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El tiempo

Cansado de morar en este cuerpo
que se cansa de andar siempre despierto,
que no le alcanza el día para soñar,
que sólo sueña un futuro incierto.

Cansado de esperar la odiosa muerte;
solitario, como en un desierto;
viendo pasar las horas por el rostro,
con el rostro, de penas descubierto.

Pero aún hay tiempo de saldar las cuentas;
hasta el más desdichado de los inexpertos
puede salvar los dados de su vida
si deja de medir sus desaciertos.

Porque puede que aquello que extrañemos
no sea el lugar que ahora yace muerto;
puede que el tiempo sea lo que añoramos,
su pérdida nos da este desconcierto.