Cuéntame una historia: Juancho y Pancho

in Freewriters2 years ago (edited)




Fuente Wikipedia

Esta es mi participación de Cuéntame una historia, iniciativa semanal de la comunidad de @freewriters.club



Esta es la historia de Juancho y Pancho, le pasó al amigo de un amigo, ustedes saben, el primo del hermano de un vecino.

Pancho era un llanero de esos que abundan en las llanuras de Venezuela, hombre bonachón y conversador, arreador de vacas, de los que montan caballos y usan sombrero de pelo e’ guama. No es como los vaqueros que uno ve por televisión, esos que llevan un revólver en el cinto y espuelas en sus botas. No.

Resulta que Pancho andaba pasillaneando por la sabana, buscando ese gran árbol de ciruelas que le habían comentado, dulcitas como la miel, decían. Estas ciruelas a diferencia de las que ustedes conocen, no son moradas, éstas son pequeñas y de pepa, semilla o huesito (llámela como desee) grande; tienen poca carne y para aquellos que necesitan saber como se llama su nombre científico pues es Spondias cirouella Tussac, o eso dice Wikipedia.

Volviendo al cuento…

En las llanuras, el sol suele ser inclemente y Pancho sudaba a chorros bajo el catire. Pronto, se quitó el sombrero pa’ echarse aire con él, como lo hacen todos. Fue entonces que le llamó la atención el reflejo plateado de un río. Recordó muy bien lo que le había dicho su amigo Picure: “el árbol de ciruelas más dulces está tras un río, no tiene pérdida”.

Le decían así porque había nacido con un defecto en la boca y generalmente comía de lado como esos animalitos.

Pancho apuró su caballo pa’ llegar rápido. Se veía ahí mismito el río y Pancho podía distinguir el árbol al otro lado, pero como todas las cosas que suceden en el llano, cuando te dicen que es “ahí cerquita”, ten la seguridad que estás como a 20 cuadras del lugar; así que Pancho se dio su tiempo para llegar a su destino.

A la orilla del río, la temperatura estaba más fresca. Pero de pronto su caballo relinchó nervioso.

“Quieto Azabache”, calmó Pancho dándole unas palmaditas.

Quizás era el calor, pero había olvidado algo importante sobre el árbol de ciruelas. Pancho echó una mirada y un par de ojos lo miraron de regreso con malicia, por encima de la superficie del río. Era el popular Juancho, un cocodrilo muy conocido por su ferocidad, sus 6 metros de largura y su hábito de surcar las aguas del río Manzanares. Quizás era un lagarto, Pancho no tenía la menor idea de cuál era la diferencia entre ambos animales, pero era lo menos que le preocupaba en ese momento.

Juancho aguardaba paciente, deseoso por probar la carne de Pancho. Hacía tiempo que no comía, habían comenzado las lluvias y la mayoría de los animales se iban a beber agua a otro lado.

Pues, ni corto ni perezoso, con el hambre que tenía, Pancho pensó que era mejor esperar que irse. El pie del árbol estaba full de ciruelas y para los ojos de Pancho eso era un crimen. Pero la tarde ya caía, así que hizo una fogata y con el fuego encendió un cigarrillo. Lo más seguro era que por la madrugada Juancho ya se habría cansado de esperar y se habría ido a cazar a otro lado. Para Pancho no era problema levantarse de madrugada, acostumbrado a ordeñar las vacas muy temprano, era una costumbre pararse a las 3 de la mañana.

Colgó su hamaca y se puso a contar estrellas. De inmediato se durmió. Pancho soñaba con tener la barriga llena por la mañana de las sabrosas ciruelas y Juancho a su vez soñaba que se echaba boca arriba sobando su panza, con sus patitas cortas, llena de Pancho.

Como un reloj, Pancho se paró a un cuarto para las tres.

La madrugada estaba clarita porque había luna llena. Todo estaba en calma, uno que otro sapo croaba a la orilla del río. Pancho echó una mirada a las aguas y no vió nada sospechoso, por lo que se echó al río sin hacer mucha bulla y nadó hasta el otro lado.

Ahí estaba el árbol de ciruelas, cargaíto e’ ciruelas. Con el hambre que tenía, Pancho se jartó de ciruelas de inmediato.

Aún estaba oscuro, así que buscó un lugar donde echarse pa’ echar un camarón hasta que saliera el sol.

De repente, soñoliento escuchó el crujir de unas ramas y al abrir los ojos lo que vio fue la gran boca de Juancho abierta junto con una hilera de colmillos deseosos de hincarse en su pellejo, del susto se le salio un peo y dos pepas salieron disparadas como balas matando en el acto al pobre Juancho.

Fue así como Pancho salió con vida de ese predicamento. No me crean, le pasó al amigo de un amigo, pero dicen que ahora Pancho se anda por la sabana luciendo unas lujosas botas de cuero de cocodrilo.

Si deseas participar, visita el siguiente link:

https://hive.blog/hive-161155/@freewritehouse/cuentame-una-historia-11-de-junio-de-2023

Me gustaría invitar a @giocondina y @mariela53.

Hasta la próxima.

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