Llega la tarde con su tráfico de carros tan acostumbrados, personas por doquier saliendo de sus trabajos, de sus compras, sencillamente inmersas en su rutina; vivir en una gran ciudad tiene sus grandes ventajas, pero le acompaña unas cuantas cosas que no son tan ventajosas. Recuerdo salir del trabajo y encontrarme con diversas personas caminando por las aceras de la ciudad, cada quien en su mundo, hablando por teléfono, escuchando música, conversando con un amigo o familiar y hasta, de alguna manera, hablándose a si mismos; en ese momento solo saque mis audífonos y escuché una de mis bandas de rock favoritas, como lo son Caramelos de Cianuro con uno de sus últimos álbumes titulado Retrovisor, en ello me encuentro en el momento de tomar el autobús para mi casa, y pues, es cierto que a una hora de la tarde tan pico, no todo es tranquilo, el ruido de las cornetas de la cantidad innumerables de vehículos, sonidos de freno, motor, gritos de personas alteradas, entre otros.
Tomar un autobús, en estos momentos, no están fácil y menos ir cómodo, cuando muchas veces toca solo ir casi que guindando en la puerta del mismo y tener un poco de paciencia con todas las personas que utilizan este medio; cuando al fin logro llegar a mi parada ya solo toca caminar hasta mi casa en una barriada cercana a la vía principal, y pues, es donde caminando ya casi de noche por la pequeña carretera, viendo al cielo, con una música suave, me detengo por un instante a lo que el pequeño silencio de ese momento me hizo reflexionar ¿Qué ha pasado? ¿por qué todo tan callado? Es allí donde termino de llegar a mi casa y soltando todo lo que cargaba encima y poniéndome cómodo, mirando por el balcón, rebobino todo lo que fue de ese día, de que manera pase de un lugar tan ajetreado a un silencio tranquilizante.
Y es que sucede en este momento que la situación del día a día nos absorbe en su rutina, nos hace estar en automático con todas las cosas, y es donde faltan los espacios para sencillamente detenernos; es allí en el cual surge el título de este post la compañía de estar solo; tanto tu como yo tenemos pocos momentos donde en verdad estamos solos y nos sentimos en compañía, podrías preguntarte ¿solo en compañía? Sí en compañía de nadie, aunque suene un poco contradictorio, pues la compañía eres tu mismo, es estar solo contigo mismo, donde allí en medio del silencio y de ese espacio de paz que puedas generar esa razón del seguir adelante.
El ruido que genera una ciudad tan transitada y congestionada, nos deja pocos espacios para ese encuentro, sencillamente generamos momentos donde solo queremos huir o evadir esta realidad.
En el día de hoy te invito a que, si ya has leído mis primeros tres posts (en el caso de que no sea así, te invito a darte una vuelta por allí) y le hayas podido dar respuestas a las interrogantes enmarcadas en los mismos, te detengas por un instante y te des cuenta que lo has podido lograr porque estuviste en compañía de ti mismo. Por ello, en esta reflexión quiero que logres ver que no estás tan solo como tal vez pudiste llegar a pensar y que esa compañía que tienes, se debe saber cuidar y mantener. Todo depende de ti.