Español
Hola amigos, hoy era el día. El día en que finalmente podría celebrar el cumpleaños de mi hija, un festejo que la distancia y las circunstancias habían postergado.
Su cumpleaños había quedado atrás. El trabajo me había llevado a otro estado de Venezuela, lejos de su sonrisa y sus abrazos. Pero la promesa de resarcir el tiempo perdido había estado presente en cada llamada, en cada mensaje.
Y hoy, esa promesa se materializaría. La llevaría a un lugar especial, un sitio nuevo que había surgido en la ciudad: "La Ruta". Un espacio donde las hamburguesas y los helados eran los protagonistas, pero la compañía y las risas serían los ingredientes principales.
Al llegar, sus ojos se iluminaron. La Ruta era un espectáculo de colores y aromas, un paraíso para los amantes de la buena comida. Pedimos nuestras hamburguesas favoritas, cada una con ingredientes únicos y deliciosos. Devoramos cada bocado entre charlas y risas, creando recuerdos que atesoraríamos por siempre.
Luego, llegó el turno de los helados. La variedad era asombrosa, desde los sabores clásicos hasta las combinaciones más audaces. Ordenamos un sabor exótico.
Mientras disfrutábamos de nuestros helados, el tiempo se detuvo. Las preocupaciones y el estrés del trabajo se desvanecieron, dejando espacio solo para el presente, para la conexión con mi hija.
Al salir de La Ruta, la noche había teñido el cielo de estrellas. Mi hija me tomó de la mano y me agradeció por el día. Sus palabras fueron un regalo invaluable, una confirmación de que el amor y la presencia trascienden cualquier distancia.
Este cumpleaños postergado se había convertido en una noche inolvidable, un capítulo más en nuestra historia. La Ruta había sido el escenario perfecto, pero el verdadero ingrediente mágico fue el tiempo que compartimos, un tiempo que nadie ni nada podría arrebatarnos.
English
Hello friends, today was the day. The day I could finally celebrate my daughter's birthday, a celebration that distance and circumstances had postponed.
Her birthday was behind me. Work had taken me to another state in Venezuela, far from her smile and hugs. But the promise to make up for lost time had been present in every call, in every message.
And today, that promise would materialize. He would take her to a special place, a new place that had emerged in the city: "La Ruta". A place where hamburgers and ice cream were the protagonists, but company and laughter would be the main ingredients.
When they arrived, their eyes lit up. La Ruta was a spectacle of colors and aromas, a paradise for lovers of good food. We ordered our favorite burgers, each with unique and delicious ingredients. We devoured every bite amidst chatter and laughter, creating memories we would treasure forever.
Then it was time for ice cream. The variety was astounding, from classic flavors to bold combinations. We ordered an exotic flavor.
As we enjoyed our ice cream, time stood still. The worries and stress of work faded away, leaving room only for the present, for the connection with my daughter.
As we left La Ruta, the night had tinged the sky with stars. My daughter took my hand and thanked me for the day. Her words were a priceless gift, a confirmation that love and presence transcend any distance.
This delayed birthday had become an unforgettable night, another chapter in our story. The Ruta had been the perfect setting, but the real magic ingredient was the time we shared, a time that no one and nothing could ever take away from us.
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