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La patrulla
Era el último cliente por pagar antes del cierre del negocio, mientras esperaba el turno pensaba en los rumores que circulaban en las redes sociales, las penalidades aplicadas a quienes cogían en la calle después de la hora, iba desde el trabajo comunitario de limpieza en los hospitales que atendía la pandemia, hasta prisión, si se es reincidente.
Detrás de mí, escuché caer las rejas y miré con resignación con cada paso, la soledad de la cuesta que debía recorrer hasta mi residencia. Una voz de alto por megáfono confirmó mis temores.
¿Correr o paralizarme? Pero ¡que delito hay en querer alimentar a tu familia! Con aplomo me detuve y volteé para dar frente a la situación. De la patrulla, bajó la pareja de policías.
—Ciudadano ¿qué hace en la calle después del toque de queda?— Exclamó con dureza la mujer policía.
—Regreso a casa con la comida para mi familia, la acabo de comprar en el abasto.— Respondí con un tono respetuoso.
El otro policía me apuntaba con el arma, como si yo fuera una amenaza.
—Ciudadano sabe que está trasgrediendo una ordenanza cuyo objetivo es su propia seguridad.
—Si.— Contesté resignado bajando la mirada.
—Entonces, ¿Por qué lo hace?
Levante la mirada para verla fijamente a los ojos diciéndole nuestra triste realidad.
—¿Qué haría usted si su familia no ha comido en dos semanas, por culpa del fallo en los servicios públicos? Yo me ganó la vida por internet y es hasta hace un rato que pude obtener dinero.
—Entienda ciudadano que no hay excusas para violar las leyes. Replicó la dama.
—¡Tiene razón! Entonces vaya y atrape a quienes no garantizan el derecho al trabajo, yo pago mis impuestos puntualmente. Bueno, ahora no, porque los servicios están caídos. Si quieren, llévenme detenido, pero por lo menos dejen entregarle el alimento a mi familia.
—Venga con nosotros, entre en la patrulla.
Sin mediar palabra entré al vehículo pidiéndome la dirección. En diez segundo estaba al frente de mi casa.
—Baje y entregue la comida.— Me dijo impávido el conductor.
Bajé y caminé directo a la puerta de la casa, mi pequeña hija se abalanzó sobre mí, el sonido del motor hizo voltearme y ver a la patrulla alejarse de nosotros.
Fin
Una micro ficción original de @janaveda
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