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Pequeños negocios
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Alicia se sentó en uno de los banquillos de concreto del pasillo del Museo de la Música a descansar un rato. A un lado asentó la comida especial para animales que llegó el día anterior, por el cual fue a buscar por encargo de uno de sus parientes.
Miró para varios lados. Los restaurantes pequeños parecen solitarios. El viento soplaba cálidamente, como si anunciará que pronto vendría una ola de calor tremenda.
Pensó con detenimiento en muchas cosas, en especial en el pequeño negocio que está iniciando. Admitió que sería complicado, dado que tenía que planear todos los días el tipo de contenido que se requiere para atraer clientela.
Estaba segura de que la constancia es clave para la obtención de clientela fiel, aunque ella sea algo lenta, ya que quedarse en casa en días de Carnaval era sinónimo de estar haciéndola de mandadera muy a pesar de estar diciendo que estaba ocupada elaborando la publicidad para sus productos.
Suspiró profundamente.
Necesitaba estar al 100% para darlo todo, pues estaba consciente de que, a pesar de su rotundo desconocimiento de cómo hacer un buen marketing, podría aprender de ello observando a aquellas personas que se dedican a ello y logran generar ventas.
Quizás meterse en podcasts, ver videos o buscar algún cursito pudiera otorgarle herramientas necesarias para hacer una buena venta. Quizás la inteligencia artificial pueda echarle una mano.
Quizás, quizás, quizás… O simplemente ir elaborando estrategias, aprendiendo a cómo promover sus cosas sin tener el alma de un mercante o la labia de alguien que te puede vender una experiencia.
Ya lo verá en el camino.