Fiction: Adriana's three wishes (ENG-ESP)

in The Ink Well17 days ago (edited)

English

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I don't remember exactly when it all started, but what I do know is that Adriana Palomillo was almost desperately hoping, almost desperately, to be allowed to get the magic stuffed animal of the year. For Adriana, this stuffed animal was much more than just a child's toy; it was the key to her unanswered questions, but to get it, she had to enter the famous good kid contest and, of course, win it. Many did not believe she was capable, as one of her classmates said:

—There's no way Adriana Palomillo is going to win this year's stuffed animal," said Lauren, the most conspicuous girl in the classroom for wearing hot pink hair and long acrylic nails. Her tone of voice was dismissive, and her gaze was full of disbelief. —I know very well that Adriana denied Pedrito a pencil once. That's not like good people, so I doubt she can win the contest.

Lauren's friend Elizabeth, the simplest girl in the classroom and famous for wearing her hair in a ponytail all year, listened carefully, but couldn't help but feel a twinge of curiosity. She wondered if Lauren really believed what she was saying. Everyone in the class knew that Pedrito had a strange habit of eating the graphite out of his pencils, so the other children preferred not to lend him any. However, Elizabeth decided not to antagonize the bitter Lauren. The rivalry between the two was, in her opinion, an entertaining spectacle to witness.

Meanwhile, Adriana was alone on one of the benches at her elementary school, deep in thought, imagining what she would ask the magical stuffed animal if she managed to win it.

—I want women like my mother, who worked hard every day to feed their children, to have a chance to rest; I want all the children in the village, including me, to have a nice big house where there is no room for problems; and finally, I want to find the answers that no one has ever been able to give me, about why my father abandoned us when I was a baby of months —whispered the girl and sighed long, as she ran her hand through her braided hair.

Finally, the day of the contest arrived. The town square was adorned with colored lights, and all the participating children were ready on stage to be evaluated by their families, friends and school teachers.

When it was Adriana's turn, a serene-looking old woman stood at the microphone on the stage, Adriana knew her very well, as she had helped her cross the street on multiple occasions. Nevertheless, her heart was pounding with excitement and she concentrated on observing the woman's silver hair pulled back in a bun. Instead of praising the girl in front of everyone, the old woman told simple stories about kindness and friendship. She talked about how a simple act of kindness can change someone's feelings and life and ended by saying that, if Adriana received the stuffed animal, every year she would make good wishes for the people of the village and improve their lives.

—When we learn to love others, we are building a better world— the old woman concluded with a radiant smile. A place where we can all contribute and feel good together.

The applause resounded. Not because it was a dazzling speech, but because of the admiration that her message awakened within everyone present.

At the end of the event, the judges, former popular winners, deliberated and, to the surprise of many, declared Adriana Palomillo the winner who jumped with happiness upon hearing the result. The meanest little girl in town, who had the kindest face in the world.

That night, our protagonist, looking at the lovely velvety-furred, brown bear-shaped magical stuffed animal on her bed, made the first two wishes and they were granted. However, when she went to ask for the third, she paused for a moment to think.... Sometimes dreams are closer than we think and the real magic lies in wishing good for others. Besides, if her father had decided to abandon her as a baby, it wasn't his fault or anyone else's, it had been his choice and he had just lost a being as special as Adriana in his life. And so, with his magical stuffed animal by his side and in total calm, he made his last wish. The stuffed animal told her through a children's melody why her father had abandoned her as a baby, leaving her and her mother alone in the world. The verses had gentle lyrics:

—It's not your fault, little star. Your father left out of fear. It's not your fault, little star. You will always be strong. You will always shine, even if he is absent, you have your mother's love. It's not your fault, little star. Sometimes adults are afraid to love....

So she fell asleep, knowing her story.

End



No recuerdo con exactitud cuándo comenzó todo, pero lo que sí sé es que Adriana Palomillo estaba deseando, casi de manera desesperada, que le permitieran obtener el peluche mágico del año. Para Adriana, este peluche era mucho más que un simple juguete para niños; era la llave a sus preguntas sin respuesta, pero para conseguirlo, debía participar en el famoso concurso de los niños buenos y, por supuesto, ganarlo. Muchos no creían que ella fuera capaz, y así lo manifestaba una de sus compañeras de clase:

—Es imposible que Adriana Palomillo se gane el peluche de este año —sentenció Lauren, la niña más llamativa del aula por llevar el cabello pintado de rosa intenso y usar uñas acrílicas largas. Su tono de voz era despectivo, y su mirada, llena de incredulidad. —Sé muy bien que Adriana le negó un lápiz a Pedrito una vez. Eso no es propio de las personas buenas, así que dudo que pueda ganar el concurso.

La amiga de Lauren, Elizabeth, la niña más sencilla del aula y famosa por llevar peinado una coleta durante todo el año, escuchó con atención, pero no pudo evitar sentir un pinchazo de curiosidad. Se preguntó si Lauren realmente creía lo que decía. Todos en la clase sabían que Pedrito tenía la extraña costumbre de comerse el grafito de los lápices, por lo que los demás niños preferían no prestarle ninguno. Sin embargo, Elizabeth decidió no contradecir a la amargada Lauren. La rivalidad entre ambas era, en su opinión, un espectáculo entretenido de presenciar.

Mientras tanto, Adriana estaba sola en uno de los bancos de su escuela primaria, sumida en sus pensamientos, imaginando qué le pediría al peluche mágico si lograra ganarlo.

—Deseo que, las mujeres como mi madre, que trabajaban duro todos los días para poder darle de comer a sus hijos, tengan la oportunidad de descansar; quiero que todos los niños del pueblo, incluyéndome a mí, tengamos una casa muy bonita y grande donde no haya sitio para los problemas; y, por último, quiero encontrar las respuestas que nunca nadie me ha podido dar, sobre por qué mi padre nos abandonó cuando yo era una bebé de meses.—susurró la niña y suspiró largamente, mientras se pasaba la mano por su cabello trenzado.

Finalmente, llegó el día del concurso. La plaza del pueblo estaba adornada con luces de colores, y todos los niños participantes estaban listos sobre el escenario para que sus familiares, amigos y profesores de la escuela los evaluaran.

Cuando le llegó el turno a Adriana, una anciana de apariencia serena se puso de pie frente al micrófono en el escenario, Adriana la conocía muy bien, pues la había ayudado a cruzar la calle en múltiples ocasiones. No obstante, su corazón palpitaba de emoción y se concentró en observar el cabello plateado de la mujer recogido en un moño. En lugar de alabar a la niña ante todos, la anciana contó sencillas historias sobre la bondad y la amistad. Habló sobre cómo un simple acto de amabilidad puede cambiar los sentimientos y la vida de alguien y finalizó diciendo que, si Adriana recibía el peluche, cada año pediría buenos deseos para las personas del pueblo y mejoraría sus vidas.

—Cuando aprendemos a amar a los demás, estamos construyendo un mundo mejor — concluyó la anciana con una sonrisa radiante. Un lugar donde todos podemos contribuir y sentirnos bien juntos.

Los aplausos resonaron. No por ser un discurso deslumbrante, sino por la admiración que su mensaje despertaba en el interior de todos los presentes.

Al final del evento, los jueces, antiguos ganadores populares, deliberaron y, para sorpresa de muchos, declararon ganadora a Adriana Palomillo quien saltó de felicidad al escuchar el resultado. La niña meztiza del pueblo, que tenía el rostro más bondadoso del mundo.

Esa noche, nuestra protagonista, al mirar el encantador peluche mágico de piel aterciopelada y con forma de oso marrón que tenía en su cama, pidió los dos primeros deseos y le fueron concedidos. Sin embargo, cuando fue a pedir el tercero, se detuvo un momento a pensar... A veces, los sueños están más cerca de lo que pensamos y la verdadera magia reside en desear el bien a los demás. Además, si su padre había decidido abandonarla siendo una bebé, no era culpa suya ni de nadie más, había sido su elección y él solo había perdido a un ser tan especial como Adriana en su vida. Y así, con su peluche mágico a su lado y en total calma, pidió su último deseo. El peluche le contó por medio de una melodía infantil por qué su padre la había abandonado siendo una bebé, dejándolas a ella y a su madre solas en el mundo. Los versos tenían una suave letra:

—No es tu culpa, estrellita. Tu padre se marchó por miedo. No es tu culpa, estrellita. Tú siempre serás fuerte. Tú siempre brillarás, aunque él esté ausente, tienes el amor de tu madre. No es tu culpa, estrellita. A veces, a los adultos les da miedo amar...

Así se quedó dormida, sabiendo su historia.

Fin


Translation by deepl

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