Un día un hombre llego a la comunidad perdido, cansado y con hambre casi desmayado, la mayoría de los indígenas estaban escondidos en su casas de paja, solo salió un anciano a llevarle agua y algunas comidas, nadie más se le acercó y así paso horas hasta llegada la noche tumbado en el suelo. A la media noche una niña acompañada por el anciano le da una bebida que el extraño toma en pequeños sorbos, toda la noche sonaron las maracas entrando de esa manera el extraño en un sueño profundo y largo.
Cerca de un poblado muy distante unos mineros encuentran al extraño algo confuso y perdido casi delirando, contando cosas que había visto, tocado y parpado, construcciones inmensas en ruinas algo dorada, caminos de piedras, ríos de agua clara y diversos sonidos tonales de las maracas, la gente se preguntaban si era el dorado visto en sueño o en realidad visitado en persona.