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Sarah looked at her husband in anger. The dim light from the lamp on the bedside table illuminated her young face.
—Our natural state is to be like this, sulky. —She said, huddled under the pink bedspread on the bed.
—It's not my fault that, when it's not our baby that demands attention, it's life that bothers us. —said Bernardo, her husband.
—So, let's take advantage of the fact that our baby is sound asleep and that life leaves us alone for a while. Come, my love—she begged, making herself even more comfortable in bed.
—I'm out of energy today —Bernardo lamented, letting out an exhausted sigh. —Oh, it's been a hard day....
An exaggerated grunt from Sarah interrupted him. He turned around in bed to watch her curiously and met dull brown eyes. Every time Bernardo said he was tired, Sarah got sad, so she had made a resolution for the new year not to let his attitudes hurt her.
—Listen to me, man —she began to say in a firm voice. —I know you're a hard worker, but I'm getting tired of your lack of interest for months now. I don't even want to imagine the real cause of this.
—What other real cause besides tiredness, woman? —Bernardo defended himself.
—Oh, make sure I never catch you in anything —replied Sarah, in a threatening tone.
Bernardo's laughter was very loud, and transformed the serious atmosphere of the room into a more amusing one. However, he began to cough and a sharp pain in his chest made him lie down on his side of the bed, wrinkling his forehead in a grimace of discomfort.
—What's wrong with you? —asked Sarah, alarmed.
—I don't know, woman. Your distrust of me makes my chest hurt —he replied, with theatrical dramatics and placing his hands around her waist.
—What an exaggerated response. —Sarah replied.
—Stop bothering me, we are too tired for that and tonight we are alone, without listening to our baby's cries —declared Bernardo with his seductive voice and a mischievous gleam in his eyes, while he caressed her auburn hair and soft skin with his eyes. He tugged at Sarah's bedspread, who sat up to throw herself on top of him, but bumped one of her knees against her husband's.
—For the love of your little mother, Bernardo! —She cried out, putting her hands to her knee with a grimace of pain. You hit me right in the very knee where I have the wound! Oh, what pain...
She moved to the other side of the bed, writhing in pain. Bernardo, meanwhile, looked very worried.
—I don't know how this could happen! —he shrieked, holding his hands to his head.
—No, no, no, no! —Sarah interrupted him, seeing that her husband was trying to get closer to her. Stay there on your side of the bed, don't come near me.
—But you were the one who insisted that we relax today... Will you leave me like this now that the romantic atmosphere has begun to build?
Sarah rolled her eyes and continued to massage her knee.
—What romantic atmosphere or anything? Our life is like a horror drama —she mumbled and tried to calm down remembering that her New Year's resolution was not to let even the slightest attitude of Bernardo bother her.
Suddenly, a loud noise broke the tension. Something fell loudly to the floor.
—What was that? —she murmured, momentarily forgetting her pain, in a whisper.
Bernardo did not answer. He got up carefully. Sarah, limping, followed behind him. They stealthily opened the bedroom door, and the darkness of the rest of the house enveloped them. Another thump on the floor, lighter this time, came from the baby's room.
With slow steps and their hearts pounding, they set off to find out what was going on. When they arrived, what they found stunned them. There, inside the crib, was their restless baby, Marlen. She was awake, amused, watching and laughing, while the mischievous Siso, the house doggie was playing with the ornaments in her room, pushing them back and forth as if they were his toys.
—So now Siso is in charge of destroying things in the house to entertain Marlen?—Bernardo wondered aloud, pointing his middle finger at the dog. His voice denoted rage. —Bad dog, very bad dog.....
—What's wrong with him playing a little with some ornaments in the house? —Sarah muttered, looking at the dog. If it keeps Marlen still, I can see that's fine. Look how happy she is!
Still limping from the pain in her knee, she walked over to the couch in her baby's room and sat down.
—Of course you see it very well, since I am the one who buys everything in this house. Let Siso destroy it, because that fool Bernardo will continue spending his money.—He said annoyed and left the room.
Sarah looked disdainfully at the door through which her husband had left. She tried not to cry, took three deep breaths in and out and looked at her baby again. She smiled at the sight of her beautiful angel face, she was the most beautiful child in the world to her and then she remembered her New Year's resolution. Although it was difficult, she was getting there, for she would not let Bernardo ruin every moment.
Sarah miró a su esposo enfurecida. La tenue luz de la lámpara de la mesita de noche iluminaba su joven rostro.
—Nuestro estado natural es estar así, malhumorados. —dijo, acurrucada bajo la colcha de color rosa en la cama.
—No es mi culpa que, cuando no es nuestra bebé quien reclama atención, sea la vida la que nos molesta. —declaró Bernardo, su esposo.
—Entonces, aprovechemos que nuestra bebé está profundamente dormida y que la vida nos deja en paz un ratico. Ven, amor mío —suplicó, acomodándose aún más en la cama.
—Hoy estoy sin energías —se lamentó Bernardo, dejando escapar un suspiro de agotamiento. —Ay, ha sido un día difícil...
Un gruñido exagerado de Sarah lo interrumpió. Se dio la vuelta en la cama para observarla con curiosidad y se topó con unos apagados ojos marrones. Cada vez que Bernardo decía que estaba cansado, Sarah se ponía triste, así que se había propuesto para el nuevo año no dejar que las actitudes de él la lastimaran.
—Escúchame bien, hombre —comenzó a decir ella, con voz firme. —Sé que eres muy trabajador, pero me estoy cansando de que, desde hace meses, sea evidente tu falta de interés. No quiero ni imaginar la causa real de esto.
—¿Qué otra causa real, además del cansancio, mujer? —se defendió Bernardo.
—Ay, procura que nunca te atrape en nada—replicó Sarah, con tono amenazante.
Las carcajadas de Bernardo eran muy fuertes, y transformaron la atmósfera seria de la habitación en una más divertida. Sin embargo, comenzó a toser y un dolor agudo en el pecho le hizo tumbarse sobre su lado de la cama, arrugando la frente en una mueca de incomodidad.
—¿Qué te pasa? —preguntó Sarah, alarmada.
—No sé, mujer. Tu desconfianza hacia mí hace que me duela el pecho —respondió él, con un dramatismo teatral y colocando las manos alrededor de la cintura de ella.
—Vaya respuesta exagerada. —replicó Sarah.
—Deja de molestarme, que estamos muy cansados para eso y esta noche estamos solos, sin escuchar los llantos de nuestra bebé—declaró Bernardo con su voz seductora y un brillo travieso en los ojos, mientras acariciaba con la mirada su cabello de color caoba y su piel suave al tacto. Tiró de la colcha de Sarah, que se incorporó para tirarse sobre él, pero chocó una de sus rodillas con las de su esposo.
—¡Por el amor de tu madrecita, Bernardo! —gritó ella, llevándose las manos a la rodilla con una mueca de dolor—. ¡Me has dado justo en la mismísima rodilla donde tengo la herida! Ay, qué dolor...
Se movió hacia el otro lado de la cama, retorciéndose de dolor. Bernardo, mientras tanto, parecía muy preocupado.
—¡No sé cómo pudo pasar esto! —chilló él, llevándose las manos a la cabeza.
—¡No, no, no! —lo interrumpió Sarah, al verlo intentar acercarse a ella—. Quédate ahí en tu lado de la cama, no te acerques a mí.
—Pero si eras tú la que insistía en que nos relajáramos hoy… ¿Me dejarás así ahora que se ha empezado a crear la atmósfera romántica?
Sarah puso los ojos en blanco y siguió masajeándose la rodilla.
—¿Qué atmósfera romántica ni qué nada? Nuestra vida es como un drama de terror—protestó ella entre dientes y trató de calmarse recordando que su propósito de Año Nuevo, era no dejar que ni la más mínima actitud de Bernardo la importunara.
De repente, un ruido fuerte rompió la tensión. Algo cayó estrepitosamente al suelo.
—¿Qué habrá sido eso? —murmuró ella, olvidando momentáneamente su dolor, en un susurro.
Bernardo no respondió. Se levantó con cuidado. Sarah, cojeando, lo siguió detrás. Abrieron la puerta de la habitación con sigilo, y la oscuridad del resto de la casa los envolvió. Otro golpe en el suelo, esta vez más claro, provenía de la habitación de la bebé.
Con pasos lentos y el corazón latiendo a toda máquina, se dirigieron a descubrir lo que ocurría. Cuando llegaron, lo que encontraron los dejó atónitos. Allí, dentro de la cuna, estaba su inquieta bebé, Marlen. Ella estaba despierta, entretenida, mirando y riendo, mientras el travieso Siso, el perrito de la casa jugaba con los adornos de su cuarto, empujándolos de un lado a otro como si fueran sus juguetes.
—¿Así que ahora Siso se encarga de destruir las cosas de la casa para entretener a Marlen? —se preguntó en voz alta Bernardo, señalando al perro con el dedo del medio. Su voz denotaba rabia. —Perro malo, perro muy malo…
—¿Qué tiene de malo que juegue un poco con algunos adornos de la casa? —murmuró Sarah, mirando al perro. Si eso hace que Marlen se mantenga quieta lo veo muy bien. ¡Mira qué feliz ella es!
Todavía cojeando por el dolor de la rodilla, caminó hasta el sillón de la habitación de su bebé y se sentó.
—Claro que lo ves muy bien, ya que soy yo el que lo compra todo en esta casa. Que Siso lo destruya, pues el tonto de Bernardo seguirá gastando su dinero. — dijo molesto y se marchó de la habitación.
Sarah miró con desdén la puerta por la que había salido su marido. Intentó no llorar, inspiró y exhaló profundamente tres veces y volvió a contemplar a su bebé. Sonrió al verla con su carita hermosa de ángel, era la niña más bella del mundo para ella y entonces recordó su propósito de Año Nuevo. Aunque era difícil, lo estaba consiguiendo, pues no permitiría que Bernardo arruinara cada momento.
The attitude that Sarah took when remembering her purpose is very good.