En la esencia humana yace la sombra,
maldad tejida en la trama del ser.
Un veneno que emana sin medida,
contamina el alma, destruye la piel.
La malicia humana, como plaga voraz,
se esparce sin tregua, sin compasión.
Infecta corazones, envenena mentes,
devasta el mundo con su vil acción.
En el eco del egoísmo resuena el lamento,
la compasión, perdida en un mar de desdén.
Las almas se pierden en la vorágine del mal,
una maldición que parece no tener fin.
Irreversible, la naturaleza humana parece,
sin remedio para el mal arraigado.
Una porquería que lacera la vida de todos,
dejando cicatrices imborrables, sin cuidado.
Mas, entre sombras, resiste la luz tenue,
la esperanza agónica de un cambio posible.
¿Redención? ¿O la condena eterna
de una humanidad que a sí misma destruye?