Un rey, enfrentando a su hermano traidor, se negó a convertirse en asesino. En un giro inesperado… La daga que su padre le regaló años atrás se convirtió en la herramienta de justicia que puso fin a la amenaza. La sangre derramada no fue en vano; fue la salvaguardia del reino y la paz. Triste que siempre tengamos que tener batallas para concebir la paz…
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Hola amigo, Si. a veces pienso, que los gobernantes amantes de las guerras, deberian pelearse entre ellos para resolver sus conflictos, sin involucrar a sus pueblos y las perdedidas de vidas inocentes.
Saludos y gracias por tu visita