Hoy estaba hablando tranquilamente con una amiga sobre lo mucho que me hacen daño ciertos tipos de frutas que me gustan mucho. Quizá mi organismo es muy sensible pero no puedo comer algunas frutas de estación porque me causan molestias gastrointestinales. ¿Cómo una fruta me puede causar problemas? ¿es una alergia?, pues no… solo que mi estómago al consumir algunas frutas produce muchos gases que se acumulan en mi organismo y es tal la sobrecarga que no encuentran la manera de salir de una manera normal, ustedes saben…
La pumalaca, oh, deliciosa manzana tropical o como sea que la llamen, por más deliciosa y refrescante que sea siempre termino en el mismo punto, con el abdomen abultado por la concentración de aire, pareciendo una embarazada de al menos cinco meses. Con una sola basta para desatar este problema que me deja eructando como todo bárbaro sin tener mucho control, porque vamos a ser honestos, mejor afuera que adentro.
Me resulta imposible ser discreta porque cuando la crisis de los eructos llega no puedo parar, ¿Por qué lo haría? Tienen que salir, aunque la gente piense que me lo invento; mi mamá que sufre del mismo raro trastorno ha parado al hospital creyendo que tiene alguna enfermedad terminal y en medio de una ecografía descubre que solo son gases que se han filtrado en lugares imposibles de creer para el que no ha vivido esto. Llegamos hasta el punto de tener que soportar enormes dolores de cabeza que no los alivia nada sino el liberar la presión que los gases ejercen en ciertos puntos de las vértebras espinales, hasta los pulmones y estpmago.
Una simple banana me ha provocado, no solo gases, sino también una molestia súper incomoda y esta es el reflujo gástrico en forma de una espuma que puede llegar a atragantar.
Y no, la respuesta es que no tengo gastritis, sino que es una reacción de mi cuerpo a ciertas frutas que me gustan mucho, pero que tengo que evitar.
¿Por qué este título tan curioso? Y si, lo sé, estoy hablando de mis problemas de salud que ya suficiente tienes con los tuyos, eso también lo sé, pero a lo que quería llegar y en lo que estaba pensando más concretamente es que estas frutas no me hacen daño, en cambio, son muy buenas para la salud, refrescantes deliciosas, llenas de vitaminas y minerales, etc…
…estas frutas no me hacen daño a mí, ellas no se compran solas y se meten en mi boca.
Yo me las como por voluntad propia y sabiendo que me producen malestar, soy yo misma la que me hago daño.
En resumen… Así me siento yo, como la mujer de esta imagen, ¿ilustra mucho no?
No es lo que como lo que me hace daño, soy yo misma que me lo como la que se hace daño. Esta es mi reflexión.
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