Fiction: The Great Grandpa (ENG-ESP)

in The Ink Well14 hours ago

English

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In the middle of the vast forest, Manael and Gaius rode in silence, only the melody of some birds and the movement of the leaves in the wind could be heard.

-What are you thinking? -asked Gaius to Manael.

Manael's gaze seemed lost among the tall trees and denoted sadness.

—Things of mine —he replied in turn. He did not want to answer Gaius with another question, he knew that he was not yet aware of what had happened and preferred to remain silent until the time came to tell him. But the words escaped from his mouth and he continued saying:

—Today is not a great day, but maybe tomorrow will be. Only he knew what he meant. His gaze moved from tree to tree in the stillness of the vast forest.

Suddenly, Gaius looked at him curiously, trying to guess what was going on in his head. This morning everything was fine until they got on their horses in the direction of the forest.

—What are your hopes for the village, Gaius? —Manael continued speaking, but his questions made no sense to his young friend Gaius, who did not answer.

Manael's green eyes seemed to fight his desire to cry. To Gaius, a man was not supposed to cry in front of another. Still, he would allow Manael to cry in front of him; he would still be the great man that he is. If old Manael cried, Gaius would make sure it was only he who would know.

—What's the matter, man? —Gaius asked in a loud voice. He was annoyed by this situation. Gaius is usually bothered by all situations over which he has no control.

—Look ahead and you'll soon find out.

Gaius had a bad feeling at that moment. He looked straight ahead and concentrated on the sound of his horse galloping. Suddenly, a dry yellow leaf fell into his lap and, seeing its peculiar scale-like shape, he didn't even stop to look up, for he knew that the leaf belonged to the sacred tree of the forest: the Great Grandfather. But he had never held one of its leaves in his hands before, never had its leaves had this appearance and color. And when he saw it, he only said in alarm:

—What happened there?

He and Manael stopped their horses in front of the thirty meter high tree and set out to put their feet in the fertile earth.

—Who has been able to do this to the sacred tree? —asked Gaius uneasily, looking at Manael for an answer.

Their indignation was evident: they had desecrated the most sacred thing in nature. The Great Grandfather, the oldest tree in the forest, is more than five thousand years old. It is sacred to the people of the village and poses no threat, yet it has been the victim of this unjustified violence. The tree is more vulnerable than many people think: despite its hard trunk, it is full of wounds and sick inside, which can be seen in the yellowish color of its branches. What did they use to leave these openings? Axes?

—Can't you imagine who could reach such a point of evil?

Then Gaius began to think of the poachers he and Manael and a group of men had driven off the land some time ago. He remembered their sweaty faces, their weapons and the hellish eyes of those men who brought death with them. Everything in the forest was fine before their arrival.

—It was revenge —said Manael. They managed to get to the sacred tree somehow and sidelined it with one of their hunting tools, perhaps casting some sorcery on it to make it sick. They are cursed! I should have done what you suggested at the time: let the dogs wipe out that bad breed.

—It's not your fault, man —Gaius said, placing his heavy hand on Manael's shoulder and feeling anguished inside.

His mind drifted back to that day when they heard gunshots. They had never known of the use of guns in the forest before. When they arrived at the place where the shots were heard, they found the band of poachers who defied the harmony of nature and Gaius thought that those were not men, but demons who should go straight to hell, but Manael is a man who always seeks peace, who does not even kill a fly, a strong man, but with a great sensitivity towards life, like few others. It was he who did not want to do what had to be done at that moment.

—Evil is paid with more evil —Gaius said. We will probably not be the ones to give them their comeuppance, but I am sure they will meet their end sooner rather than later.

There was nothing Gaius and Manael could do now but pray that the tree would not die. If it died, with it would die the greatest strength of the forest and also die the legacy of the people who had cared for it generation after generation.

Manael approached the tree and placed his hands on some of its wounds.

—I have already done the impossible. Nothing is working, it continues to deteriorate slowly. It is time to tell the people the bad news. Manael said, and removed his mahogany —colored hat from his head, very similar to Cayo's. I should have been cruel to those who are cruel, so Grandfather would not be in this state.

Suddenly, the leaves of the forest trees began to move in time with the breeze in the air, as if they were comforting him or whispering to him: Everything was fine until the hunters came, but it's not your fault Manael, and no matter how many times they told him a hundred times, a hundred times Manael would still feel guilty.

End




En medio del vasto bosque, Manael y Cayo cabalgaban en silencio, solo se escuchaba la melodía de algunas aves y el movimiento de las hojas por el viento .

—¿Qué estás pensando? —le preguntó Cayo a Manael.

La mirada de Manael parecía perdida entre los altos árboles y denotaba tristeza.

—Cosas mías — le respondió este a su vez. No quiso responderle a Cayo con otra pregunta, sabía que aún no estaba al tanto de lo ocurrido y prefirió guardar silencio hasta que llegara el momento de contarle. Pero las palabras escaparon de su boca y continuó diciendo:

—Hoy no es un gran día, pero tal vez mañana lo sea. Solo él sabía a qué se refería. Su mirada se movía de un árbol a otro en la tranquilidad del inmenso bosque.

De pronto, Cayo lo miró con curiosidad, intentando adivinar lo que pasaba por su cabeza. Esta mañana todo estaba bien hasta que se montaron en sus caballos en dirección al bosque.

—¿Cuáles son tus esperanzas para el pueblo, Cayo? —continuó hablando Manael, pero sus preguntas no tenían ningún sentido para su joven amigo Cayo, quien no respondió.

Los ojos verdes de Manael parecieron luchar contra su deseo de llorar. Para Cayo, un hombre no debía llorar frente a otro. Aun así, le permitiría a Manael llorar frente a él; seguiría siendo el gran hombre que es. Si el viejo Manael lloraba, Cayo se aseguraría de que fuera solo él quien lo supiera.

—¿Qué sucede, hombre? —preguntó Cayo con voz fuerte. Le molestaba esta situación. A Cayo, normalmente le molestan todas las situaciones sobre las que no tiene control.

—Mira hacia el frente y pronto lo sabrás.

Cayo tuvo un mal presentimiento en ese momento. Miró hacia el frente y se concentró en el sonido del galope de su caballo. De pronto, una hoja seca de color amarillo cayó en su regazo y, al ver su peculiar forma de escamas, ni siquiera se detuvo a mirar hacia arriba, pues sabía que la hoja pertenecía al sagrado árbol del bosque: el Gran Abuelo. Pero nunca antes había tenido una de sus hojas en las manos, nunca había tenido este aspecto y color sus hojas. Y cuando lo vio, solo dijo alarmado:

—¿Qué ha pasado ahí?

Él y Manael detuvieron sus caballos frente al árbol de treinta metros de altura y se dispusieron a poner los pies en la fértil tierra.

—¿Quién ha sido capaz de hacerle esto al árbol sagrado? —preguntó inquietante Cayo, mirando a Manael en espera de alguna respuesta.

Su indignación era evidente: habían profanado lo más sagrado de la naturaleza. El Gran Abuelo, es el árbol más antiguo de todos los del bosque, tiene más de cinco mil años. Es sagrado para la gente del pueblo y no supone ninguna amenaza, aun así ha sido víctima de esta violencia injustificada. El árbol es más vulnerable de lo que muchos piensan: a pesar de su duro tronco, está lleno de heridas y enfermo por dentro, lo que se ve en el color amarillento de sus ramas. ¿Qué habrán usado para dejarle esas aberturas? ¿Machetes?

—¿No eres capaz de imaginarte quién puede llegar a tal punto de maldad?

Entonces, Cayo comenzó a pensar en los cazadores furtivos a los que Manael y él, junto a un grupo de hombres habían expulsado de las tierras hacía un tiempo. Recordó sus rostros sudorosos, sus armas y los ojos infernales de aquellos hombres que traían la muerte consigo. Todo en el bosque estaba bien antes de la llegada de ellos.

—Fue venganza —dijo Manael. Supieron llegar hasta el árbol sagrado de alguna forma y lo marginaron con alguno de sus instrumentos de caza, tal vez echándole alguna brujería para que enfermara. ¡Son unos malditos! Debí haber hecho lo que me sugeriste en aquel momento: que los perros acabaran con esa mala raza.

—No es tu culpa hombre —manifestó Cayo colocando su pesada mano sobre el hombro de Manael y sintiéndose angustiado por dentro.

Su mente volvió a trasladarse a aquel día en que escucharon disparos. Nunca antes habían sabido del uso de armas en el bosque. Cuando llegaron al lugar donde se escucharon los tiros, se encontraron con la banda de cazadores furtivos que desafiaban la armonía de la naturaleza y Cayo, pensó que esos no eran hombres, sino demonios que debían irse directo al infierno, pero Manael es un hombre que siempre busca la paz, que no mata ni a una mosca, un hombre fuerte, pero con una gran sensibilidad hacia la vida, como pocos. Fue él quien no quiso hacer lo que se debía hacer en ese momento.

—La maldad se paga con más maldad —afirmó Cayo. Probablemente ya no seamos nosotros quienes le demos su merecido, pero estoy seguro de que se toparán con su fin más temprano que tarde.

Nada podrían hacer Cayo y Manael ahora, salvo rezar para que no muriera el árbol. Si muriese, con él moriría la mayor fortaleza del bosque y también moriría el legado del pueblo que había cuidado de él generación tras generación.

Manael se acercó al árbol y colocó sus manos sobre algunas de sus heridas.

—Ya he hecho hasta lo imposible. Nada funciona, sigue deteriorándose lentamente. Es hora de darle la mala noticia al pueblo. —manifestó Manael, y se quitó el sombrero de color caoba de la cabeza, muy parecido al de Cayo. Debí ser cruel con quien es cruel, así el Gran Abuelo no estaría en este estado.

De repente, las hojas de los árboles del bosque comenzaron a moverse al compás de la brisa del aire, como si lo estuvieran consolando o susurrándole: Todo estaba bien hasta que los cazadores llegaron, pero no es tu culpa Manael, y por más que se lo dijeran cien veces, cien veces Manael seguiría sintiéndose culpable.


Fin


Translation by deepl
Image here: https://cveintiuno.com/wapa-tv-adquiere-la-telenovela-pantanal-de-globo/

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Great story you've got here dear. The dialogue was great. Thank you for writing.

Thank you for your comment