Tengo amigos noctámbulos, acostumbrados a pasar la noche en vela, pensando y pensando, pero yo no era así, no soy así, yo más bien siempre he sido dormilón, pero hay épocas como estas en las que las horas se me tuercen. De repente se quebró el silencio, lo primero que pensé fue en un sismo, porque el sonido fue fuerte, algo así como ¡cataplam!, un estruendo, como cuando se cae una platabanda; salté de la cama en interiores, y corrí lo más rápido que pude hacia el patio y allí, frente a mí, estaba la tragedia, el accidente, la biblioteca se encontraba en el piso. Los cuatro estantes de Aurora, una gruesa y noble madera, yacían en piso, los libros regados por todas partes, Jorge Luis Borges se arrastró muy cerca de un albañal, el I-Ching contaba la tragedia espaturrado por un diccionario de linguística, gramáticas, tesaurios, libros de deporte, de teatro, poemarios, todo todo en un desorden causado por la aceleración de gravedad.
Ya aquí se han caído dos veces, primero dijeron que la pared estaba flojita, luego que si esto y que lo otro, y al final todo fue asunto de la gravedad, biblioteca al suelo.
Me paré muy temprano y la acomodé, y aseguré que no se caería mas, y así será, pero lo único que conseguí fue que dijeran que había quedado muy fea.
Veo Libros, pana, y sólo puedo pensar en ese dulce de la tentación: ¡Vade retro, Cultura!. Abrazos
Retro, retro de verdad mi pana, ja ja.