La crianza es una experiencia fascinante, maravillosa. Eso de ver como el pequeño bebé que llegó indefenso a nuestros brazos, cada día se hace más independiente hasta que decide alzar su propio vuelo, no creo que tenga equivalencia con ninguna otra vivencia que pueda tener un ser humano.
No obstante el placer que tiene criar a los niños, no todo es un jardín de rosas y, como todo en la vida, tiene sus momentos de sobresaltos.
Recuerdo las angustias que vivía cuando los hijos eran bebés. Estaban de lo más tranquilos y de pronto estallaban en llanto, o les subía la temperatura sin previo aviso. Lo peor es andar completamente a ciegas, sin tener el menor indicio de qué puede estarles ocurriendo. Como no se pueden comunicar con palabras ni con gestos, es casi imposible saber lo que les ocurre. Allí lo que cabe es esperar con paciencia y si la situación empeora, pues salir corriendo al hospital.
Ese tiempo creo que es uno de los más difíciles.
Luego hay otro tiempo complicado, cuando empiezan a explorar la necesidad de libertad en los años de la adolescencia. Allí los cambios que viven en sus cuerpos puede volverlos muy inestables, algo completamente lógico por cierto. El bombardeo de hormonas que se reciben en el cuerpo a esa edad es capaz de desquiciar a cualquiera. Entonces algunos muchachos se vuelven respondones, otros se deprimen, en fin, ellos sufren y nosotros también.
Ese tiempo de la adolescencia tiene otro componente importante, es la edad en la que se incrementa la exploración sexual, entonces los muchachos comienzan a verle la importancia a la vida social y a la privacidad. Ya quieren andar más tiempos solos, cultivar sus propias amistades; lo normal, hacer su propio mundo.
En general mis hijos no me dieron mayores preocupaciones en la época de la adolescencia y logramos acordar una convivencia en la que ellos podían hacer las cosas propias de su edad, sin someternos a mi esposa y a mí a angustias extremas.
Distinto fue mi caso. A mí me pegó el gusanito de la rebeldía, un buen día decidí reinventar el mundo. De ser toda la vida un muchacho sumiso y obediente pasé a ser un contestatario. Dejé crecer mi pelo, hacía mis propias sandalias y me dio por explorar los caminos del peligro urbano. Afortunadamente la mano de Dios nunca me desamparó, aunque yo me empeñaba en negar su existencia.
Esos años de mi adolescencia fueron muy duros para mi madre, para mi padre también, porque el viejo se desesperaba al no lograrme controlar. Pero era mi madre la que tenía que cargar con mis problemas personales, más los que mi padre le sumbaba encima por culpa mía.
A veces mi madre cuando se molesta me echa en cara lo que la hice sufrir en aquel tiempo. Yo le digo: mamá, era algo que necesitaba para ser mejor. Después de esos años donde hice algunas tonterías logré encontrar mi propósito en la vida. Y al día de hoy ella reconoce que fue así.
La crianza siempre tendrá sus momentos de alegría y uno que otro de pena, pero es una experiencia transformadora, en la mayoría de los casos para bien.
Gracias por tu tiempo.
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English
Parenting is a fascinating and wonderful experience. To see how the little baby that arrived helplessly in our arms, becomes more independent every day until it decides to take its own flight, I don't think it has any equivalence with any other experience that a human being can have.
Despite the pleasure of raising children, not everything is a garden of roses and, like everything in life, it has its moments of shocks.
I remember the anxieties I experienced when my children were babies. They would be so calm and then suddenly burst into tears, or their temperature would rise without warning. The worst thing is to walk around completely blind, without having the slightest clue as to what might be happening to them. Since they cannot communicate with words or gestures, it is almost impossible to know what is happening to them. The only thing to do there is to wait patiently and if the situation worsens, to rush to the hospital.
I think this is one of the most difficult times.
Then there is another complicated time, when they begin to explore the need for freedom in the adolescent years. There the changes they go through in their bodies can make them very unstable, which is completely logical by the way. The bombardment of hormones that they receive in their bodies at that age is capable of unsettling anyone. So some boys become responsive, others become depressed, in short, they suffer and so do we.
This time of adolescence has another important component, it is the age in which sexual exploration increases, then boys begin to see the importance of social life and privacy. They want to spend more time alone, cultivate their own friendships; the normal, make their own world.
In general, my children did not give me major worries during their adolescence and we were able to agree on a coexistence in which they could do the things of their age, without subjecting my wife and me to extreme anxieties.
My case was different. I was hit by the rebelliousness bug, and one day I decided to reinvent the world. From being a submissive and obedient boy all my life, I became a contentious person. I let my hair grow, I made my own sandals and I began to explore the paths of urban danger. Fortunately, the hand of God never left me, although I insisted on denying its existence.
Those years of my adolescence were very hard for my mother, and for my father too, because the old man despaired at not being able to control me. But it was my mother who had to bear the burden of my personal problems, plus the ones that my father brought on her because of me.
Sometimes my mother, when she gets upset, throws in my face what I made her suffer at that time. I tell her: Mom, it was something I needed to be better. After those years where I did some stupid things, I managed to find my purpose in life. And to this day she recognizes that it was like that.
Parenting will always have its moments of joy and one or the other of sorrow, but it is a transformative experience, in most cases for the better.
Thank you for your time.
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Esos primeros meses de vida son tan delicados e indefensos que uno lo que quiere es tenerlos pegados y que no les moleste nada porque la verdad es que no saber que les sucede es desesperante. Para mi esa es la etapa más difícil
Sí son tiempos de mucha incertidumbre pero a la vez da un poco de tranquilidad saber que uno los está cuidando. Muchas gracias por la visita y el comentario, mi estimada @damarysvibra. Un fuerte abrazo.
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