El día de hoy presentamos una nueva publicación de Pulso Del Escritor, nuestra compañera @vickaboleyn, nos preparo un escrito muy interesante.
Gracias por tu talento @vickaboleyn de parte del @team-mexico. 💙
Orígenes mitológicos del vampiro y el hombre lobo (Final): El conde Drácula y la Bestia de Gévaudan por @vickaboleyn
El conde Drácula
Conde Drácula, interpretado por Béla Lugosi.
Fuente: Wikipedia
El siglo XIX vio al vampiro incursionar en el mundo literario. En tres ocasiones atravesó el puente que separaba lo mítico de lo literario: Primero con el frío y calculador Lord Ruthven, nacido de la imaginación de John William Polidori; después con la sensual Carmilla, surgida de la pluma de Sheridan Le Fanu. Sin embargo, fue en la tercera vez que, del puño y letra de un dramaturgo irlandés llamado Bram Stoker, se quedó plasmado finalmente en la memoria colectiva de los lectores como epítome de lo terrorífico y lo misterioso.
El conde Drácula es quizás una de las figuras vampíricas más famosas de la literatura; su encuentro con el mundo moderno, encarnado en el joven abogado Jonathan Harker, lo lleva a explorar más allá de los límites de su antiguo hogar, específicamente a Inglaterra, a la civilización, a un territorio en donde podría cazar libremente y contaminar con su mordida la sangre de sus víctimas. A fascinar primero al lector y después al televidente / cinéfilo; a sembrar en nosotros una suerte de miedo ante su ferocidad, un atributo muy característico del personaje histórico en el que Stoker se había inspirado: el voivoda valaco Vlad III “Tepes” (Empalador en rumano).
Ralf-Peter Märtin (2009) explica que Stoker ha logrado en el conde Drácula una suerte de unión y reconciliación entre lo histórico y lo metafísico, pues para crear a este personaje realizó una serie de investigaciones documentales sobre vampirismo. Así mismo, entrevistó varias veces al renombrado erudito Arminius Vambery, quien le habló a grandes rasgos sobre el voivoda. A dichos rasgos le añadiría elementos sobrenaturales (telepatía, transformación de humano a animal, control mental, etc) y le conferiría una naturaleza cruel y despiadada.
Si bien no fue un éxito inmediato al momento de su publicación, alcanzó su popularidad a principios del siglo XX gracias al cine, transformando al conde en un claro referente del vampiro moderno.
La bestia de Gévaudan
Ilustración francesa. Circa 1764 – 1767.
Fuente: Wikipedia
En los profundos bosques de la región de Gévaudan, Francia, un ser monstruoso atacó ferozmente a muchas personas. El terror que sembró era tal que el rey no escatimó gastos en convocar a los mejores cazadores del reino para darle caza.
Aquella bestia, de acuerdo a la enciclopedia e línea Wikipedia (2020), era un lobo de singular tamaño y dientes prominentes, aunque se cree que no fue un solo lobo, sino una manada completa que llevó a cabo esos ataques. Tom Griffiths (2014) señala que, solo en el período de actividad álgida (1764 – 1767), la bestia atacó de 100 a 200 personas; la mayoría de las víctimas eran mujeres y niños.
Los ataques, señaló Griffiths, atrajeron la atención no solo del rey, sino de otros gobernantes, así como de filósofos y escritores, tal como fue el caso del escritor escocés Robert Louis Stevenson, quien le dedicó unas páginas en una de sus primeras obras literarias.
Ahora bien, hay un par de aspectos interesantes que la enciclopedia en línea señala y que dieron pie tanto a su vinculación con el mito del licántropo como a su entrada definitiva a la literatura. El primer aspecto es la supuesta resistencia de la bestia; durante uno de sus ataques, un nutrido grupo compuesto por soldados del rey y de campesinos le empezaron a disparar. Para sorpresa de todos, la bestia herida se levantó y huyó hacia las profundidades del bosque.
El segundo aspecto es la muerte de la bestia; este hecho es atribuido a Jean Chastel, un granjero y tabernero oriundo de la región. La tradición popular señala que el hombre, con balas de plata que fueron previamente un medallón religioso, disparó directamente al corazón de la bestia cuando ésta se dispuso a atacarlo.
Ambos hechos fueron conservados en distintas obras literarias y cinematográficas, llegando a adoptarse como parte del conocimiento popular sobre el licántropo.
Consideración final
El vampiro y el hombre lobo han estado presentes en la cultura desde los albores del tiempo. Bajo nombres distintos se han ido adaptando a la geografía de cada continente y a la cosmogonía de cada pueblo, llegando a perdurar a través de la tradición oral y, posteriormente, a través de las artes visuales y la literatura.
Los personajes míticos presentados en este ciclo son solo una pequeña muestra de la gran riqueza que las culturas antiguas y los herederos de éstas han compartido con el mundo a lo largo de los siglos. Personajes que permanecen en la tradición oral, que terminan por fascinar a los oyentes y a los lectores, a los científicos sociales que se empeñen en la tarea de conocer y publicar todo lo que encuentren en su trabajo de campo.
Personajes que evolucionan con el paso de los años, llegando al punto de eliminar y / o adoptar nuevos atributos para ofrecer a las nuevas generaciones una imagen más acorde a los tiempos modernos. Ejemplos de esta evolución lo podemos encontrar en películas como Inframundo, en donde se nos dice que los vampiros y los licántropos surgen de un virus; y en novelas como Crepúsculo, en donde el vampiro no muere por la luz del sol, sino que brilla bajo esa misma luz.
Ahora bien, ¿cuál es el siguiente ciclo mítico? Eso lo sabrán en las próximas semanas.
Fuentes consultadas
“Bestia de Gévaudan”, en: Wikipedia. Consultado el 20 de febrero de 2020.
“Conde Drácula”, en: Wikipedia. Consultado el 15 de febrero de 2020.
“Jean Chastel”, en: Wikipedia. Consultado el 20 de febrero de 2020.
Griffiths, Tom. 2014. “The Beast of the Forest”, en: Rachel Carson Carter (editora). RCC Perspectives , No. 1, The Edges of Environmental History: Honouring Jane Carruthers. Pp. 37 – 44. Recuperado de: https://www.jstor.org/stable/26241183?seq=1#metadata_info_tab_contents.
Märtin, Ralf-Peter. 2009. Drácula. Vlad Tepes, El Empalador y sus antepasados. México. Editorial Tusquets.