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Hace tres años que no visitaba la casa de la madre de Sofía, quizá porque hace cinco decidimos separarnos y seguir cada quien su camino, o porque hace seis, nuestra hija, el vínculo de amor que nos unía, alzó las alas para surcar el blanco cielo…
Toronto, Canadá 2013. Sofía correteaba sin parar por los pasillos de la casa, de cariño le decíamos “pan de leche”. Sus gigantescos ojos destellaban en la majestad blancura porcelana de su cara, contaba con apenas cinco años. Llenaba de luz los oscuros momentos de tormento al verla desvanecerse; al recuperar el sentido, sus rojizos labios se movían para decirnos: - “todo va a estar bien”. A los pocos días regresábamos a casa, y como una tormenta en el desierto bañaba el silencio sepulcral de las luces apagadas. “Hola casa, ya estoy aquí”, gritaba Sofía en carrera por la escalera al piso superior que daba a su habitación pintada de rosa y llena de muñecas.
Una mañana de abril 2018, manejé de prisa. Sofía se había desmallado en la escuela. Hay personas comunes, otras satinadas, otras brillantes y de vez en cuando hay una de ellas incandescente, cuando la vez, nada se le compara. Para todos en la escuela, así era Sofía, una fuente inagotable de luz.
Los médicos, siempre nos dijeron que deberíamos estar preparados para cuando Sofía se convirtiera en adolescente, esa, esa era la esperanza de vida para nuestro pan de leche. Pensé que aún disponíamos de dos años más, pero la biología de Sofía nos jugó una mala pasada. Siempre eran hemorragias por la nariz, la boca…, esta vez, prácticamente, Sofía, se había hecho mujer.
Esa noche, cuando por unos instantes recobró el conocimiento, escuché cuando dijo: “papá, todo va a estar bien”. Una línea dentada se estiraba como una cuerda horizontal en el monitor de signos vitales, seguido de un ensordecedor sonido. Enfermeras y médico de guardia se apersonaron en la sala para sencillamente darnos el sentido pésame.
Como todas las noches, desde su nacimiento; me incliné y besé la frente de mi amada Sofía, dándole la bendición; pero esta vez, un adiós… Adiós amor, adiós…
Hoy, domingo de resurrección, su madre y yo fuimos a llevar flores y pasar un rato con Sofía. Una canción acompañada de la guitarra para…, cumpliría 15 hermosos años junto a nosotros. Pronto volveremos a estar juntos.
It has been three years since I last visited Sofia's mother's house, perhaps because five years ago we decided to separate and go our separate ways, or because six years ago, our daughter, the bond of love that united us, took to the skies...
Toronto, Canada 2013. Sofia ran endlessly through the corridors of the house, we affectionately called her “pan de leche” (milk bread). Her gigantic eyes sparkled in the porcelain-white majesty of her face, she was only five years old. It filled the dark moments of torment with light as we watched her fade away; as she came to her senses, her reddish lips would move to tell us: “Everything is going to be alright”. A few days later we would return home, and like a storm, it would wash over the sepulchral silence of the extinguished lights in the desert. “Hello home, I'm here,” Sofia would shout, running up the stairs to the upper floor that led to her pink-painted, doll-filled room.
One morning in April 2018, I drove in a hurry. Sofia had collapsed at school. There are ordinary people, some satiny, some shiny and sometimes there is one of them incandescent, when you see one, nothing compares to it. For everyone at school, this was Sofia, an inexhaustible source of light.
The doctors always told us that we should be prepared for when Sofia became a teenager, that was the life expectancy for our loaf of milk. I thought we still had two more years, but Sofia's biology played a trick on us. It was always haemorrhages from the nose, the mouth…, this time, practically, Sofia had become a woman.
That night, when she regained consciousness for a moment, I heard her say, “Dad, it's going to be all right”. A jagged line stretched like a horizontal string on the vital signs monitors, followed by a deafening sound. Nurses and the doctor on duty came into the room to simply offer their condolences.
Like every night since her birth, I bent down and kissed the forehead of my beloved Sofia, giving her a blessing; but this time, a goodbye… Goodbye love, goodbye… Goodbye… Goodbye love, goodbye…
Today, on Easter Sunday, her mother and I went to bring flowers and spend some time with Sofia. A song accompanied by the guitar for…, she would be 15 beautiful years with us. Soon we will be together again.
Yay! 🤗
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Esta historia me partió el corazón, no puedo dejar de llorar. Que débil es el ser humano y que fuerte a la vez. Cómo se soporta la partida de una hija. Una niña encantadora. Tampoco el amor de los padres pudo con ese dolor y se separaron.
Que historia amigo.
Ánimos.
Tío, recuerdo esos tiempos de tormento, esos tres años que la tristeza ter consumía, gracias a Dios, Matthew vino a llenar esa vacío. Un abrazo con mucho amor. TQM.
Dios siempre te bendiga Gilda. Gracias por ser parte de mis vivencias. Un abrazo en la lejanía. También te quiero muuuchooo...
I hope Sofia is alright now? I love her courage because she speaks it out loud that it is going to be alright
It take only a brave one to have such deep faith that everything will be fine
She never let the situation drown her which makes me love her spirit
My dear virtual friend @princess-dara, my daughter, passed away from leukaemia in March 2018. Last April 9th, she would have been 15 years old....
Oh am so sorry to hear that
May her beautiful soul rest in peace 🕊️