
Fuente
Ayer tuve un mal día. Uno que pudo ser bueno, o por lo menos regular, pero que se mal logró desde el primer momento, hasta convertirse en uno, que a partir del común de mis días como punto de referencia, se ganó a pulso el adjetivo de malo.
Su llegada se anunció desde el día anterior, pero no lo vi venir, o mejor dicho, no pensé que se materializara. Me faltó visión, tanto a futuro como de mi pasado, para ser capaz de anticipar las consecuencias de ceder ante la tentación de unas inocentes palomitas acarameladas a domicilio. Lo sé, suena a chiste, pero no lo es.
Todo comenzó porque quise ver una película y se me antojó hacerlo acompañado de unas palomitas. En mi ciudad hay dos cadenas de cine a las que puedes comprarles palomitas a domicilio, y estás vienen en diferentes sabores y combinaciones, pero todas en un tamaño gigante, ideal para compartir con la familia, pero excesivo para una sola persona.

Fuente
Estaba solo, y sabía que eran demasiadas palomitas para mí, pero aún así las pedí, y cedí ante la tentación, y después, aunque menos descaradamente, también ante la gula; dos pecados capitales en menos de una hora. Si dieran puntos extra por pecar en combos, seguro que me daban unos por mi 2x1 logrado gracias a las palomitas.
Pedí un mix que estaba en promoción, mitad palomitas clásicas, mitad palomitas acarameladas, acompañado de dos refrescos de lata, que venían incluidos, y si bien no me gasté las palomitas, comí las suficientes para que amaneciera al día siguiente con el estómago revuelto, lo que acabó siendo el detonante inicial de mi mal día.
La molestia del estómago afectó mi humor y estado de ánimo mucho más de lo esperado, y si se hubiera tratado de un día en que no tuviera nada por hacer, no habría habido mucho problema, pero era una día en que tenía bastantes cosas que hacer, y no estaba de humor para hacerlas.

Fuente
A partir de ahí todo fue remar contra-corriente. Fue una lucha constante conmigo mismo, un terapiarme yo solo para ignorar mi malestar físico y anímico, y al no funcionar esto, un buscar maneras de minimizarlo y/o contrarrestarlo, que como han de imaginar, fracasaron.
A partir de ese momento mi cerebro se dividió en dos bandos. Uno que no quería hacer nada porque no se sentía bien, y otro que le decía al primero que estaba exagerando, que no era para tanto, y que se pusiera a hacer lo que tenía que hacer, lo que obviamente no sucedió, o mejor dicho, sucedió a medias.
Dicen que no hay peor enemigo que uno mismo, y doy fe de tal afirmación. Mi día fue un serie de postergaciones, cada una seguida de su conflicto interno correspondiente de culpa y frustración, todo intercalado por ratos de trabajo poco productivos e inconexos. Al final no hice lo que quería hacer, pero encontré salidas para, hoy que escribo esto, poder terminar lo que dejé a medias, y poder hacerlo con tranquilidad.

Fuente
Porque a todo lo anterior hay que sumar que muchas veces exageramos demasiado las cosas y nos ahogamos en un vaso de agua, uno que cuando estamos en él nos parece un océano lleno de esas criaturas fantásticas de la mitología clásica, que en cualquier momento nos pueden aniquilar.
Pues a mi vaso de agua de ayer se sumaron varios acontecimientos, que si bien en otras circunstancias habría considerado menores, no me lo parecieron tanto y le echaron más sal a la herida. Fue el caso clásico de la bola de nieve que crece hasta aplastarte. Y me aplastó bastante bien.
Lo curioso de estos días es la culpa que viene con ellos, la auto-recriminación por dejarse afectar por algo menor, porque cuando se trata de cosas realmente serias, aunque resultemos más afectados, la manera en que lo manejamos es diferente.

Fuente
Cuando, por ejemplo, tenemos un accidente en carretera del que salimos ilesos, a pesar de lo serio de la situación, nos sentimos hasta agradecidos, porque las cosas pudieron haber sido mucho peores, y vemos las cosas hasta con optimismo, con esperanza. Esto tiene mucho que ver con que, o las cosas estuvieron fuera de nuestro control, o realmente pudo habernos ido mucho peor de lo que nos fue, y viéndolo desde una perspectiva más amplia, tuvimos suerte.
Es curioso como las causas de las cosas les dan diferente dimensión. No es lo mismo morirte porque resbalaste con un cáscara de plátano que no viste, a que te haya atropellado un coche que no te vio a ti. El resultado es el mismo: tu muerte, pero en el primer caso parece ridícula, y en el segundo parece trágica.
Bueno pues lo mismo aplica a otras cosas, por no decir que a todas. Es cuestión de perspectiva, de subjetividades, no de hechos. Y en este caso los hechos parecen triviales, pero las consecuencias, si dejamos de lado juicio y prejuicios, no lo son tanto.

Fuente
Al final el día quedará atrás, como muchos más que le antecedieron, y dejarán su enseñanza: no abusar de las palomitas acarameladas, porque como todo exceso, tiene sus consecuencias. Parece chiste, pero no lo es, no toda enseñanza tiene que ser aparentemente trascendente para tener valor, a veces las pequeñas cosas son las que más enseñan, a veces las piedras más pequeñas son las que provocan las avalanchas. Muchas gracias por leerme, y hasta la próxima.
©bonzopoe, 2025.


Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.

¡Felicitaciones!
Estás participando para optar a la mención especial que se efectuará el domingo 2 de marzo del 2025 a las 8:00 pm (hora de Venezuela), gracias a la cual el autor del artículo seleccionado recibirá la cantidad de 1 HIVE transferida a su cuenta.
¡También has recibido 1 ENTROKEN! El token del PROYECTO ENTROPÍA impulsado por la plataforma Steem-Engine.
1. Invierte en el PROYECTO ENTROPÍA y recibe ganancias semanalmente. Entra aquí para más información.
2. Contáctanos en Discord: https://discord.gg/hkCjFeb
3. Suscríbete a nuestra COMUNIDADEntra aquí para más información sobre nuestro trail. y apoya al trail de @Entropia y así podrás ganar recompensas de curación de forma automática.
4. Visita nuestro canal de Youtube.
Atentamente
El equipo de curación del PROYECTO ENTROPÍA