desmantelado de su base; era solamente un portal, con nada que pudiera detener el paso. No siento ni la más mínima atracción de huir de aquí, quiero quedarme y terminar mi historia. Este lugar se ha convertido en mi refugio, en mi salvaguarda que me llena de paz mientras espero el gran objetivo por el que fui traído.


Escrito por @universoperdido. Sábado 8 de agosto del 2020

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