¡Oh muerte! ¡Ángel de la tempestad! Vienes hacia mi, cual nube negra de tormenta, a cubrirme con tu oscuridad. ¡Deseas arrebatarme hasta el ultimo suspiro de vida, con tus malignas garras!
Muerte si tu deber es llevarme al eterno descanso, al silencioso sepulcro, procede entonces con tu oscura y detestable labor, ¡te ruego me liberes de esta atadura, de este interminable sufrimiento! Liberame de esta indestructible agonía que me atormenta con cada latido de mi corazón, con cada respiro de mi pobre y cansada alma.
Solo otra pequeña petición agregare a mis moribundas suplicas, querida y despreciable muerte.
Dame la oportunidad, dame la fuerza suficiente para pronunciar el adiós antes de mi partida.
Déjame ver, déjame tocar el rostro de mis seres amados. Permiteme decirles que todo estará bien.
Que este es solo el final de un largo viaje para dar inicio a otro, cuyo destino es allá en el firmamento, juntos a las estrellas.
Donde mi energía se convertirá en los destellos del sol cada día, cada amanecer. Donde brillare en el claro de luna cada noche. Donde me esparciré en el indomable viento, para cubrirlos y llevarme sus tristezas y pesares.
Muerte, querida muerte, solo quiero decirles que los amo, y los amare por siempre.