"Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos"
Mis estimados amigos, hoy me acerco a ustedes apartando cualquier formalidad, manual de estilo, posturas y palabras melifluas y/o rimbonbantes; quiero ser simple y llana en mi disertación acerca de un tema que me ha tocado la fibra más honda de mi ser. El mismo me ha hecho brotar lágrimas, no pocas, a la vez que ha sido motivo de grandes reflexiones de vida durante esta semana. Les compartiré mis apreciaciones sobre "La indiferencia".
La indiferencia
Una breve definición del término:
Indiferencia, del latín indifferentĭa, es el estado de ánimo en que una persona no siente inclinación ni rechazo hacia otro sujeto, un objeto o un asunto determinado. Podría tratarse de un sentimiento o una postura hacia alguien o algo que se caracteriza por resultar positivo ni negativo.referencia
Soy una mujer entre muchas de las que van a pie. Cada día que vivo sobre esta faz terrenal procuro agradar a Dios, busco crecer como ser integral y ayudar lo más que puedo a mis semejantes. Los tres aspectos son para mí inseparables: "si quiero ser vista con gracia ante Dios, pero mi vida no es cónsona con sus principios mal está que espere su aprobación. Más allá de esto: "Si quiero adorarle pero mi actitud ante la necesidad de mi prójimo es nula, es una adoración falsa, expresamente a esto se refiere el profeta Isaías (cap. 58 de su libro).
Para poder alguien ser llamado seguidor de Jesús, será necesario que este se solidarice con todos los que sufren, con el desvalido, con aquel contra quien se comete agravio. Veo con tristeza cómo hoy la indiferencia puede llegar a ser una de las formas de violencia más atroces.
Qué hermoso sería el mundo si los seres humanos, sobre todo los que dicen seguir a Jesús se involucran en la solución de las crisis de sus coterraneos. Si aportásemos, de nuestro arcenal, las armas para combatir tanto mal; en lugar de argumentar: "yo no soy culpable de que haya tantas personas pobres".
Pregunta del Indiferente:
“¿Soy yo, acaso, guarda de mi hermano?”
Una manera de probarnos si estamos cayendo en una actitud indiferente ante el mundo es respondiendo a esta pregunta mileraria que Caín formuló a Dios: “¿Soy yo, acaso, guarda de mi hermano?” (Génesis 4, 9b).
Ante esta interrogantes quiero darte la más contundente de las respuestas: ¡SÍ!. Por supuesto que debes cuidar de tu hermano; el bienestar de tu prójimo también te atañe.
La oración más ferviente que jamás he leído es la de Jesús clamando por los suyos:
Dile ¡No! a la Indiferencia
La indiferencia es un error básico de la mente y conduce a la insensibilidad, la anestesia afectiva, la frialdad emocional y por ende, enfriamiento espiritual. Cuando te veas tentado a ser indiferente ante la situación o crisis de tu prójimo recuerda que esto no es sano, que es lo más fácil más no lo más conveniente.
La indiferencia es una actitud destructiva no solo para el que la recibe si no para el que la trasmite. Esta no es agradable, por el contrario, va en detrimento de todo lo bueno de ser hombres y mujeres hechos a imagen y semejanza de Dios.
Para el que es indiferente, esta actitud o emoción negativa llega a ser una máscara tras la cual se oculta una persona que se autodefiende del miedo al dolor. De allí que lo mejor es derribar estas murallas y dar lugar a las mejores potencialidades anímicas y espirituales que puede contener el alma humana.
¡Bien vale la pena intentarlo!
Yo sueño con un mundo lleno de gente más solidaria.
¿Qué me dices tú?
Fuente de Imágenes Fuente 1 Fuente 2 Fuente 3 Fuente 4
Bella cuenta @cervantes, siempre apoyandonos. Un abrazo enorme