Miguel Cabrera: camino al salón de la fama

in GEMS4 years ago

La sola mención de Miguel Cabrera implica evocar los innumerables galardones, logros y hazañas que ha ido conquistando a lo largo de sus casi dos décadas en las Grandes Ligas. El pelotero por los Tigres de Detroit es acreedor de fabulosos números que constatan tanto sus habilidades innatas como las que ha adquirido con mucho esfuerzo y empeño, que le han permitido convertirse en el líder de bateo indiscutible de la Liga Americana y en alguien que siempre supera las expectativas.

De Miguel Cabrera solo se puede esperar que rompa récords y establezca nuevas marcas. Ha ganado 7 veces el bate de plata, ha sido líder jonronero, en remolcadas y en promedio, por lo que podemos decir que, cada día que pasa en el diamante, sus batacazos revolucionan al béisbol profesional.

La leyenda del oriundo de Maracay ilustrará las páginas de los libros de historia del béisbol y su imagen quedará plasmada para siempre en la mente de sus seguidores y, por qué no, también en la de sus rivales, que lo recordarán como uno de los mejores jugadores que se hayan visto en los últimos tiempos. Según la opinión de los expertos, dado a su tremenda capacidad de juego y de todos los logros cosechados, Cabrera posiblemente ya tenga un puesto asegurado en el prestigioso Salón de la Fama.

Su carrera profesional comenzó a partir de su debut con los Marlins de Miami en el primer partido de la temporada el 20 de junio de 2003, en el que enfrentaron a un Tampa Bay que demostró una férrea defensa y que no cedía ante nada. En ese entonces contaba con 20 años. Ambos equipos estaban empatados por una rayita y se vieron obligados a ir a entradas extras, pero sería el propio Cabrera quien tuviera la última palabra que definiría el encuentro. En la parte baja del inning 11, con un corredor en segunda base, bateó su primer vuelacercas por el jardín central del Pro Player Stadium dejando en el terreno a las mantarrayas.

En ese preciso instante, en medio de la embriaguez de la victoria, el venezolano ignoraba que acababa de dejar su primera marca en la historia del béisbol al convertirse en el tercer jugador en dar un batacazo de jonrón ganador en su debut en las grandes ligas, hito que había sido logrado primero por Billy Parker, en 1971, y después por Josh Bard, en el 2002.

De esta manera espectacular comenzaría su meteórico ascenso en la liga de los profesionales del béisbol y muy pronto sería bautizado por la prensa con el apodo de “joven promesa”. El criollo resultó ser una de las piezas claves que contribuyó en la conquista del segundo título mundial de los Marlins a costa de los temibles Yanquis de Nueva York.

En la primera entrada del cuarto juego de la final, el 22 de octubre de 2003, Miguel Cabrera descargó un cañonazo directo a las gradas contra el lanzador Roger Clemens, para dirigir a los mayameros a una victoria de 4 por 3, con la que pudieron igualar el clásico a 2. Más tarde, ganaron el siguiente par de encuentros para coronarse campeones.

En una entrevista realizada al siguiente año, el maracayero afirmó que quisiera que todas las temporadas que tuviera en los venideros años fueran similares a la anterior, pero para lograrlo se necesitaba un arduo trabajo, un equipo bien preparado y algo de suerte. Esperaba que ese no fuera su único título en su flamante carrera y que su nombre sea tema de conversación por mucho tiempo, que se hablara de él sobre diferentes temas y no siempre girando alrededor de la única vez en la que participó en la serie clásica. Se comprometió a entrenar más duro con la meta de poder conseguir aquellas cosas que son indispensables en el progreso profesional de una persona.

Asimismo, aseguró que lo más importante que le ha sucedido fue precisamente alzar el trofeo de la Serie Mundial, al que considera como uno de los eventos más impactantes en su aventura profesional en el béisbol porque se convirtió en campeón del mundo y uno de los favoritos de la liga.

En el transcurso de su campaña como joven jugador, conectó un promedio de bateo de .268, con 12 jonrones y 62 empujadas. Al final de su primera temporada queda de quinto lugar en la votación del premio al novato del año, quedando como ganador su compañero de equipo Dontrelle Willis, y vigésimo séptimo en la elección del Jugador Más Valioso en la Liga Nacional.

Cuando puso un pie en la liga de los profesionales, Cabrera se dijo asimismo que no podía desaprovechar la oportunidad, no tanto por el fracaso en sí, sino por el hecho de que las oportunidades no llegan dos veces en la vida, sobre todo en este deporte donde hay abundantes peloteros de calidad que pueden desplazarte con suma facilidad.

Y el venezolano hizo lo correcto en la siguiente campaña del 2004, que jugó completa. Logró su primer campeonato conectando 33 batacazos de vuelta entera y empujando 112 rayitas a casa. Finalizó con promedio de .294, recibiendo más votos para el MVP subiendo al puesto 22 del escalafón. Su enorme esfuerzo y talento invertidos en cada enfrentamiento fueron recompensados cuando lo seleccionaron para participar en el Juego de las Estrellas. A este famoso evento asistirá de manera intermitente hasta el 2016.

A medida que pasaba el tiempo, Miguel nunca desaprovechó las oportunidades cuando estas se le ponían delante de los ojos, en consecuencia su hoja de vida se iba enriqueciendo un poco cada vez con cada hito sobrepasado. Ganó dos veces seguidas el Premio Bate de Plata en 2005 y 2006 con los Marlins de Florida; los otros 5 los obtuvo portando el uniforme de los Tigres de Detroit. Cabrera es junto con José Altuve los venezolanos que más veces han conseguido dicho premio, teniendo este último 5.

Entre sus últimas hazañas notables con el equipo de Florida antes de su partida, se posicionó como el cuarto jugador histórico de las Grandes Ligas en conectar 50 dobles y 25 cuadrangulares en una campaña antes de llegar a sus 24 primaveras. El primer pelotero en establecer esta hazaña fue Hank Greenberg, en 1934; luego le seguirían Alex Rodríguez, en 1996, y Albert Pujols, en el 2003. El 23 de agosto de 2006, bateó su vuelacerca número 100, y al año siguiente, establece topes personales con 34 jonrones y 119 carreras impulsadas y consigue un sólido promedio de .320 en su cuarta y última campaña portando la camisa número 20 del pez espada, poniéndole así un sabor único a su memorable etapa en la Liga Nacional.

A mediados de diciembre del 2007, la directiva de los Marlins de Miami tomó la dolorosa decisión de desprenderse de dos de sus estrellas, Miguel Cabrera y Dontrelle Willis, consciente de que no podrían costear los honorarios futuros de ambos jugadores que iban en ascenso en la liga al igual que el valor de sus contratos. El equipo los intercambió con los Tigres de Detroit por 6 de sus peloteros.
El criollo se despidió de su primer hogar dejando como legado asombrosos números, en 4 temporadas y medias coleccionó 138 jonrones, 523 remolcadas y un promedio al bate de .313, cosechados en 720 juegos.

En ocasiones en el mundo del béisbol, el cambio de ambiente puede traer resultados favorables que logran que un pelotero pueda explotar todo su potencial, y en el caso de Miguel Cabrera no sería la excepción. Su llegada a la casa de los bengalíes coincidiría con el despegue a lo más alto de su carrera y que ahora en adelante realizaría fabulosas demostraciones de sus mejores habilidades en mucho de sus partidos que estaban por suceder.

El ahora primer base de 25 años que portaba nuevo uniforme se preparaba para tallar en el muro de los inmortales una de las más brillantes carreras de un beisbolista en tiempos recientes.

Esa fue la jugada de los Tigres con la que buscaban estructurar el equipo fortaleciendo sus capacidades ofensivas, en consecuencia aseguraron inmediatamente los servicios de su nuevo jugador estrella, el 22 de marzo de 2008. Cabrera alcanzó un acuerdo con Detroit sobre una extensión de contrato de 8 años valorados en 152,3 millones de dólares.

En ese momento, el acuerdo era el cuarto más grande en la historia del béisbol, detrás de los firmados por Alex Rodríguez, Derek Jeter y Manny Ramírez. El acuerdo también fue el más grande en la historia de los Tigres, superando al contrato de 5 años y de 75 millones firmado por el venezolano Magglio Ordóñez en 2005.

Se crearon muchas expectativas a su alrededor a comienzos de la temporada de 2008 por el contrato millonario que acaba de firmar y por la propia curiosidad que sentían tanto la prensa como los espectadores por observar su desenvolvimiento en su primer año en la Liga Americana.

A pesar de los cambios y los ajustes en bateadores y lanzadores, y con la llegada del venezolano, el equipo de Detroit tuvo un inicio de pie izquierdo al perder 6 encuentros seguidos. Aunque esto no desanimó a Miguel Cabrera para sacar a relucir lo mejor de sí mismo, incluso en medio de la tormenta por el hecho de que Detroit no pudo alcanzar la postemporada, y dejaría estampado en el registro de esa campaña asombrosos números, además de cosechar nuevos logros personales.

Participó en 160 enfrentamientos con 616 turno legales, para dejar un promedio de .292, 37 batacazos fuera del terreno y 127 carreras impulsadas. Se proclamó campeón jonronero de la Liga Americana y conectó el imparable número 1000 de su carrera.
Al siguiente año, el 23 de agosto, el maracayero llega al millar de juegos en las Grandes Ligas. El 28 de mayo de 2010 establece un logro personal, al empalmar tres vuelacercas en un solo partido por primera vez en su vida. Tras esa temporada, logró dos títulos en la Liga Americana, el primero como campeón empujador al impulsar 116 rayitas al plato en 150 encuentros, y el segundo es también campeón bate con promedio de .344, es el tercer criollo en quedar como líder en bateo por detrás de Andrés Galarraga y Magglio Ordóñez.

Pero 2012 fue una temporada diferente en la que se destacaría a un nivel nunca antes visto, en palabras del mismo Cabrera, ha sido su mejor año en el béisbol. Desde que Carl Yastrzemski ganara la Triple Corona 1967 nadie más había podido conseguir tal hazaña que ya parecía imposible, tal vez incluso irrepetible, hasta que llegó el venezolano y sorprendió a todo el mundo, incluyendo a los encargados de redactar los libros de historia del béisbol de ligas mayores, que ahora debían incluirlo a él. Y por si fuera poco, fue distinguido con el prestigioso premio del Jugador Más Valioso, volviéndolo a ganar el siguiente año.

En resumen, desde el 2013 hasta la actualidad, el venezolano ha ido mejorando sus marcas, ganando premios, rompiendo récords y, sobre todo, haciendo historia. Ha jugado en total 2458 partidos, conectados 2866 imparables, bateado 487 cuadrangulares, anotado 1457 carreras e impulsado 1729. En 2020 sembró otro nuevo récord, al convertirse en el pelotero criollo con más rayitas anotadas en las Grandes Ligas, superando de ese modo a Bob Abreu.

Muchos se han preguntado si Miguel Cabrera tiene lo necesario para formar parte del Salón de la Fama. Es uno de los mejores jugadores de los últimos tiempos que ha pisado el terreno de las Grandes Ligas, sus números y logros así lo confirman. Podemos compararlos con lo registrado por uno de los miembros del club de las leyendas Vladímir Guerrero, que son muy similares, dado que terminó su carrera profesional con 449 cuadrangulares, promedio de .318, 2590 hits y 1496 remolcadas. Por lo que le debería servir al venezolano como baza para que cuelguen su imagen en Cooperstown. Y aún le quedan otros 4 años portando el uniforme de los Tigres de Detroit para seguir mejorándolos antes de un posible retiro, cuando tendrá la edad de 40 años.

Al sol de hoy Cabrera no despierta el mismo interés mediático de antaño, aunque continúa esforzándose al máximo nivel y demostrando su presencia. Había perdido algo de su brillo allá por el 2017 cuando comenzaron las lesiones a hacerse algo común en él, rigidez de la espalda, dolores en tobillos y rodillas y sobrepeso, que le han venido reduciendo su calidad de rendimiento y tiempo de juego. Sin embargo, tomó conciencia de su situación y empezó a mejorar sus condiciones físicas, para la temporada del 2020 se presentó en el terreno de juego con 11 kilos menos y sin sentir dolores o molestias. Lo que auguraba una espléndida campaña fue truncada por la pandemia de coronavirus, que redujo la cantidad de partidos.

Luis Aparicio es el primero y único venezolano en ser exaltado al Salón de la Fama, Miguel Cabrera tiene un caso sólido para convertirse en el segundo, pero otro compatriota suyo podría adelantarle, nada más ni nada menos que Omar Vizquel. Pero para nosotros los venezolanos no nos importa el orden de entrada, sino que ambos lleguen para así alzar el nombre de Venezuela en lo más alto.

Aviso: las fotos le pertenecen a sus legítimos dueños.

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