La música ha sido, desde tiempos inmemoriales, un poderoso catalizador de la creatividad, en el ámbito personal, he experimentado de primera mano cómo las melodías y ritmos pueden abrir las puertas de mi mente, permitiendo que fluyan ideas que, de otro modo, habrían permanecido atrapadas en un rincón oscuro, por ello cada vez que coloco música, me sumerjo en un mundo sonoro, siento que mi imaginación se expande, como si cada nota fuera un empujón que me lleva a explorar nuevas posibilidades.
Siempre que me encuentro atascada en un proyecto y no logro avanzar, porque las hojas en blanco se burlan de mis intentos de escribir, recurro a la música para que está hiciera su magia, generalmente escojo una lista de reproducción instrumental, en cuestión de minutos, el ambiente cambia, porque las melodías suaves y envolventes comienzan a fluir a través de mí y las palabras empiezan a surgir.
La música se convirtió en el hilo conductor que unió mis pensamientos dispersos, y antes de darme cuenta, podía escribir más de lo que había planeado.
La música no solo me inspira, sino que también me motiva a seguir explorando mis habilidades, cada vez que escucho una canción que me toca el alma, siento un impulso de crear algo propio es como si la música me dijera "Vamos tú puedes hacerlo".
La música es la compañera constante en este viaje, dónde la creatividad no tiene límites.
Por otro lado, la lectura también juega un papel fundamental en mi desarrollo personal y creativo, porque cada libro que abro es una ventana a un mundo nuevo, lleno de ideas y perspectivas que nunca había considerado, la lectura me motiva a seguir aprendiendo y a desafiar mis propios límites.
A menudo, encuentro que las historias que escribo generalmente se entrelazan con la música y lectura es allí donde se convierten en un cóctel explosivo de creatividad, donde cada elemento potencia al otro.
Sin embargo, no todo es tan serio en este viaje creativo, a veces, me encuentro en situaciones cómicas que me recuerdan que la creatividad también debe ser divertida una vez intenté escribir un poema mientras escuchaba una canción de rock que mi hijo tenía de fondo y la combinación de la intensidad de la música y mis intentos de ser profundo resultó en un poema que sonaba más como un grito de guerra que como una obra de arte, al final, me reí de mí misma y decidí que, a veces, la creatividad puede ser un poco caótica, pero eso es lo que la hace tan emocionante.
Por tanto la música y la lectura son dos fuerzas poderosas en mi vida que me motivan a seguir desarrollando mis habilidades creativas, ambas me inspiran, me desafían y sobre todo, me recuerdan que la creatividad no tiene que ser un proceso serio, después de todo, si puedo reírme de mis propios intentos fallidos, estoy segura que puedo enfrentar cualquier desafío creativo que se me presente.
Cada uno de nosotros se nutre con elementos diferentes para potenciar su talento, lo importante en este caso es construirlo para llegar y nutrir a otras personas, ser una cadena de conocimiento y creatividad, porque la sociedad lo necesita.
Fotografía principal editada en Canva.
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Nos vemos en mi próxima publicación.
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