Después de la caminata que me había dado hasta llegar al prado Ancho, me senté a los pies de la torre del observatorio, en la parte que da al encharcamiento, y saqué mi cuaderno de esbozos. La esencia de ese día frío y nebuloso, todavía invernal, impregnaba todo el paisaje y le daba a la vista un carácter etéreo.
El viento movía los carrizos que flanqueaban el improvisado camino que algunos animales habían abierto para acercarse a abrevar. Producía un extraño ruido sibilante. Pero no era, para nada, molesto. En la distancia, más allá de la planicie de aguas que se fundían con el blanco en la lejanía, se vislumbraba la silueta de la orilla de la isla de los Asnos, que parecía flotar en el aire, difuminada en la niebla.
Hola soy Ramaco. Muy buen trabajo de acuarela. te invito a mi blog para que veas mis acuarelas @ramaco54
Muchas gracias. Me pasaré.