Una tarde de invierno me acosté en el sofá de mi casa, distraído por un momento no percaté que mi hija afuera de mi casa le acariciaban su rostro suave y delicadamente. De pronto mi esposa desesperada por no ver a la pequeña y exaltada me dice y Martita donde esta? Corrí con mi cuerpo encogido de susto y abrí la puerta de un jalón, al ver en el jardín como disfrutaba de aquellas hermosas flores y como el agua de la lluvia caía suavemente sobre su rostro, mi desespero y todo el frío del momento desapareció. Con solo verla mi cuerpo se cobijó de tranquilidad inmensa, porque había llegado a mi mente aquella persona que había abusado de una niña y solo quedó el rastro de sus huellas.
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