Saludos, amigos. Casi no llego a tiempo, pero aquí les comparto el poema que escribí para esta ocasión:
Las manos del mimo
Bajo las luces del semáforo
con el aforo de las calles
vestidas de blanca seda
buscando algunas monedas
sin aplausos ni clamores
frente impacientes conductores
gráciles cumplen la rutina
alegrando vidas citadinas
en días de sol o de lluvia
(esos que la mayoría repudia)
armonizadas con el destino
ríen las manos del mimo.