Happy 2025 to all hiver, my best wishes to you, I want to talk to you about the mixed emotions that I experienced on the last day of the year and they were the ones that led me to reflect that we need to accept life and enjoy it.
The last day of the year passed quietly and full of warmth, my husband and I received calls and visits from friends, remembering important moments that brought us together in the past.
It was comforting to receive messages from former colleagues with whom we shared significant experiences that still linger in our memories. As we prepared a simple but traditional dinner, we reminisced about our parents and relatives who taught us how to cook those special dishes and the importance of enjoying a pleasant after-dinner conversation.
Despite nostalgia for the times when we used to organize large tables in our backyard, where laughter and merriment reigned, we found pleasure in the simplicity and intimacy of today's celebration.
The economic situation of the country prevents people from visiting and exchanging more, for various reasons, sometimes we do not have enough food, although in general on holidays we try to have something to offer to visitors, but the reality is that people are reluctant.
In my case, what hits the hardest is the transportation problems, my husband's eldest daughter is almost impossible for her to visit us, as she has three children, on holidays there is almost no public transportation and the private ones are excessively expensive, they can charge her almost two or three times her salary depending on the time.
At midnight, we joined with our neighbors to congratulate each other and burn a doll symbolizing the old year, a shared ritual that brought us even closer together as a community. Calls from my children, virtually participating in that moment of joy, filled us with emotion and gratitude.
I especially fondly point out how my neighbors, many of them over 40 years old, form a close and supportive family. Year after year, we reaffirm our affection for each other and show that we will always be there for each other, through thick and thin. In the midst of the physical distance with our children and friends, it is comforting to feel the support and love of neighbors who have become true family to us.
The last day of the year left me with a feeling of joy and deep gratitude for the love received from afar, both from our children and from our distant friends.
It is comforting to know that we are accompanied by neighbors who have woven bonds of affection and trust, reminding us of the importance of cultivating solid and affectionate relationships in our immediate environment.
In the midst of the celebration and rituals of bidding farewell to the old year, I emphasize the fundamental importance of keeping love and affection alive among the people around us. Every show of affection, every gesture of solidarity, every word of encouragement strengthens the bonds that unite us and builds indestructible bridges of connection and mutual support.
In a world marked by physical distance and technology, remembering the value of human closeness and the warmth of a united community is a priceless treasure that we must treasure and foster day by day.
Thank you for reading me.
The images are my own.
I used the Translator DeepL.
🌺🌺🌺 Español🌺🌺🌺
Feliz 2025 a todos los hiver, mis mejores deseos para ustedes, quiero hablarles de las emociones encontradas que viví el último día del año y fueron las que me llevaron a reflexionar acerca de que necesitamos aceptar la vida y disfrutarla.
El último día del año transcurrió de forma tranquila y llena de calidez, mi esposo y yo recibimos llamadas y visitas de amigos, recordando momentos importantes que nos unieron en el pasado.
Fue reconfortante recibir mensajes de antiguos compañeros con quienes compartimos experiencias significativas que aún perduran en nuestra memoria. Mientras preparábamos una cena sencilla, pero tradicional, rememorábamos a nuestros padres y familiares que nos enseñaron a cocinar esos platos especiales y la importancia de disfrutar de una sobremesa agradable.
A pesar de la nostalgia por los tiempos en los que organizábamos grandes mesas en el patio de nuestra casa, donde las risas y la algarabía reinaban, encontramos placer en la sencillez y la intimidad de la celebración actual.
La situación económica del país impide en gran medida que las personas se visiten e intercambien más, por diversas razones, ya no tenemos en ocasiones la cantidad suficiente de alimentos, aunque en general en días festivos tratamos de poder tener algo que brindar a los visitantes, pero la realidad es que las personas se cohíben.
En mi caso lo que más golpea es los problemas de transporte, la hija mayor de mi esposo casi le es imposible visitarnos, pues tiene tres niños, en días de fiesta casi no hay transporte público y los particulares son excesivamente caros, le pueden cobrar casi dos o tres veces su salario en dependencia de la hora.
A medianoche, nos unimos con nuestros vecinos para felicitarnos y quemar un muñeco que simbolizaba el viejo año, un ritual compartido que nos unió aún más como comunidad. Las llamadas de mis hijos, participando virtualmente en ese momento de alegría, nos llenaron de emoción y gratitud.
Destaco con especial cariño cómo mis vecinos, muchos de ellos mayores de 40 años, forman una familia cercana y solidaria. Año tras año, reafirmamos nuestro afecto mutuo y demostramos que siempre estaremos allí el uno para el otro, en las buenas y en las malas. En medio de la distancia física con nuestros hijos y amigos, es reconfortante sentir el apoyo y el amor de vecinos que se han convertido en verdadera familia para nosotros.
La jornada del último día del año me dejó una sensación de alegría y profunda gratitud por el amor recibido desde la distancia, tanto de nuestros hijos como de nuestros amigos lejanos.
Es reconfortante saberse acompañado por vecinos que han tejido lazos de cariño y confianza, recordándonos la importancia de cultivar relaciones sólidas y afectuosas en nuestro entorno cercano.
En medio de la celebración y los rituales de despedida del año viejo, destaco la importancia fundamental de mantener vivo el amor y el cariño entre las personas que nos rodean. Cada muestra de afecto, cada gesto de solidaridad, cada palabra de aliento fortalece los lazos que nos unen y construye puentes indestructibles de conexión y apoyo mutuo.
En un mundo marcado por la distancia física y la tecnología, recordar el valor de la cercanía humana y el calor de una comunidad unida es un tesoro invaluable que debemos atesorar y fomentar día a día.
Gracias por su leerme.
Las Imágenes son de mi propiedad
Utilicé el traductor DeepL.
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