Sus padres, al ver el talento de su hijo, lo cambiaron para una escuela técnica, donde pensaban que podría desarrollar más sus habilidades naturales.
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Persuadido estaba Joaquín de que no sería fácil conquistarla, pues se sabía pequeño, flaquito y feo, así que se valió de su mejor arma para vencer a los bellos galanes de la escuela técnica: la ciencia.
Cuando ella le manifestó que su gran deseo era ser astronauta, él le dijo que con financiamiento de su padre estaba construyendo una nave capaz de volar a gran altura, con seguridad y con poco gasto de combustible, lo único era que estaba diseñada solo para un piloto y su asistente.
Y todo lo que dijo era cierto, menos lo del financiamiento, ya que su padre no sabía de su proyecto. Joaquín descubrió un cofre de joyas y diamantes que había sido de sus abuelos, y que la familia guardaba como una reliquia; así que él mismo hacía réplicas de fantasía y las cambiaba por las originales. Con la venta de las joyas fue comprando los motores y todo lo que necesitaba para la construcción de su máquina voladora.
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Joaquín se casó con la idea de una nave circular de fibra de carbono, y le decía a Patricia:
—Los aviones vuelan muy bien, pero les cuesta girar, arrastran mucho aire, mi nave circular no tendrá ese problema, usaré veinte motores muy pequeños, así tendrá más fuerza y menos peso, aun no resuelvo lo del aterrizaje, pero ya pronto arreglaré eso.
Y llegó el día de hacer la primera prueba para ver si la nave despegaba. Se fueron al desierto, amarraron la nave con una cadena, la cual la halaría de nuevo a tierra, en caso de que realmente lograra despegar; Joaquín sería el piloto, y ella se encargaría de activar el motor para regresarla a tierra.
Era una noche de luna llena, Patricia miró con orgullo y lágrimas cómo la nave se elevaba lentamente, como si levitara, la cadena de unos cien metros se extendió al máximo, entonces Patricia trató de encender el motor para halar la nave a tierra y, en ese instante, la fuerza de la nave partió la cadena, y esta siguió su vuelo en dirección a la luna. Patricia gritaba: “mi amor”, “Joaquín”, y la nave rápidamente solo fue un punto que se perdió para siempre.
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@acostacazorla wao😲😲 final inexperados, sufrí y me gustó.exito en el concurso
Gracias, mosa71.
El sufrimiento del supenso.
Saludos
Pobre Joaquín. En Cuba tenemos una expresión "voló como Matías Pérez" se refiere a un aventurado científico de la época colonial que se perdió para siempre montado en un globo aerostático. Me gusta la forma en la que narras. Suerte
Gracias por tu comentario amigo ditoferrer.
Bueno ojalá que Matías Pérez y Joaquín, compartan en esos mundos tomándose un buen mojito.
Saludos.
Jaja seguro.
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Saludos amigos.
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