No sé si es que las piedras conservan las vibraciones de quienes entrar a orar o son energías de la misma tierra multiplicadas entre las paredes y bóvedas, o tal vez el aroma del incienso y los cirios.
Tengo pendiente dedicarle una visita a una cercana que incluye un monasterio, que al parecer es de clausura.
Si me dejan, le saco fotos a las monjas y si no a los santos nada más.
Salud, feliz día.