Hola chicos, el día de hoy quiero compartir con ustedes una serie de autorretratos que hice para un ejercicio de un taller de fotografía que estoy haciendo relacionado a la identidad visual.
El primer ejercicio sería lo que definiría la direccion del proyecto final del taller, el cual tiene una duracion de 4 semanas. Para esta primera entrega quise hablar de algo que me quemaba por dentro: la percepción de mi cuerpo para otros.
La base para crear este concepto fue mi diario de 2015.
Foto objeto: mi diario de 2015. Este diario reúne muchas frases dolorosas y mucho sufrimiento respecto a mi peso, mi color de piel y mi cuerpo no hegemónico en una época donde ser blanca, delgada, estar afeitada, tener senos pequeños y puntiagudos, era ley. Si no, nadie te miraba, eras objeto de burla en internet y en el colegio.
Mi diario reúne las frustraciones de mi cuerpo: el odio que le tenia, cómo lo veía a través de los demás y lo doloroso que se sentía no poder cumplir mis metas de rebajar. Veía que todas lo lograban, pero yo estaba en una etapa depresiva y ansiosa de mi vida donde comer era mi único refugio. Cada día escribía y me motivaba desde el maltrato exigiéndome rebajar, poniéndome metas, pensando en verme delgada para el muchacho que me gustaba en ese momento y para dejar de ser objeto de burla. Era tan doloroso el proceso con mi peso que comencé a comer a escondidas porque mis compañeras de clase siempre me reclamaban sobre lo mucho que comía en las mañanas. Incluso me obligaban a trotar y hacer ejercicio conmigo, me motivaron a comprar maquillaje y a intentar ser más femenina, más delicada. Pero nada de eso era yo: todo me generaba un vacío muy inmenso.
La foto que decidí entregar es una intervención de mis estrías + las palabras de mi diario, pensando en cómo las palabras de odio me atravesaron por siempre y ahora se sienten como cicatrices que aún no curan bien. Mi obsesión por rebajar se quedó tatuada en mis defectos físicos.
Autorretrato basado en mi cuerpo no hegemónico: un cuerpo imperfecto, con estrías, cauchos y rechazado por la sociedad.
Mis senos caídos, mis manos de vieja, mis dedos gordos y mi estómago imperfecto
Muchas veces se burlaban de mis senos caídos, mis estrías, mi barriga, la forma de mi cuerpo (que era como un circulo), mis manos de “vieja” nada femeninas ni suaves, el tamaño de mis piernas. No me gustaba verme al espejo y odiaba mi desnudez. Dejé de disfrutar la comida y cada bocado sabía a culpa, a estría, a cauchos, a gordura. Siempre estuvo mal ser gorda.
Y pienso en lo doloroso que es que muchos de mis referentes respecto a la media (revistas, televisión, internet, twitter) eran asesinos de los cuerpos diversos. Un cuerpo gordo significaba enfermedad, asco, descuido, inseguridad, falta de autoestima. Glorificaban lo impecable, desde el color de piel hasta la piel limpia sin estrías, sin arrugas, ni manchas. Y así es como la experiencia de ser una adolescente es algo increíblemente doloroso que deja cicatrices eternas.
Debemos crear un futuro más sano para que los cuerpos diversos sean algo normal. Recuerden: delgadez o gordura no es sinónimo de estar sanos o estar enfermos. Nuestros organismos son distintos entre sí y la forma de nuestros cuerpos también. Adaptarnos a los estándares europeos es doloroso, más que todo cuando estamos transitando cambios, estrés, depresión o simplemente estamos transitando en la vida.
Una muestra de amor al otro es amar el cuerpo diverso y cuidarnos más allá del físico, entendiendo que cada quien es dueño de sus decisiones, de su comida y que eso no los invalida.
Casi nadie se abre de esta manera. Que lo hagas probablemente signifique que has ido sanando. Continúa ese camino 💚