Cuenta una antigua leyenda celta, que en los bosques y los prados existen portales que te pueden llevar a mundos mágicos o lugares tenebrosos según sean utilizados por hadas o por brujas. Les llaman anillos de hadas o corro de brujas.
Dicen los conocedores, que hay personas que tienen un don para encontrarlos, pero que son muy pocos los que de verdad intentan cruzar a través de ellos. Los que tienen suerte, van a sitios hermosos de bienaventuranzas y suma felicidad. Y todos regresan transformados espiritualmente.
Los menos afortunados, en cambio; pueden ser llevados a inframundos de angustia y desesperación, donde quedarán atrapados para sufrir eternamente. Entre esos están las decenas de desaparecidos o extraviados en los viajes y excursiones.
Muchos aseguran que esos portales son mera mitología o que solo existen en Europa. Creo que los que piensan así, no les tocó vivir la experiencia que me ocurrió en un viaje a Mérida, en Venezuela hace ya algunos años.
Fuimos tres amigos a recorrer los hermosos sitios de esa región, famosa por sus picos, valles y su gran teleférico. El viaje estaba planificado para una semana, pero por lo ocurrido solo duramos tres días.
Ese día fatal -que se convirtió en el último sin saberlo- nos acaeció cuando estábamos realizando una visita a una zona aledaña al paramo de “La Culata”, buscando una posada de la cual nos habían hablado maravillas.
Nos perdimos en un paraje muy hermoso, Con un verde prado y las cinco águilas blancas de fondo, que hacía ver mediocres las centenares de postales y fotos hermosísimas que todos conocemos de Mérida.
De verdad, la belleza y magnetismo que emanaba el lugar salía de lo común y corriente. De pronto, nos encontramos con un pequeño bosquecillo que nos asombró porque sus árboles no parecían autóctonos o endémicos de la zona en cuestión.
Sin percatarnos nos separamos, distraídos por lo singular del lugar y ese fue nuestro gran error.
Fotografiamos cada sito que encontrábamos, cada árbol, cada centímetro, con la seguridad de que eran pocos los que habían estado allí, y queríamos ser los primeros en darlo a conocer.
Cada uno por su lado, llegó a un claro donde había unos círculos concéntricos formados de pastos y algunos de flores muy hermosas, Nos volvimos locos tomando fotos en diferentes ángulos y perspectivas.
Uno de mis compañeros y yo nos adelantamos, para seguir explorando el sitio que no era muy largo en extensión. Cuando llegamos al final, esperamos un tiempo prudencial y al ver que el otro compañero no aparecía, nos devolvimos a buscarlo con un mal presentimiento.
Para nuestra sorpresa, no lo encontramos por ninguna parte, a pesar de que lo buscamos por horas. Fuimos a buscar unos rescatistas para profundizar la búsqueda y cuando regresamos asombrosamente el lugar había cambiado y el bosquecillo no apareció por ningún lado.
Cuando quisimos mostrar las fotos, todas, absolutamente todas; se habían borrado de nuestras cámaras digitales.
A pesar de que pudimos marcharnos, fuimos objeto de una investigación policial: por desaparición forzada y presunto asesinato. Pero afortunadamente salimos absueltos.
Fue un episodio muy oscuro de nuestras vidas, que tardé mucho tiempo en procesar, y que solo pude entender parcialmente cuando supe de los llamados anillos de hadas.
Termino el post con una advertencia: no se confíen de los parajes hermosos, porque pueden convertirse en una trampa de la cual no podrán salir nunca más. Hasta pronto.
## ¡¡¡Asegúrate de visitar Gems !!!
Buen relato que mezcla elementos de fantasía y superstición, vividos en una experiencia personal @tipu curate
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