Creo que el liderazgo no debe ser reducido a una simple clasificación de “bueno” o *“malo”. Es un fenómeno demasiado rico y diverso para encasillarlo de esa manera. Lo que realmente importa es cómo un líder influye en quienes lo rodean, cómo aborda los desafíos y cómo contribuye al crecimiento colectivo. En lugar de buscar etiquetas, deberíamos centrarnos en comprender y apreciar la complejidad del liderazgo, reconociendo tanto sus fortalezas como sus áreas de oportunidad.
Y quizás, al dejar de lado estas categorías rígidas, podamos acercarnos a una visión más matizada y empática del liderazgo, una que celebre la humanidad detrás de quienes asumen el desafío de guiar a otros. O se es un líder o se es un malemadrista.
Wooo esta genial lo que dices, no ser tan rigido y verlo desde un punto mucho mas flexible, me encanto.