CAPITULO 27
La noche cayó sobre ellos, las adolescente se habían retirado a sus habitaciones, la noche de juegos había llegado a su fin. La extranjera se mantenía sosegada.
―Hasta mañana querida ―dijo el hombre de corazones en el pecho.
―Nos vemos querido ―contestó despidiéndose.
Geto y Vitoria se habían quedado a solas. Al pasar de los días, su presencia le resultaba menos incomoda.
―Quisiera hablar contigo ―confesó el brujo.
Vitoria accedió. Ella mostraba una actitud menos hostil hacia él, debido a su estado de vulnerabilidad, el vacío en su corazón, las emociones encontradas, lo desgastada que estaba, se veía incapaz de mantener la guardia arriba, el sentimiento de derrota y consternación se apoderaron de ella.
―Tu madre está a salvo ―dijo sereno.
―Así escuché ―contestó ella.
El hecho de que Geto se hubiese encargado de la situación, no significaba que ella concibiera algún tipo de gratitud, al fin y al cabo, era el causante del caos inicial.
La hechicera suspiró.
―No te agradeceré por ello si es lo que estás esperando ―manifestó tajante.
―Simplemente eliminaste el peligro que representaban para ti…Llegaste a ellos antes, es todo.
Geto exhaló irritado.
―Es verdad ―dijo asomando cierto alivio
―Representaban un problema.
―¿Qué hay de mí? ―cuestionó ella.
―A estas alturas deberías saber que… no te percibo como una amenaza y antes de que te alteres, me refiero a que confió en ti… un poco.
Ella soltó una carcajada.
―¿Me hablarías sobre tu ritual? ―preguntó curioso.
―Está desactivado Geto.
Él se rio debido a la respuesta.
―¿Eso significa que confías en mí? ―preguntó ―Aunque no me refería a eso.
Ella entre cerro los ojos.
―Mi ritual funciona para conocer el flujo de mi propio destino ―contestó incisiva ―Así que no te seré de utilidad.
―Vaya ―respondió ―Que carácter… No te mentiré, un ritual como el tuyo o una aliada como tú, sería más que beneficioso.
Se aproximó a la mujer.
―Sin embargó sé que no fraternizas con mis ideas… Vitoria.
Escuchar a Geto pronunciando su nombre la desestabilizaba, negar su atractivo era en vano, ella disfrutaba verlo en sus facetas amables y cautivadoras.
―Vengar el fallecimiento de tu padre, aunque no haya sido el objetivo principal, fue importante para mí, deberías saber que protegeré a todos aquellos que me importen.
Escuchar esas palabras, removieron sus fibras y Suguru se acercó más.
―Quédate a mi lado ―le dijo a pocos centímetros de distancia.
―Me agrada tu compañía ― confesó susurrando ―La sensación de estar junto a mi familia, tus risas en los pasillos, eres cautivadora… necesito esto en mi vida.
―Quédate ―repitió a milímetros.
Suguru levanto su mano.
―¿Puedo tocarte?
La respiración de Vitoria se aceleró, aquello la tomó por sorpresa, por un momento estuvo a punto de mandarlo al demonio, sin embargo, quizá por vulnerabilidad, tal vez por la necesidad de sentir algo diferente, a lo mejor por la atracción que desarrolló hacia él con cada gesto, sonrisa y palabra, un conjunto de piezas revelaron a un ser maravilloso, todas esas acciones hicieron mella en su coraza. Geto la había desarmado por completo. Sus ojos brillaban, mordió sus labios y le contestó.
―Si
Su voz sonaba placida y gentil, ella misma quedó sorprendida por su respuesta, aun así, levantó su mano con determinación y la puerta se azotó tras ellos.
Geto se asombró pero sin vacilar la pegó contra la pared, ansiaba esa respuesta, llevo sus manos hacia su rostro y lo acarició con delicadeza, bajo una mano hasta su cuello sosteniendo los brazos de ella arriba de su cabeza con la otra y se detuvo.
―¿Te gusta así?
Vitoria soltó un gemido. Suguru tomó aquello como una afirmación y dejo de contenerse, apretó su cuello con fuerza y beso su boca con ímpetu, ella mordió los labios del hechicero dejándose llevar por el frenesí del momento, él metió sus manos debajo de su blusa, tocando sus pechos, mientras que subía la prenda, ella tomó la cintura de Geto y lo atrajo hacia ella de nuevo, el hechicero la sacudió contra la pared una vez más, él besaba su cuello extasiado.
Ella se encontró en lencería frente a él, que observaba embelesado su belleza, la hechicera lo empujó hacia la cama y se sentó sobre sus piernas, besándolo con agresividad, toco su abdomen marcado, jadeando, le quitó la camisa.
Geto arqueó su espalda sintiendo un escalofrió placentero, ella lamió su cuello, mordisqueando y besando su pecho, el gemido de Suguru le hizo perder el control, incendiando su cuerpo. Él giró sobre ella tomando el control, llevando sus manos a la espalda de Vitoria, deslizando sus dedos, recorriendo su columna. Ella jadeaba con su tacto. El hechicero sabía presionar en los lugares correctos, estimulándola, incitándola.
Desabrochó el brasier, observando sus gestos, su mirada filosa escudriñaba las reacciones de Vitoria, lanzó la prenda lejos de la cama y llevó su mano hacia sus pechos desnudos, haciendo presión en sus pezones, mordiéndolos con sus labios. Él sonreía maquiavélico, ella tendida sobre la cama exhalando acelerada, el hombre se puso de pie riendo, seductor, jugando con la excitación de Vitoria. Ella lo veía fijamente pidiéndole más con la mirada.
Geto se quitó la liga del cabello, torturando las ansias de ella, verlo recoger su pelo mientras que mordía sus labios, respirando profundo era un afrodisiaco, la hechicera contempló la belleza de él asombrada, él tiró las piernas de la hechicera, dejándola en la orilla de la cama, se acercó y la besó de nuevo, acariciando su vientre, bajando hasta su abdomen, desabrochó el cierre de su pantalón, él quería tener el control de todo, recorrió con sus manos sus muslos y te un tirón la dejó en bragas debajo de él. Vitoria optó por una actitud retadora y sacudió las manos de Suguru. El hechicero gruñó mientras que ella se sentaba en sus piernas y Geto se dejó llevar.
Vitoria se movía encima de él, sintiendo su endurecimiento, Suguru disfrutaba esa sensación tomándola de la cintura, imitando su ritmo, la sensación de encontrarse casi desnuda, bailando sobre su abdomen, cuando él aún llevaba el pantalón, le producía un placer inexplicable. Cuando Geto empezó a jadear más, ella se deslizó, posando una rodilla en medio de sus piernas, recorrió su abdomen con sus manos desde el cuello hasta su cintura, jaló con determinación su pantalón, dejándolo completamente expuesto sobre la cama.
La hechicera clavó su vista en la mirada de Geto, mordiéndose los labios, se arrodilló frente a él, Suguru se llevó las manos al rostro, acomodándose, viéndola desde arriba, se llevó un brazo a la nuca y el otro lo dejó extendido, esperando sentir la lengua húmeda de la hechicera, soltó un gemido de placer, ella recorrió con su boca su estructura, devorándolo por completo, a un ritmo que produjo electricidad en el hechicero, ella lo sacaba y lo volvía a introducir en su boca, jugando con su lengua cuando lo tenía adentro.
Vitoria gemía, satisfacerlo le provocaba deleite, aumentando su ritmo cardiaco, moviendo su cintura, bailando para él, acariciando su abdomen, presionando sus puntos débiles, Geto jadeaba y gemía, aquello era música para los oídos de la hechicera. Suguru jugaba con el cabello de ella, jalándolo por momentos.
―Me encanta ―dijo su voz profunda y entrecortada.
―Ven aquí ―le ordenó.
Vitoria aceptó su mandato.
La tomo de la cintura, obligándola a permanecer bajo su cuerpo, Geto la nalgueó con fuerza, estiró su braga y la azotó como un látigo usando su propia prenda, metió sus manos bajo la tela y se deleitó con lo húmeda que se encontraba, levantó sus piernas y la dejó completamente desnuda.
Acarició sus nalgas, subió una mano hasta sus pechos y presionó sus pezones incrementando gradualmente la fuerza que utilizaba, se puso de pie frente a ella.
―Abre las piernas ―le ordenó.
Ella obedeció y Geto sonrió, luego se lanzó sobre ella y beso su entrepierna, sabía muy bien cómo hacerla gritar de placer, sin embargo se contenía por instantes haciéndola suplicar, mientras él movía su lengua, la estimulaba un poco más arriba con sus dedos, acariciando el lugar correcto, utilizando la presión adecuada, alternando la intensidad con delicadeza. La respiración de Vitoria estaba entrecortada, jadeaba sin cesar, deshizo el moño de Geto, arañaba la superficie de la cama, temblando de placer.
Cuando estuvo lo suficientemente estimulada, Suguru se detuvo, nalgueándola una vez más.
―Así me gusta ―susurro al oído de la hechicera ―Súbete encima de mí, quiero sentir tus movimientos, pero esta vez, estando dentro de ti.
Ella obedecía deslumbrada. Geto se acostó en el medio de la cama.
―Ven, te quiero aquí.
Ella se subió sobre él, bajando con suavidad, sintiéndolo por completo, ambos gimieron, ella comenzó a moverse de adelante hacia atrás, alternando, girando su cintura en círculos, los movimientos eran adecuados, intensos pero sutiles. Geto mantenía la mirada en los ojos de ella, observando eventualmente su cintura. Vitoria empezó a moverse cada vez más rápido, los gemidos eran altos, Suguru tampoco se contenía, ambos sudaban, sintiendo como si el alma se les escapara del cuerpo por momentos.
A medida que incrementaba el pulso, Geto jadeaba más fuerte, nalgueando a Vitoria, ella estaba agitada, Geto supo interpretar los sonidos, los gemidos y la vibración de la hechicera. Luego de un rato, ambos alcanzaron el punto más alto, exhalando el último suspiro.
Vitoria se dejó caer sobre el pecho de Geto, exhausta, el hechicero se encontraba exultante, ella se acurrucó en sus brazos, tendidos bajo las sabanas, Suguru continuaba mimando su espalda, deslizando sus dedos sobre el cuerpo de la hechicera, acariciando su rostro, se besaron una vez más, quedándose dormidos, rendidos por completo.
CHAPTER 27
Night fell upon them, the teenagers had retired to their rooms, the game night had come to an end. The foreigner remained calm.
“See you tomorrow, dear,” said the man with hearts in his chest.
“See you, dear,” he replied, saying goodbye.
Geto and Vitoria were left alone. As the days passed, his presence became less uncomfortable.
“I would like to talk to you,” the witcher confessed.
Vitoria agreed. She showed a less hostile attitude towards him, due to her state of vulnerability, the emptiness in her heart, the mixed emotions, how worn out she was, she found herself unable to keep her guard up, the feeling of defeat and dismay took over her. .
“Your mother is safe,” he said calmly.
“That's how I heard,” she answered.
The fact that Geto had taken care of the situation did not mean that she conceived any kind of gratitude, after all, he was the cause of the initial chaos.
The sorceress sighed.
"I won't thank you for it if that's what you're waiting for," he stated bluntly.
“You simply eliminated the danger they represented to you…You got to them earlier, that's all.
Geto exhaled irritably.
“It's true,” he said, showing some relief.
―They represented a problem.
-What about me? ―she questioned.
"By now you should know that... I don't perceive you as a threat and before you get upset, I mean I trusted you... a little."
She laughed.
—Would you tell me about your ritual? -He asked curious.
―Geto is deactivated.
He laughed at the response.
"Does that mean you trust me?" ―he asked. ―Although that's not what I meant.
She half closed her eyes.
"My ritual works to know the flow of my own destiny," she answered incisive. "So I won't be of use to you."
"Wow," he responded, "What a character... I won't lie to you, a ritual like yours or an ally like you would be more than beneficial."
He approached the woman.
"However, I know that you do not agree with my ideas... Vitoria."
Listening to Geto pronouncing her name destabilized her, denying his attractiveness was in vain, she enjoyed seeing him in his kind and captivating facets.
―Avenging your father's death, although it was not the main objective, was important to me, you should know that I will protect all those I care about.
Hearing those words stirred his heartstrings and Suguru moved closer.
“Stay by my side,” he said from a few centimeters away.
"I like your company," he confessed, whispering, "The feeling of being with my family, your laughter in the hallways, you are captivating... I need this in my life."
“Stay,” he repeated in millimeters.
Suguru raised his hand.
-Can I touch you?
Vitoria's breathing accelerated, that took her by surprise, for a moment she was on the verge of sending him to hell, however, perhaps out of vulnerability, perhaps because of the need to feel something different, perhaps because of the attraction she developed towards him. With every gesture, smile and word, a set of pieces revealed a wonderful being, all those actions made a dent in his armor. Geto had completely disarmed her. His eyes shone, he bit his lips and answered her.
-Yeah
Her voice sounded placid and gentle, she herself was surprised by his response, yet she raised her hand with determination and the door slammed behind them.
Geto was amazed but without hesitation he pressed her against the wall, he longed for that response, he brought his hands to her face and caressed it gently, lowering one hand to her neck, holding her arms above her head with the other and stopped.
-You like it like that?
Vitoria groaned. Suguru took that as an affirmation and stopped holding back, he squeezed her neck tightly and kissed her mouth vigorously, she bit the sorcerer's lips, letting herself be carried away by the frenzy of the moment, he put his hands under her blouse, touching her breasts, While raising the garment, she grabbed Geto's waist and pulled him towards her again, the sorcerer shook her against the wall once again, he kissed her neck in ecstasy.
She found herself in lingerie in front of him, who was enthralled by her beauty. The sorceress pushed him towards the bed and sat on his legs, kissing him aggressively. She touched his marked abdomen, panting, and took off his shirt.
Geto arched his back feeling a pleasurable shiver, she licked his neck, nibbling and kissing his chest, Suguru's moan made him lose control, setting his body on fire. He turned on top of her taking control, bringing his hands to Vitoria's back, sliding his fingers, running down her spine. She gasped at his touch. The sorcerer knew how to press in the right places, stimulating her, inciting her.
He unclasped the bra, observing her gestures, his sharp gaze scrutinizing Vitoria's reactions, he threw the garment away from the bed and brought his hand to her bare breasts, putting pressure on her nipples, biting them with his lips. He was smiling Machiavellianly, she was lying on the bed exhaling quickly, the man stood up laughing, seductive, playing with Vitoria's excitement. She watched him intently asking for more with his eyes.
Geto took off the tie from her hair, torturing her desires, watching him pick up her hair while biting her lips, breathing deeply was an aphrodisiac, the sorceress contemplated his beauty in amazement, he pulled the sorceress's legs, leaving her on the floor. edge of the bed, he approached and kissed her again, caressing her belly, going down to her abdomen, he undid the zipper of her pants, he wanted to be in control of everything, he ran his hands over her thighs and a tug left her in place. panties under him. Vitoria opted for a challenging attitude and shook Suguru's hands. The sorcerer growled as she sat on his lap and Geto let himself go.
Vitoria moved on top of him, feeling his hardening, Suguru enjoyed that sensation, holding her waist, imitating her rhythm, the sensation of finding herself almost naked, dancing on his abdomen, when he was still wearing his pants, gave him an inexplicable pleasure. When Geto began to pant more, she slid down, placing one knee between his legs, ran her hands over his abdomen from his neck to his waist, and pulled his pants determinedly, leaving him completely exposed on the bed.
The sorceress fixed her gaze on Geto, biting her lips, she knelt in front of him, Suguru put his hands on his face, adjusting himself, seeing her from above, he put one arm behind his neck and left the other extended, waiting. Feeling the wet tongue of the sorceress, he let out a moan of pleasure, she ran her mouth over his structure, devouring him completely, at a rhythm that produced electricity in the sorcerer, she took him out and put him back in her mouth, playing with his tongue when he had it inside.
Vitoria moaned, satisfying him caused her delight, increasing her heart rate, moving her waist, dancing for him, caressing her abdomen, pressing her weak points, Geto panted and moaned, that was music to the sorceress's ears. Suguru played with her hair, pulling it at times.
“I love it,” said his deep, breathy voice.
"Come here," he ordered.
Vitoria accepted his mandate.
her by the waist, forcing her to stay under his body, Geto spanked her hard, stretched her panties and whipped her like a whip using her own garment, he put his hands under the fabric and delighted in how wet she was, he lifted her up. her legs and left her completely naked.
He caressed her buttocks, raised one hand to her breasts and pressed her nipples, gradually increasing the force he used, and stood in front of her.
“Open your legs,” he ordered.
She obeyed and Geto smiled, then he threw himself on her and kissed her crotch, he knew very well how to make her scream with pleasure, however he held back for moments making her beg, while he moved his tongue, stimulated her a little higher with his fingers, stroking the right place, using the right pressure, alternating intensity with gentleness. Vitoria's breathing was labored, she panted incessantly, she undid Geto's bun, she scratched the surface of the bed, trembling with pleasure.
When she was sufficiently stimulated, Suguru stopped, spanking her once more.
"I like it that way," I whisper in the sorceress's ear. "Climb on top of me, I want to feel your movements, but this time, being inside you."
She obeyed, dazzled. Geto lay down in the middle of the bed.
"Come, I want you here."
She climbed on top of him, going down gently, feeling him completely, they both moaned, she began to move back and forth, alternating, turning her waist in circles, the movements were appropriate, intense but subtle. Geto kept his gaze on her eyes, eventually glancing at her waist. Vitoria began to move faster and faster, the moans were loud, Suguru was not holding back either, they were both sweating, feeling as if their soul was escaping their bodies at times.
As the pulse increased, Geto panted harder, spanking Vitoria, she was agitated, Geto knew how to interpret the sounds, moans and vibration of the sorceress. After a while, they both reached the highest point, breathing their last.
Vitoria fell on Geto's chest, exhausted, the sorcerer was ecstatic, she snuggled into his arms, lying under the sheets, Suguru continued pampering her back, sliding his fingers over the sorceress's body, caressing her face, They kissed once more, falling asleep, completely exhausted.
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