Aquí está la versión en españolToca
The bar where Salome sang was the perfect place to relax after a hard day's work. The warm light blended harmoniously with the music. In the center of the stage, Salome danced like a goddess. She was a singer and dancer who could captivate even the most unfriendly being on earth: with velvety smooth mulatto skin and curly, wine-red hair.
The bar, decorated with graffiti of mermaids, was packed. Laughter and the murmur of conversations from the crowd mingled with the music, creating a totally cozy atmosphere. At the bar, an older man with a dark beard and navy blue suit was watching her with a mixture of nostalgia. His green eyes looked like two small emeralds sparkling in the dim light of the bar. With a glass of whiskey in her hand, she looked at the bartender, a young red-haired man with a formal appearance, wearing an impeccable white shirt and a black tie that gave him an elegant air.
—Does she always sing here? —he asked, almost without taking his eyes off Salomé.
The bartender, who was mixing the drinks with skill, smiled in a professional manner.
—Yes, every night. This is Salomé, the star of the place. She has an exceptional voice, doesn't she? —he replied, still doing what he was doing.
Suddenly, an older woman approached them. Her dark skin and short, dark hair gave her a great presence. Her face, furrowed by the experiences of the years, lit up as she recognized the man at the bar.
—Well, well! But he's only my best customer,— she exclaimed excitedly, her voice cutting through the murmur of the crowd.
The man turned to her in surprise. A slight stumble of his glass against the air caused the whiskey to spill onto his pants, adding a dark stain.
—You caught me off guard —he whispered, trying to hide his discomfort with a shy smile.
The woman sat down next to him, and rested her gaze on the stain that spread across his right thigh, assessing the intensity of her emotional damage.
—What are you doing here? —She asked, turning her attention to the singer, whose past and present she knew perfectly well.
—I was curious. She hasn't changed much, except for her name: now her name is Salomé.
—She knows what she's doing,— the woman replied, crossing her penetrating gaze with the man's. —You haven't changed much either, except that your business has grown even more. But in spite of everything, she is still your weakness, your kryptonite. How can a man as strong as you be so trapped by her?
—I don't pay you to give me psychology consultations, —he whispered defensively.
The woman bowed her head in a nod.
—When a person changes their name, they don't want to be found, —she said before getting up and walking away, leaving the man alone with his thoughts amidst the bustle.
The atmosphere in the bar intensified as Salomé stepped off the stage and received thunderous applause from the audience. With a charming smile, she took her leave and retired to the dressing room. She exchanged her bright clothes for a more serious ensemble and abandoned her heels for white sneakers that gave her a casual air. But, as she walked out the back of the bar, she bumped into a familiar face.
—How did you find me? —She asked almost out of inertia, but a shadow of confusion crossed her face.
—I hired a detective agency. It was complicated to find you after you changed your name, but I succeeded. Why did you disappear like that, without a trace? —The man's voice showed concern.
Salomé felt her breath catch in her throat. Her anxiety increased as her gaze was lost in the green eyes of the man who had been both her salvation and her condemnation.
—I was running away from you, —she answered, her voice cracking. I didn't want you to find me, please go away, —she said, looking around as if she didn't want to be seen with him.
—Did they threaten you? The question took her by surprise and, for a moment, her eyes filled with despair. I've left the old business, I'm clean now. Trust me, come back, —he said, as he hugged her tightly.
Involuntarily, she rested her cheek against his chest, letting her emotions take over. Her breath became ragged, and confusion mingled with the fear she felt. As she looked at him, she remembered every shared moment, every whisper in the dark, and all the history that had led her to those circumstances. But that same history had also forced her to walk away and start over away from him. She closed her eyes and began to plan how to hide forever.
El bar donde cantaba Salomé era el lugar perfecto para relajarse después de un duro día de trabajo. La cálida luz se combinaba armoniosamente con la música. En el centro del escenario, Salomé bailaba como una diosa. Era una cantante y bailarina que podía cautivar hasta al ser más antipático de la Tierra: con una piel mulata y suave como el terciopelo y el cabello rizado de color rojo vino.
El bar, decorado con grafitis de sirenas, estaba abarrotado. Las risas y el murmullo de las conversaciones del público se mezclaban con la música, creando un ambiente totalmente acogedor. En la barra, un hombre mayor de barba oscura y traje azul marino la observaba con una mezcla de nostalgia. Sus ojos verdes parecían dos pequeñas esmeraldas que brillaban bajo la tenue luz del local. Con un vaso de whisky en la mano, miró al barman, un joven pelirrojo de aspecto formal, con una camisa blanca impecable y una corbata negra que le confería un aire elegante.
—¿Canta siempre aquí? —preguntó, casi sin apartar la vista de Salomé.
El barman, que mezclaba las bebidas con destreza, sonrió de manera profesional.
—Sí, todas las noches. Ella es Salomé, la estrella del lugar. Tiene una voz excepcional, ¿verdad? —respondió, sin dejar de hacer lo que hacía.
De repente, una mujer mayor se les acercó. Su piel oscura y su cabello, corto y oscuro, le daba una gran presencia. Su rostro, surcado por las experiencias de los años, se iluminó al reconocer al hombre de la barra.
—¡Vaya, vaya! Pero si no es más que mi mejor cliente —exclamó emocionada, su voz cortaba el murmullo de la multitud.
El hombre se volvió hacia ella sorprendido. Un ligero tropiezo de su copa contra el aire hizo que el whisky se derramara sobre su pantalón, añadiendo una mancha oscura.
—Me has atrapado desprevenido —susurró, tratando de ocultar su incomodidad con una tímida sonrisa.
La mujer se sentó junto a él, y posó su mirada en la mancha que se extendía por su muslo derecho, evaluando la intensidad de su daño emocional.
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella, desviando su atención hacia la cantante, cuyo pasado y presente conocía a la perfección.
—Me dio curiosidad. Ella no ha cambiado mucho, excepto por el nombre: ahora se llama Salomé.
—Ella sabe lo que hace —respondió la mujer, cruzando su mirada penetrante con la del hombre—. Tú tampoco has cambiado mucho, salvo que tu negocio ha crecido aún más. Pero, a pesar de todo, ella sigue siendo tu debilidad, tu kriptonita. ¿Cómo un hombre tan fuerte como tú puede estar tan atrapado por ella?
—No te pago para que me des consultas de psicología —susurró en tono defensivo.
La mujer inclinó la cabeza en un gesto de asentimiento.
—Cuando una persona cambia su nombre, no quieren que la encuentren—dijo antes de levantarse y alejarse, dejando al hombre solo con sus pensamientos en medio del bullicio.
La atmósfera en el bar se intensificó a medida que Salomé bajaba del escenario y recibía el estruendoso aplauso del público. Con una sonrisa encantadora, se despidió y se retiró al camerino. Cambió su ropa brillante por un conjunto más serio y abandonó los tacones por unas zapatillas blancas que le daban un aire informal. Pero, al salir por la parte trasera del bar, se topó con un rostro conocido.
—¿Cómo me encontraste? —preguntó casi por inercia, pero una sombra de confusión cruzó su rostro.
—Contraté una agencia de detectives. Fue complicado dar contigo tras tu cambio de nombre, pero lo logré. ¿Por qué desapareces así, sin dejar rastro? —la voz del hombre denotaba preocupación.
Salomé sintió que se le escapaba el aire. La ansiedad aumentaba a medida que su mirada se perdía en los ojos verdes de aquel hombre, que había sido tanto su salvación como su condena.
—Estaba huyendo de ti —respondió, con la voz entrecortada—. No quería que me encontraras, por favor, vete —urgió, mirando a su alrededor como si no quisiera que la vieran con él.
—¿Te amenazaron? La pregunta la tomó por sorpresa y, por un momento, sus ojos se llenaron de desesperación. He dejado los viejos negocios, ahora estoy limpio. Confía en mí, vuelve —dijo, mientras la abrazaba con fuerza.
Involuntariamente, ella apoyó su mejilla contra su pecho, dejándose llevar por sus emociones. Su aliento se tornó irregular, y la confusión se mezcló con el miedo que sentía. Al verlo, recordó cada momento compartido, cada susurro en la oscuridad, y toda la historia que la había llevado hasta esas circunstancias. Pero esa misma historia también la había obligado a alejarse y a empezar de nuevo lejos de él. Cerró los ojos y comenzó a planear cómo ocultarse para siempre.
Thank you for posting in The Ink Well. We would like to share our standard reminders. Please note these important community guidelines:
@estilodereba, one of your Hive friends wishes you a Happy Valentine's day and asked us to give you a new badge!
To find out who wanted you to receive this special gift, click here!
You can view your badges on your board and compare yourself to others in the Ranking
Check out our last posts: