El Hombre y sus Símbolos: el Ojo

in GEMS5 years ago

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Aparte de su psicótica fijación por los órganos sexuales, aquél excéntrico genio que aconsejaba a los artistas a no buscar la perfección porque nunca la encontrarían, Salvador Dalí, pensaba que en el ojo se encontraban el presente y el futuro.

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Dado que eran íntimos amigos y de hecho, truhanes compañeros de aquelarres etílicos, que se desarrollaron principalmente en aquellos años en los que crearon la denominada Cofradía de Toledo, puede que esa declaración le sugiriera al director de cine Luis Buñuel la famosa escena de su película surrealista, ‘Un perro andaluz’, en la que una mujer joven se cortaba uno de sus ojos con una cuchilla de afeitar, posiblemente con la intención de romper todo compromiso con el futuro, afiliándose a un presente, en el que cabría aplicar la sentencia latina de Carpe Diem: vive el momento.

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Los antiguos egipcios, quizás la cultura más fascinante que haya existido sobre la faz de la Tierra, creían que el ojo era el padre de todo, porque a través de él, los hombres podían contemplar el mundo que les rodeaba.

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En su arte –lineal, como lo definía el historiador anglo-americano, Erwin Panofski- solían representar al ojo mirando de frente, con la obsesiva inmutabilidad de lo eterno, detalle que posteriormente fue adoptado también por los pintores románicos, hasta el punto de que a más de un investigador le sugería la idea de una mirada inefablemente perdida en la Eternidad.

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Precisamente de la Eternidad, morada infinita de Dios, el ojo sugería también el concepto ineludible de vigilancia, que derivado a esos fieles servidores de la divinidad, los ángeles, en la mentalidad medieval, sin duda influenciada por corrientes netamente orientales, sugería la idea de múltiples ojos, tanto en rostro, como en manos, pies y alas, para indicar el concepto de lo absoluto, de que ningún detalla escapaba a su mirada.

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Más sutiles, quizás, los grandes artistas del Renacimiento, representaban a Dios como el Ojo que todo lo ve –de hecho, tal representación todavía se conserva en los billetes norteamericanos- enmarcado dentro de un triángulo, símbolo que, además, para el Cristianismo representaba la Trinidad.

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No es de extrañar, por tanto, que siendo el ojo, además, el más potente transmisor de sentimientos, esté considerado, con mucho acierto, como el espejo del alma.

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Fuentes Fotográficas: Ermita de la Vera Cruz, Maderuelo, Segovia. Ermita de San Baudelio, Casillas de Berlanga, Soria. Museo Thyssen Bornemisza de Madrid. En ninguna de estas fuentes se me restringió el uso y utilización de ninguna de las fotografías que complementan la presente entrada.

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AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual.

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